First Dates se ha convertido en el lugar perfecto para que personas de diferentes partes del mundo se conozcan y disfruten de una velada de ensueño entre las cuatro paredes del restaurante más famoso de la pequeña pantalla. En la noche del lunes, Carlos Sobera y Laura Boado daban la bienvenida a Estefanía (42), una manipuladora de fruta afincada en Motril, Granada, que dejaba al equipo del programa sin palabras a su llegada.
Estefanía y Rodrigo eran dos de los protagonistas de la noche del lunes en el espacio de Cuatro
First Dates se ha convertido en el lugar perfecto para que personas de diferentes partes del mundo se conozcan y disfruten de una velada de ensueño entre las cuatro paredes del restaurante más famoso de la pequeña pantalla. En la noche del lunes, Carlos Sobera y Laura Boado daban la bienvenida a Estefanía (42), una manipuladora de fruta afincada en Motril, Granada, que dejaba al equipo del programa sin palabras a su llegada.
»Tengo unos 150 tatuajes. La pasión por los tatuajes empezó cuando tuve a mi primer hijo, me puse su nombre», contaba. En el amor, no había tenido mucha suerte, ya que reconocía que »el mercado está muy mal». Aún así, no perdía la esperanza. »Quiero que esté todo el día riendo y de broma. Me da igual el físico, me tiene que impactar», declaraba.

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El elegido para cenar con él era Rodrigo (37), un empresario de Jaén que se quedaba sin palabras al conocer a Estefanía. »El chico cuando me ha visto habrá pensado ‘cuántos tatuajes»’, comentaba la soltera entre risas. Pero más en shock se quedaba cuando la soltera le explicaba que llevaba un año viviendo en Granada y que realmente era de Barcelona. »Es que el acento granadino se pega. Desde la primera semana llevo con el acento», contaba.
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Tras intercambiar sus primeras palabras, el presentador acompañaba a la pareja hasta su mesa, donde comenzaban la velada hablando del tema estrella de Estefanía: los tatuajes. »No es mi prototipo de mujer», sentenciaba Rodrigo. »Es un viejoven apañado», aseveraba la soltera. Su único punto en común durante todo la velada fue el té matcha.

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Pero la situación entre ambos empeoraba cuando el andaluz contaba que estuvo viviendo muchos años en Barcelona. »Nunca me ha gustado. He chocado mucho con la gente allí. Ellos tienen una cultura de ser un poco… Al contrario de los andaluces. Yo mi Andalucía ya no la cambio porque al final tenemos un corazón de otra manera…», aseveraba.
Unas palabras que no hacían nada de gracia a Estefanía. Sin embargo, la soltera también decidía ser clara con su opinión sobre la gente de Granada. »Yo soy muy abierta, y aquí les cuesta un poco… Cuando te ven así dicen ‘¿de dónde viene esta?’. Están muy apalancados, no disfrutan de unas risas con una guitarra fuera, y yo vengo de un barrio así, Badalona», declaraba. »Es que Badalona es muy agitanado. Deja un poco que desear. La gente tira las cosas por ahí, está muy sucio», confesaba él. »Yo soy de ahí ¡No digas eso! Tenemos conceptos muy diferentes», replicaba la soltera visiblemente enfadada.

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La cita avanzaba y la complicidad entre ambos era prácticamente inexistente. »No me veo identificado con ella. Vamos en diferentes direcciones», sentenciaba él. »Desgraciadamente, no ha cumplido mis expectativas», confesaba la catalana. Como era de esperar, no había sorpresas en la decisión final. »Como pareja no congeniamos ni con cola», dejaba claro ella. »Habéis fallado chicos», comentaba él.
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