Montoya y Anita rompieron las normas de Supervivientes con una naturalidad que no dejó margen a la duda. El abrazo, el cruce de playa y la frase que soltaron —“me da igual” seguido de un “a mí también”— no eran una rabieta puntual, eran un plan con todas las letras.
La reacción inmediata de producción no logró frenar a los concursantes, que acabó con ambos concursantes castigados con un encierro de 24 horas sin privilegios
Montoya y Anita rompieron las normas de Supervivientes con una naturalidad que no dejó margen a la duda. El abrazo, el cruce de playa y la frase que soltaron —“me da igual” seguido de un “a mí también”— no eran una rabieta puntual, eran un plan con todas las letras.
La organización lo vio todo, pero ellos no frenaron. Ni los gritos desde producción lograron contener el paso decidido de Anita, que se lanzó al mar y cruzó la valla que separaba las playas. El castigo llegó, claro. Un día enjaulados, sin privilegios y con Carmen Alcayde como enlace logístico, ya que la presentadora también cruzó los límites de la playa.
Salchichas y decisiones unilaterales
El motivo del gran disgusto fueron unas salchichas. Todo empezó cuando a ella y a Laura Cuevas les tocó elegir entre un premio individual bastante generoso y una opción más austera pero compartida. Laura no esperó ni a que Anita opinara. Eligió los perritos calientes y, según contó más tarde, le comió tanto la cabeza que Anita no reaccionó a tiempo. A la vuelta, el grupo se lo tomó fatal y ella terminó marginada.
Mientras lidiaba con el enfado general, llegó el momento de repartir el arroz y las lentejas. Laura dijo que no quería nada, pero Anita, mareada, decidió comer su parte. El grupo se le echó encima. “Otros se han comido pizzas sin compartir y aquí no pasó nada”, soltó.
Desde entonces, se sintió invisible. Aseguró que nadie le dirigía la palabra, que todo se le hacía cuesta arriba y que no aguantaba más. Según contó, incluso lloró cuando Koldo le dejó caer que, de haber ido sola, habría escogido lo mejor solo para ella. “Estoy harta porque es como si fuera un fantasma. No puedo más con este grupo”, confesó mientras cruzaba la valla.
En ese punto, Montoya no dudó. Caminó hacia ella, la abrazó y lanzó comentarios negativos hacia el cocinero: “Ya está bien con las trampas y con las cositas, Koldo ya está bien con la cara de bueno. Estás demostrando que la edad es un número. Anita estaba mal”.
Aunque sabían que romper las reglas tendría consecuencias, su idea de justicia pesó más que cualquier norma del reality. “Tú tranquila, que ya hemos pasado por cosas peores”, le dijo él mientras los dos se olvidaban del reglamento por un rato.
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