Volkswagen Passat, el ‘coche de padre’ definitivo

El primer coche que recuerdo de mi padre fue un Jeep Cherokee XJ, un modelo muy apreciado por los aficionados al off-road por su construcción indestructible y una mejora con respecto al Cherokee anterior, en la que la marca estadounidense había «refinado la arquitectura para conseguir una conducción más suave y un menor consumo de gasolina». Al leer esto y recordar la suavidad de la conducción de los eternos viajes con 13 años, es difícil tomar en serio los dossieres de prensa de las marcas. El Cherokee era un adoquín motorizado que, sí, podía ir a donde quisiera sin asfalto, pero para los pasajeros de la parte trasera eso no era un punto a favor. El icónico ‘coche de padre’ forma parte del imaginario colectivo. Mientras el ‘coche de madre’ es fácil imaginar modelos poco potentes, probablemente SUV y quizás algunos cuestionables, como el Renault Modus. El coche de padre es un sedán o familiar del segmento D, con el que se puede ir a la oficina o hacer viajes largos y siempre huele a tabaco. Noticia Relacionada vídeo estandar No Cupra Terramar: ¿microhíbrido o híbrido enchufable? AutoScout24 Con descuentos y Plan MOVES, el precio del Cupra Terramar híbrido enchufable de 204 CV es menor que el del Terramar eTSI de 150 CV.Ejemplos notables de coche de padre son el BMW Serie 5, el Mercedes Clase E, el Audi A6, el Honda Accord, el Jaguar X-Type, el Renault Laguna y el Volkswagen Passat. Todos ellos representan la era dorada de los sedanes europeos y, aunque sus ventas han cedido terreno a los SUV, siguen siendo una silueta excelente para viajar por carretera. Volkswagen, en lo alto de esta ola, creó el Phaeton, un sedán de grandes dimensiones que superaba en precio a los rivales premium de su país, porque contaba con lo mejor de la tecnología de la que disponían los gigantes de Wolfsburg antes de que estallase el escándalo del Diéselgate, cuando eran los reyes del mundo. Contaba con un motor W12, que es innecesariamente complicado, pero juntaron dos V6 en paralelo propulsando un chasis rígido para demostrar que eran capaces de hacerlo y de demostrar, con hechos, que no tenían nada que envidiar en cuanto a técnica a los ingenieros de otros grupos alemanes. El problema fue la percepción de los compradores. Los coches, una vez se supera cierta barrera de precio se convierten en objetos de estatus, y cualquier directivo que podía hacerse con un Phaeton prefería comprarse un Mercedes. Sin embargo el aprendizaje fue notable para Volkswagen y muchos de los avances a los que llegaron con él se trasladaron a su sedán más grande, el Passat. La conducción del Passat es deportiva para un sedán del segmento D. VolkswagenPor ejemplo, la rigidez del chasis. Para los alemanes, ser capaces de soportar las altas velocidades de la Autobahn es un requisito y el Passat tiene una comodidad de marcha, ideal para viajes largos. El Passat es también una mejora considerable comparado con la Cherokee de mi padre, y los asientos traseros son cómodos, mullidos y espaciosos, algo que habría hecho esas horas de carretera mucho más cómodas. Luego, los motores. No son dos V6 en paralelo, pero Volkswagen ha juntado un propulsor térmico con uno eléctrico para hacer un sistema híbrido enchufable de 270 caballos con una suavidad de marcha envidiable –gracias a la electrificación– que cuenta con la etiqueta Cero de la DGT para aparcar en cualquier sitio. MÁS INFORMACIÓN noticia No El Cupra Terramar sorprende con un consumo «récord» noticia No Volkswagen Golf GTI: el rey de los ‘hot-hatch’ sigue en el trono noticia No El CEO de Renault, Luca de Meo, deja la firma automovilísticaEl Passat está disponible únicamente en carrocería familiar –una declaración de intenciones– y el maletero es de los más grandes de su segmento. En él, caben tablas de snowboard, bicicletas, perros y varias maletas. El precio, para el modelo híbrido, parte de los 50.345 euros, pero está en torno a unos 10.000 euros menos si se quiere