Trump mantiene a Irán en vilo

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En el imaginario colectivo estadounidense permanece el astronómico coste humano, militar y económico de las intervenciones bélicas del Pentágono este siglo en Oriente Medio. La invasión de Irak (2003), justificada tras el 11-S por el riesgo ficticio de que el país poseía armas de destrucción masiva, se prolongó ocho años; la invasión de Afganistán (2001), que prometía eliminar rápidamente a los talibanes e instaurar un régimen democrático, duró 20 años y, tras una retirada caótica, los talibanes retomaron el poder; la intervención en Libia (2011) logró derrocar a Muamar el Gadafi, pero empoderó a múltiples milicias rebeldes, lo que desembocó en una guerra civil crónica y el colapso del Estado; la implicación en la guerra civil siria (2014), para destronar a Bashar el Asad y luchar contra el Estado Islámico, se alargó una década, hasta que el pasado diciembre los islamistas tomaron el poder.

Ahora Estados Unidos se encuentra al borde del precipicio de otro conflicto en Oriente Medio, sopesando –con la opinión pública abrumadoramente en contra– si unirse a la campaña militar de Israel contra Irán. La justificación es la que lleva dando el primer ministro Beniamín Netanyahu durante más de tres décadas, como destacó un reciente y viral recopilatorio de la CNN: que Irán nunca había estado tan cerca de producir su primera bomba nuclear.

TOPSHOT - This handout picture provided by the Iranian Red Crescent on June 19, 2025 shows mourners during the funeral of two Iranian Red Crescent members who were killed the previous days during an Israeli strike in Tehran. The Iranian Red Crescent said on June 18 that an Israeli attack took place near its building in Tehran, on the sixth day of an air war between Iran and Israel, noting that the strike appeared to not be targeting the aid group. (Photo by Iranian Red Crescent / AFP) / === RESTRICTED TO EDITORIAL USE - MANDATORY CREDIT
Funeral ayer en Teherán de dos miembros de la Media Luna Roja iraní muertos la víspera en un bombardeo israelí
– / AFP

Netanyahu presiona al republicano: “Confío en su criterio. Es un gran amigo y líder mundial”

El presidente, Donald Trump, hizo campaña el año pasado prometiendo no involucrarse en ninguna otra de lo que él define como “guerras eternas”. Pero ayer su secretaria de prensa, Karoline Leavitt, confirmó que tomará “en las próximas dos semanas” la decisión final sobre si bombardear Irán. El republicano tiene ahora a sus votantes, y a una parte importante del movimiento MAGA (incluidos Steve Bannon, Tucker Carlson y Marjorie Taylor Greene), expectantes por conocer su conclusión. Hasta ahora, ha jugado con la intriga sobre la posibilidad de participar en el conflicto: “Puede que lo haga, puede que no”, dijo el miércoles, manteniendo la incertidumbre.

Mientras tanto, el primer ministro israelí, Beniamín Netanyahu, presiona para arrastrarlo a la guerra. “Es una decisión que debe tomar él, pero puedo decirles que ya está ayudando mucho, porque está participando en la protección del cielo de Israel y sus ciudades”, dijo ayer Netanyahu. “Trump hará lo mejor para EE.UU. Confío en su criterio. Es un gran amigo, un gran líder mundial, un gran amigo de Israel y del pueblo judío”, sentenció el primer ministro.

El enviado de Washington a la región, Steve Witkoff, mantiene contactos con el régimen iraní

El ataque de Irán contra el mayor hospital del sur de Israel, durante la madrugada de ayer, da más motivos al sector de asesores de Trump que aboga por bombardear el país persa y unirse activamente a la campaña militar israelí, pese al riesgo de escalada. Trump está usando la amenaza de atacar Irán –de tener un “control absoluto de sus cielos” y saber “dónde se esconde” el ayatolá Alí Jamenei– como una estrategia para lograr la rendición del país y que firme un acuerdo nuclear en sus propios términos. Pero Teherán no ha cedido un centímetro, a juzgar por sus declaraciones oficiales.

El enviado a la región, Steve Witkoff, se ha estado llamando con el ministro de Exteriores iraní, Abas Araqchi, desde que comenzó el conflicto el viernes pasado. Pero, según afirmaron tres fuentes diplomáticas a Reuters, Teherán no volverá a la mesa de negociación hasta que finalicen los ataques de Israel. Tras cinco rondas de diálogo entre Witkoff y Araqchi en Omán en los últimos dos meses, de momento la ventana diplomática sigue cerrada.

Trump pospone su decisión porque “hay una posibilidad de que se celebren diálogos con Irán”

El periódico The Times of Israel aseguraba ayer que Trump tenía previsto tomar su decisión de forma todavía más precipitada: en un margen de 24 a 48 horas, es decir, a más tardar el sábado. De momento, la participación estadounidense se ha limitado a la defensa de Israel, mediante la interceptación de la mayoría de los misiles balísticos iraníes. Pero podría evolucionar hacia una implicación más directa. Tel Aviv requiere de la ayuda del Pentágono para desarticular el importante búnker nuclear de Fordow, algo que puede lograr con sus bombas más pesadas, las de 14 toneladas. Para eso, necesita que EE.UU. lleve un bombardero B-2 por el espacio aéreo iraní y lance la bomba GBU-57, que solo posee Washington.

Si decide entrar en conflicto, Trump podrá usar el arsenal y los efectivos del Pentágono desplegados por toda la región. Tiene unos 45.000 soldados en sus bases y otros lugares con presencia militar en Turquía, Irak, Kuwait, Baréin, Emiratos Árabes Unidos y Omán, entre otros. También cuenta con múltiples destructores, portaaviones, cruceros lanzamisiles y submarinos en el Mediterráneo oriental, el mar Arábigo y el mar Rojo, y esta semana ha enviado algunos de sus aviones de combate, como los F-16, F-22 y F-35. Trump desea que su omnipresente ejército disuada a Teherán y le fuerce a negociar, pero, si no lo hace, podría dar el paso e inflamar todavía más el conflicto, que ya es el de más intensidad entre las dos potencias regionales.

“Pondremos fin a las guerras eternas”, clamaba Trump en campaña. “Bajo nuestra Administración, no iniciaremos ningún conflicto, los terminaremos”, prometió el día de su investidura. “Mediremos nuestro éxito por las guerras que logramos terminar y en las que nunca nos metimos”, aseguró en su primer discurso ante una sesión conjunta del Congreso, criticando las “guerras de Joe Biden”. Pero ni ha logrado quitarse de en medio los conflictos en Gaza y Ucrania, que prometió finalizar en 24 horas, ni ha logrado la paz y la estabilidad global que profetizó. Mientras tanto, el mundo sigue en vilo, esperando su decisión final sobre Irán.

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