La victoria de José Antonio Kast tiene regusto de derrota moral para la generación que despertó a la edad adulta con el golpe de estado de Augusto Pinochet en 1973. Fue uno de los momentos claves de la Guerra Fría. La sublevación militar contra el gobierno democráticamente elegido de Salvador Allende, con el apoyo de la CIA, provocó una oleada de protestas en Europa y fortaleció el antiamericanismo de la joven izquierda. El presidente derrocado, muerto en el asalto del Ejército al Palacio de la Moneda, se convirtió en símbolo, como el “Te recuerdo Amanda” de Victor Jara, el cantautor asesinado después de torturas en el Estadio de Chile.
La victoria de José Antonio Kast tiene regusto de derrota moral para la generación que despertó a la edad adulta con el golpe de estado de Augusto Pinochet en 1973. Fue uno de los momentos claves de la Guerra Fría. La sublevación militar contra el gobierno democráticamente elegido de Salvador Allende, con el apoyo de la CIA, provocó una oleada de protestas en Europa y fortaleció el antiamericanismo de la joven izquierda. El presidente derrocado, muerto en el asalto del Ejército al Palacio de la Moneda, se convirtió en símbolo, como el “Te recuerdo Amanda” de Victor Jara, el cantautor asesinado después de torturas en el Estadio de Chile.Seguir leyendo…
La victoria de José Antonio Kast tiene regusto de derrota moral para la generación que despertó a la edad adulta con el golpe de estado de Augusto Pinochet en 1973. Fue uno de los momentos claves de la Guerra Fría. La sublevación militar contra el gobierno democráticamente elegido de Salvador Allende, con el apoyo de la CIA, provocó una oleada de protestas en Europa y fortaleció el antiamericanismo de la joven izquierda. El presidente derrocado, muerto en el asalto del Ejército al Palacio de la Moneda, se convirtió en símbolo, como el “Te recuerdo Amanda” de Victor Jara, el cantautor asesinado después de torturas en el Estadio de Chile.

JAVIER TORRES / AFP
Hay un hilo que conecta a la dictadura de Pinochet con la Alemania del Holocausto y otro, todavía más fino, con la España de Franco. Después de la derrota del Tercer Reich en 1945, Chile acogió a destacados miembros de la Alemania nazi. En el libro Calle Londres 38, el abogado Philippe Sands explora esos vínculos comparando las biografías del SS Walter Rauff, acusado de la muerte de 250.000 personas en el Este de Europa, refugiado en la Patagonia y amigo de los militares, y de Augusto Pinochet, que en 1998 sufrió arresto domiciliario en la capital británica después de que un juez español, Baltasar Garzón, le acusara de genocidio y violación de los derechos humanos.
La España que no supo juzgar a Franco, quiso juzgar a Pinochet en el que fue uno de los casos penales internacionales más importantes desde los juicios de Nuremberg. Finalmente, el gobierno británico decidió que no debía extraditar a Pinochet a España por razones de salud. Como Franco, Pinochet murió en la cama, en 2006. Walter Rauff, que fue perseguido y vigilado por el Mosad, tampoco fue extraditado a Alemania. Falleció en Santiago de Chile en 1984.

Bettmann / Getty
El padre de José Antonio Kast, miembro del partido nazi y de la Wehrmacht, era miembro de esa diáspora alemana que se refugió en Chile en la postguerra. El hombre que asumirá la presidencia de Chile el próximo mes de enero, ha defendido siempre el legado de la dictadura (1973-1990). Un legado económico, la que fue primera economía abiertamente neoliberal, un radicalidad solo superada estos últimos años por la Argentina de Javier Milei. Y también el legado moral de una dictadura que fue una catástrofe para los derechos humanos: 3.000 disidentes muertos o desaparecidos; 30.000 detenidos y torturados; 300.000 exiliados.
José Antonio Kast es un hombre educado y amable. “El típico alemán, trabajador y callado” dicen sus vecinos. No es un histrión. No frecuenta las redes sociales. Ha borrado términos como la “ideología de género” de su vocabulario. También ha eludido en los debates electorales, hablar de los indultos a los jerarcas supervivientes de la dictadura, como le piden sus seguidores. Pero sus orígenes y sus vínculos son los que son. Empezó en un partido heredero de una dictadura con la que mantiene incluso vínculos familiares.
El dirigente del Partido Republicano ha intentado en tres ocasiones llegar a la presidencia. Esta vez lo ha conseguido con su mensaje de orden, deportación de inmigrantes irregulares (unos 300.000, en su mayor parte venezolanos) y reactivación económica. La gestión de la inmigración y la búsqueda de orden pesa cada vez más en el debe de los gobiernos progresistas. También en Chile, uno de los países más seguros de Sudamérica. Pero no subestimen la promesa de Kast. En tiempos de incertidumbre, la gente busca orden.
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