Portugal celebra desde ayer, por fin, su juicio del siglo. Tras fracasar en sus denodados intentos para evitarlo, el antiguo primer ministro socialista José Sócrates se sienta en el banquillo del campus de la justicia lisboeta acusado de cobrar 34 millones de euros en mordidas a través de un testaferro, su amigo el empresario Carlos Santos Silva. Han pasado doce años desde que empezó la investigación y más de diez desde la detención de Sócrates. La vista, que se inició a puerta cerrada, durará mucho tiempo, no se sabe cuánto. Coincidirá con las municipales del otoño. Así, alimentará de nuevo el discurso del líder ultra André Ventura para deslegitimar el régimen democrático, que resume como “50 años de corrupción”.
El expremier socialista está acusado de cobrar 34 millones en mordidas
Portugal celebra desde ayer, por fin, su juicio del siglo. Tras fracasar en sus denodados intentos para evitarlo, el antiguo primer ministro socialista José Sócrates se sienta en el banquillo del campus de la justicia lisboeta acusado de cobrar 34 millones de euros en mordidas a través de un testaferro, su amigo el empresario Carlos Santos Silva. Han pasado doce años desde que empezó la investigación y más de diez desde la detención de Sócrates. La vista, que se inició a puerta cerrada, durará mucho tiempo, no se sabe cuánto. Coincidirá con las municipales del otoño. Así, alimentará de nuevo el discurso del líder ultra André Ventura para deslegitimar el régimen democrático, que resume como “50 años de corrupción”.
Nunca antes se había juzgado en Portugal a un antiguo primer ministro acusado de delinquir en el ejercicio del cargo, el más relevante en el sistema político y que Sócrates ocupó entre el 2005 y el 2011. La sociedad portuguesa lo vive como una doble enorme vergüenza, por la gravedad de los delitos atribuidos al otrora “chico de oro” del Partido Socialista (PS), de corrupción, blanqueamiento de capitales y fraude fiscal, así como por el interminable proceso, cuyo final definitivo no se espera para esta década. Ha dejado en evidencia el carácter paquidérmico de la justicia portuguesa. Por ejemplo, el tribunal acaba de tardar casi tres semanas en recibir una relevante comunicación de otro juzgado lisboeta que instruyó una pieza separada de la principal.
La vista coincidirá con las municipales y alimentará las críticas de la ultraderecha al régimen democrático
Aunque presuma de ser un “pobre provinciano” que vivía de la generosidad de su amigo, Sócrates cuenta con un potente equipo jurídico que presentó medio centenar de recursos que retrasaron la causa e hicieron que prescribiesen algunos cargos. En el 2021 logró echar abajo casi todo el caso cuando el juez Ivo Rosa anuló la mayor parte de la instrucción, pero un tribunal de apelación revocó esa decisión y forzó el juicio.
El pasado lunes Sócrates llevó su pugna a Estrasburgo. De la mano de Christophe Marchand, abogado en su día de Julian Assange y Carles Puigdemont, recurrió ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, pues considera que sufre una persecución política. Ayer intentó recusar a la magistrada que lo juzga, Susana Seca, por parcialidad, y al fiscal general, Armando Guerra, quien dijo que en la vista el político podrá “probar su inocencia”, lo que cuestionaría la presunción de no culpabilidad.
En este macroproceso de 62.000 páginas y que pasó por las manos de 300 de los 1.800 jueces portugueses, según cálculos del semanario Expresso, están imputadas también destacadas antiguas figuras de las finanzas lusas. El reto de la fiscalía reside en probar los mecanismos de la corrupción. El tribunal de apelación consideró fundados los indicios de que Sócrates percibió los 34 millones en mordidas del grupo Lena, el de su amigo Santos Silva, del Banco Espírito Santo y de una inmobiliaria. Y también que el botín lo gestionaba el testaferro, que le habría pagado los tres millones del apartamento de París y le hacía llegar bolsas llenas de billetes.
El juicio coincidirá con las elecciones municipales que el Gobierno fijó ayer para el 12 de octubre. Será una situación incómoda para el PS, aunque rompiese con Sócrates hace tiempo. Sí resulta propicia para el ultra André Ventura que, como profesor de Derecho, inició su carrera de tertuliano televisivo que le llevó a la fama justo tras la detención del ex primer ministro, cuya foto usó en carteles de las últimas elecciones.
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