Aún conmocionado, Pedro Sánchez apretó los dientes y aplicó un torniquete de urgencia, tras conocer el pasado jueves el devastador informe de la UCO sobre Santos Cerdán, para evitar que la enorme cornada recibida mandara al Gobierno y al PSOE directamente al tanatorio, sin opción ya ni de pasar por la enfermería.
“Estamos viendo opciones”, confirman en el núcleo duro del jefe del Ejecutivo, pero será en su caso el presidente quien lo anuncie
Aún conmocionado, Pedro Sánchez apretó los dientes y aplicó un torniquete de urgencia, tras conocer el pasado jueves el devastador informe de la UCO sobre Santos Cerdán, para evitar que la enorme cornada recibida mandara al Gobierno y al PSOE directamente al tanatorio, sin opción ya ni de pasar por la enfermería.
El torniquete consistió en exigir a Cerdán su dimisión como secretario de organización del PSOE y su renuncia como diputado del Congreso; anunciar una reestructuración de la ejecutiva de Ferraz en el comité federal que se celebrará el 5 de julio en Sevilla; y encargar una auditoría externa para descartar toda sospecha sobre una financiación irregular en el partido.
“Haremos lo que tengamos que hacer”, advierten en Ferraz si Cerdán no entrega su acta de diputado
Sánchez aplicó estos primeros auxilios cuando la bomba de la UCO acababa de explotar y aún no se había disipado la enorme humareda que provocó. Sin conocer, por tanto, el alcance total del daño infringido en el Gobierno y el PSOE, que aumenta cada día según se desvelan los audios de la presunta trama de corrupción de Santos Cerdán, José Luis Ábalos y Koldo García.
Pero el propio Sánchez ya parece consciente de que el torniquete de emergencia no es suficiente para frenar la hemorragia y garantizar la supervivencia del mandato. El presidente está este fin de semana preparando nuevos movimientos, según confirman fuentes socialistas, para afrontar la crisis y tratar de salvaguardar una legislatura que se encamina a su ecuador. Un plan de reacción que prevén inminente, quizá cuestión de horas, según sostienen.
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“Estamos viendo opciones”, confirma a La Vanguardia un ministro del núcleo duro de Sánchez. Pero será en su caso el presidente quien lo anuncie.
Lo único que por ahora tienen por seguro en su equipo, pese a la incertidumbre del momento y el calado de la crisis, es lo que el jefe del Ejecutivo descarta, al menos por ahora. Aseguran así que Sánchez no contempla un adelanto electoral ni convocar un congreso extraordinario del PSOE, como demandan algunos sectores socialistas.
Él mismo descartó el jueves precipitar las elecciones. Y, en el plano orgánico, la convocatoria es la del comité federal el 5 de julio. En Ferraz recuerdan que se trata del máximo órgano entre congresos.

Daniel Gonzalez / EFE
Y Sánchez también descarta someterse a una cuestión de confianza, según subrayan en su equipo. El ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, ya zanjó el viernes que esta opción “no está encima de la mesa”. El argumento que esgrimen en la Moncloa sigue siendo el mismo: que el PP presente una moción de censura si Alberto Núñez Feijóo quiere certificar de qué respaldo parlamentario dispone.
Mientras el presidente ultima su plan de reacción, el PSOE contiene el aliento. Los fieles a la Sánchez, que aseguran que sigue gozando del apoyo de la militancia que le devolvió el liderazgo del partido en el 2017, dan por hecho que los sectores críticos no tienen capacidad para forzar un adelanto electoral –una prerrogativa exclusiva del presidente– ni tampoco la convocatoria de un congreso extraordinario del partido para tratar de relevarle. Mientras sea presidente del Gobierno, además, no se atisban posibles movimientos desestabilizadores.
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En espera de los movimientos de Sánchez, los ministros socialistas tratan de mantener viva la llama. El viernes fue el turno de Félix Bolaños y Óscar López, ayer de Diana Morant –“No somos inmunes a la corrupción, pero cuando la detectamos, la erradicamos”, aseguró–, y hoy de la vicepresidenta María Jesús Montero.
Y, entre tanto, crece el temor a que Cerdán, pese a que así lo aseguró el jueves, opte finalmente por no entregar su acta de diputado. El grupo socialista estuvo todo el viernes esperando a que lo hiciera, sin éxito hasta que cerró el registro. Y como Cerdán no dispone de portafirmas electrónico no podrá hacerlo hasta mañana, si es que decide renunciar al acta. “Si no es así, haremos lo que tengamos que hacer”, avisan en Ferraz. Ya lo tuvieron que hacer con Ábalos.
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