la opción mild-hybrid. El primer coche que recuerdo de mi padre fue un Jeep Cherokee XJ, un modelo muy apreciado por los aficionados al off-road por su construcción indestructible y una mejora con respecto al Cherokee anterior, en la que la marca estadounidense había «refinado la arquitectura para conseguir una conducción más suave y un menor consumo de gasolina». Al leer esto y recordar la suavidad de la conducción de los eternos viajes con 13 años, es difícil tomar en serio los dossieres de prensa de las marcas. El Cherokee era un adoquín motorizado que, sí, podía ir a donde quisiera sin asfalto, pero para los pasajeros de la parte trasera eso no era un punto a favor. El icónico ‘coche de padre’ forma parte del imaginario colectivo. Mientras el ‘coche de madre’ es fácil imaginar modelos poco potentes, probablemente SUV y quizás algunos cuestionables, como el Renault Modus. El coche de padre es un sedán o familiar del segmento D, con el que se puede ir a la oficina o hacer viajes largos y siempre huele a tabaco. Noticia Relacionada vídeo estandar No Cupra Terramar: ¿microhíbrido o híbrido enchufable? AutoScout24 Con descuentos y Plan MOVES, el precio del Cupra Terramar híbrido enchufable de 204 CV es menor que el del Terramar eTSI de 150 CV.Ejemplos notables de coche de padre son el BMW Serie 5, el Mercedes Clase E, el Audi A6, el Honda Accord, el Jaguar X-Type, el Renault Laguna y el Volkswagen Passat. Todos ellos representan la era dorada de los sedanes europeos y, aunque sus ventas han cedido terreno a los SUV, siguen siendo una silueta excelente para viajar por carretera. Volkswagen, en lo alto de esta ola, creó el Phaeton, un sedán de grandes dimensiones que superaba en precio a los rivales premium de su país, porque contaba con lo mejor de la tecnología de la que disponían los gigantes de Wolfsburg antes de que estallase el escándalo del Diéselgate, cuando eran los reyes del mundo. Contaba con un motor W12, que es innecesariamente complicado, pero juntaron dos V6 en paralelo propulsando un chasis rígido para demostrar que eran capaces de hacerlo y de demostrar, con hechos, que no tenían nada que envidiar en cuanto a técnica a los ingenieros de otros grupos alemanes. El problema fue la percepción de los compradores. Los coches, una vez se supera cierta barrera de precio se convierten en objetos de estatus, y cualquier directivo que podía hacerse con un Phaeton prefería comprarse un Mercedes. Sin embargo el aprendizaje fue notable para Volkswagen y muchos de los avances a los que llegaron con él se trasladaron a su sedán más grande, el Passat. La conducción del Passat es deportiva para un sedán del segmento D. VolkswagenPor ejemplo, la rigidez del chasis. Para los alemanes, ser capaces de soportar las altas velocidades de la Autobahn es un requisito y el Passat tiene una comodidad de marcha, ideal para viajes largos. El Passat es también una mejora considerable comparado con la Cherokee de mi padre, y los asientos traseros son cómodos, mullidos y espaciosos, algo que habría hecho esas horas de carretera mucho más cómodas. Luego, los motores. No son dos V6 en paralelo, pero Volkswagen ha juntado un propulsor térmico con uno eléctrico para hacer un sistema híbrido enchufable de 270 caballos con una suavidad de marcha envidiable –gracias a la electrificación– que cuenta con la etiqueta Cero de la DGT para aparcar en cualquier sitio. MÁS INFORMACIÓN noticia No El Cupra Terramar sorprende con un consumo «récord» noticia No Volkswagen Golf GTI: el rey de los ‘hot-hatch’ sigue en el trono noticia No El CEO de Renault, Luca de Meo, deja la firma automovilísticaEl Passat está disponible únicamente en carrocería familiar –una declaración de intenciones– y el maletero es de los más grandes de su segmento. En él, caben tablas de snowboard, bicicletas, perros y varias maletas. El precio, para el modelo híbrido, parte de los 50.345 euros, pero está en torno a unos 10.000 euros menos si se quiere la opción mild-hybrid.  

