El reloj marcaba las 18.34 h del 16 de junio cuando Sahar Emami anunció frente a las cámaras de televisión que estaban siendo atacados por la aviación israelí. Su dedo apuntó al cielo y de inmediato cayeron pedazos del techo mientras las cámaras transmitían a todo el país cómo la mujer, cubierta con el chador negro obligatorio en la televisión pública iraní, abandonaba el plató.
La imagen de la presentadora del ente público en el momento del bombardeo israelí llena las vallas de Teherán
El reloj marcaba las 18.34 h del 16 de junio cuando Sahar Emami anunció frente a las cámaras de televisión que estaban siendo atacados por la aviación israelí. Su dedo apuntó al cielo y de inmediato cayeron pedazos del techo mientras las cámaras transmitían a todo el país cómo la mujer, cubierta con el chador negro obligatorio en la televisión pública iraní, abandonaba el plató.
El fuego lo acabó consumiendo todo; las paredes y fachadas quedaron teñidas por el humo negro y el suelo, cubierto por vidrios y pedazos de metal.
De las pocas cosas que sobrevivieron fueron los soportes de hierro que sostenían las pantallas del teleapuntador que le dictaban a Emami unas líneas que hacía rato ella había abandonado para referirse al que era el ataque israelí que más trascendía en la población. La imagen de Emami señalando hacia el cielo está hoy en decenas de vallas en toda Teherán; el sistema la ha convertido en el símbolo de la resistencia de la población durante los 12 días de guerra.
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La presentadora logró huir de la construcción en medio del caos y pocos minutos más tarde apareció desde otro estudio que habían habilitado en otro edificio desde del gran complejo de la IRIB –las siglas por las que se conoce la televisión pública– en el norte de la ciudad, donde cada construcción está separada de la otra por extensos jardines. Uno de los lugares con mayor seguridad de la capital en tiempos de paz. “El ataque no fue contra el edificio de noticias; fue contra la libertad de expresión y la voz de las mujeres y niños”; dijo Emami cuando reapareció en pantalla.
El director del canal anuncia una demanda internacional por “violación contra la libertad de expresión”
Para entonces la televisión había puesto en marcha los protocolos de seguridad y enlazó la transmisión de otro de sus canales con el de noticias, lo que hizo que nunca parara de emitir desde su sede central en Teherán. Los directivos de la institución estaban seguros de que los atacarían, tal como ha hecho Israel con televisiones en Líbano y Gaza.
El clérigo Motamedi, director del personal cultural de IRIB, es una de las autoridades de la institución encargados de hacer un recorrido a la prensa por el edificio de vidrio, como se conoce esta gran construcción rectangular donde está la parte editorial y estudios de noticias de la televisión pública que durante más de cuatro décadas ha sido el altavoz del sistema.
“Dado el nivel de amenazas que se habían producido, los directivos suponían que podía ser atacado este lugar. Por eso decidieron evacuar con anticipación”, cuenta el clérigo. Poco antes las redes recogían un mensaje de las fuerzas militares israelíes que ordenaban la evacuación del distrito 3. En esta importante área de la ciudad no solo está la televisión, sino que también es una popular área comercial y residencial donde viven al menos trescientas mil personas y hay varias sedes diplomáticas.
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La embajada española estuvo ubicada en la zona durante años y, tanto la oficina comercial como la agencia de noticias Efe tienen su sede en esta área. “En ese momento ya solo quedaban quienes estaban trabajando en el área de la presidencia”, explica el clérigo. Y también algunas personas del equipo técnico. Una de ellas murió y al menos tres personas más quedaron heridas. Si el canal hubiera estado operando al cien por cien las consecuencias humanas hubieran sido aún más devastadoras. Aunque la estructura se sostiene, el interior quedó arrasado. Solo son reconocibles unas cuantas oficinas en uno de los lados.
“Este ataque demuestra por sí mismo la importancia de esta labor de informar. Nuestros enemigos tienen muchas cadenas de televisión, especialmente aquellas que transmiten directamente en lengua persa, y buscan manipular la mente y el espíritu de nuestro pueblo” dice el clérigo. IRIB es uno de los pilares sobre los que el sistema de la República Islámica se ha sostenido durante más de 40 años, su director es elegido directamente por el líder supremo, pero también es una de las instituciones que ha estado en el ojo del huracán durante décadas.
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Muchas voces fuera –y también dentro del mismo sistema–, critican que se haya mantenido estancada en una visión del mundo que no recoge las transformaciones de la sociedad iraní y, solo en contadas excepciones, recoge voces críticas. Es la voz que refleja sólo al sistema, su ideología, y quienes lo apoyan. En muchas ocasiones ha transmitido confesiones forzadas a prisioneros y ha sido utilizada para enviar mensajes que atemoricen a la población y se abstengan de alzar su voz para pedir cambios.
Esto ha llevado a que muchas personas se hayan alejado de sus pantallas y prefieran alternativas, como canales emitidos desde el extranjero. Pero el ataque del 16 de junio volvió a llevar a la población a mirar su televisión pública y fueron muchas las voces que rechazaron el bombardeo, que el director de la institución, Peyman Yebeli, calificó de “crimen de guerra”. En la visita de la prensa, expresó que habían recopilado todos los datos para presentar una “demanda en tribunales internacionales por esta violación contra la libertad de expresión”.
EE.UU. estudia pagar a Irán y relajar las sanciones a cambio de que Teherán acepte volver a las negociaciones sobre su programa nuclear, indicó ayer la CNN. Según la cadena, la Casa Blanca habría seguido en contacto con las autoridades iraníes pese al ataque estadounidense del sábado contra tres instalaciones nucleares de Irán. Las propuestas consideradas serían incentivos para que Irán acepte detener totalmente el enriquecimiento de uranio e incluirían entre 20.000 y 30.000 millones de dólares de inversiones, procedentes de Oriente Medio, en un nuevo programa nuclear iraní sin enriquecimiento de uranio. Tambíen la eliminación de algunas sanciones económicas, el acceso a 6.000 millones de dólares de Irán bloqueados en el extranjero y el pago del coste del reemplazo de la instalación nuclear de Fordow, bombardeada por EE.UU.
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