Pedro Sánchez ha abandonado este miércoles la cumbre de la OTAN celebrada en La Haya sin haber cruzado ni un simple saludo con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, molesto porque España se haya negado en redondo a asumir un incremento del gasto militar de hasta el 5% de su PIB como el resto de los aliados. “No he tenido ocasión de poder saludarle ni de intercambiar unas palabras con él”, ha admitido el mandatario español sobre Trump.
El mandatario español solo compromete el 2,1% del PIB para gasto en defensa: “Una inversión suficiente, realista y compatible con nuestro modelo social”
Pedro Sánchez ha abandonado este miércoles la cumbre de la OTAN celebrada en La Haya sin haber cruzado ni un simple saludo con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, molesto porque España se haya negado en redondo a asumir un incremento del gasto militar de hasta el 5% de su PIB como el resto de los aliados. “No he tenido ocasión de poder saludarle ni de intercambiar unas palabras con él”, ha admitido el mandatario español sobre Trump.
Aunque Sánchez ha negado intencionalidad: “Ha sido casualidad que no haya podido saludarle”. Y ha asegurado que “habrá otras oportunidades” para poder saludar y charlar con el presidente norteamericano. Ahora bien, el mandatario español tampoco se ha querido pronunciar sobre el tono adulador que en todo momento ha mantenido con Trump el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, durante esta cumbre. “Cada cual que saque sus propias conclusiones”, ha alegado.
Pedro Sánchez era muy consciente del “riesgo”, según admiten en la Moncloa, de provocar una reacción airada de Donald Trump al hacer bandera pública de su contundente rechazo a incrementar hasta el 5% del PIB el gasto militar en España con la carta que el pasado jueves remitió al secretario general de la OTAN, Mark Rutte. En plena tormenta por el escándalo de presunta corrupción que anidaba en el corazón del PSOE, Sánchez quiso girar todos los focos hacia la trascendental cumbre que la Alianza Atlántica ha celebrado este miércoles en La Haya.
La reacción de Trump –un impredecible presidente de Estados Unidos que no tuvo inconveniente en humillar públicamente al ucraniano Volodímir Zelenski o al sudafricano Cyril Ramaphosa en la misma Casa Blanca- fue no obstante contenida. Apenas advirtió, desde el Air Force One con el que aterrizó a La Haya, de que el rechazo de España a ese gasto en defensa del 5% suponía un “problema”. En la Moncloa resaltaron que en los últimos días hubo contactos diplomáticos “al más alto nivel” con EE.UU. y que la Administración Trump estuvo en todo momento al tanto del intercambio de misivas entre Sánchez y Rutte, así como del acuerdo alcanzado el pasado domingo para firmar hoy una resolución “ambigua” de la OTAN que permita al mandatario español mantener su rechazo al 5%.
Y en la Moncloa descartaron tajantemente que Sánchez tuviera ninguna intención de escenificar en la cumbre de La Haya su desencuentro con Trump: “No vamos a ir al choque con Estados Unidos”, afirmaron. De hecho, el mandatario español ha evitado hasta el contacto directo con el presidente norteamericano, tanto en la noche del martes, durante la cena ofrecida por los Reyes de los Países Bajos, como este miércoles en la propia cumbre de la OTAN. En la foto de familia, Sánchez ha estado situado en un extremo de la escena, separado de Trump por otros tres mandatarios. Y en la reunión a puerta cerrada, sentado igualmente con los mismos tres líderes internacionales de distancia del inquilino de la Casa Blanca. Ni siquiera ha habido ninguna foto de Sánchez saludando a Trump. Porque no hubo saludo.
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