La novena generación del sedán llega con motores híbridos enchufables, un interior enorme y una dinámica de conducción más deportiva de lo que parece

El Passat solo está disponible en carrocería familiar. Volkswagen

El primer coche que recuerdo de mi padre fue un Jeep Cherokee XJ, un modelo muy apreciado por los aficionados al off-road por su construcción indestructible y una mejora con respecto al Cherokee anterior, en la que la marca estadounidense había «refinado la arquitectura para conseguir una conducción más suave y un menor consumo de gasolina».

Al leer esto y recordar la suavidad de la conducción de los eternos viajes con 13 años, es difícil tomar en serio los dossieres de prensa de las marcas. El Cherokee era un adoquín motorizado que, sí, podía ir a donde quisiera sin asfalto, pero para los pasajeros de la parte trasera eso no era un punto a favor.

El icónico ‘coche de padre’ forma parte del imaginario colectivo. Mientras el ‘coche de madre’ es fácil imaginar modelos poco potentes, probablemente SUV y quizás algunos cuestionables, como el Renault Modus. El coche de padre es un sedán o familiar del segmento D, con el que se puede ir a la oficina o hacer viajes largos y siempre huele a tabaco.

Ejemplos notables de coche de padre son el BMW Serie 5, el Mercedes Clase E, el Audi A6, el Honda Accord, el Jaguar X-Type, el Renault Laguna y el Volkswagen Passat. Todos ellos representan la era dorada de los sedanes europeos y, aunque sus ventas han cedido terreno a los SUV, siguen siendo una silueta excelente para viajar por carretera.

Volkswagen, en lo alto de esta ola, creó el Phaeton, un sedán de grandes dimensiones que superaba en precio a los rivales premium de su país, porque contaba con lo mejor de la tecnología de la que disponían los gigantes de Wolfsburg antes de que estallase el escándalo del Diéselgate, cuando eran los reyes del mundo.

Contaba con un motor W12, que es innecesariamente complicado, pero juntaron dos V6 en paralelo propulsando un chasis rígido para demostrar que eran capaces de hacerlo y de demostrar, con hechos, que no tenían nada que envidiar en cuanto a técnica a los ingenieros de otros grupos alemanes.

El problema fue la percepción de los compradores. Los coches, una vez se supera cierta barrera de precio se convierten en objetos de estatus, y cualquier directivo que podía hacerse con un Phaeton prefería comprarse un Mercedes. Sin embargo el aprendizaje fue notable para Volkswagen y muchos de los avances a los que llegaron con él se trasladaron a su sedán más grande, el Passat.

La conducción del Passat es deportiva para un sedán del segmento D.
Volkswagen

Por ejemplo, la rigidez del chasis. Para los alemanes, ser capaces de soportar las altas velocidades de la Autobahn es un requisito y el Passat tiene una comodidad de marcha, ideal para viajes largos. El Passat es también una mejora considerable comparado con la Cherokee de mi padre, y los asientos traseros son cómodos, mullidos y espaciosos, algo que habría hecho esas horas de carretera mucho más cómodas.

Luego, los motores. No son dos V6 en paralelo, pero Volkswagen ha juntado un propulsor térmico con uno eléctrico para hacer un sistema híbrido enchufable de 270 caballos con una suavidad de marcha envidiable –gracias a la electrificación– que cuenta con la etiqueta Cero de la DGT para aparcar en cualquier sitio.

El Passat está disponible únicamente en carrocería familiar –una declaración de intenciones– y el maletero es de los más grandes de su segmento. En él, caben tablas de snowboard, bicicletas, perros y varias maletas. El precio, para el modelo híbrido, parte de los 50.345 euros, pero está en torno a unos 10.000 euros menos si se quiere la opción mild-hybrid.

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