El Real Madrid se despidió el martes de la Liga de Campeones en Londres. Leyó ayer una lluvia de palos en la prensa filomadridista. Viajará mañana a Vitoria donde los suplentes tendrán su oportunidad. Si ganan el sábado, vitamina. Si pierden, el equipo se reservaba para la vuelta de la Champions. Lunes y martes, el pregón: la remontada no es imposible. Los nostálgicos resucitarán a Juan Gómez Juanito –malogrado símbolo de la furia española– y a las 21 horas del miércoles 16 de abril once jugadores del Arsenal deberán demostrar que tienen algo imposible de saber hasta que no pasas la prueba: la caldera del Bernabéu y once contrincantes poseídos por el diablo.
El Real Madrid se despidió el martes de la Liga de Campeones en Londres. Leyó ayer una lluvia de palos en la prensa filomadridista. Viajará mañana a Vitoria donde los suplentes tendrán su oportunidad. Si ganan el sábado, vitamina. Si pierden, el equipo se reservaba para la vuelta de la Champions. Lunes y martes, el pregón: la remontada no es imposible. Los nostálgicos resucitarán a Juan Gómez Juanito –malogrado símbolo de la furia española– y a las 21 horas del miércoles 16 de abril once jugadores del Arsenal deberán demostrar que tienen algo imposible de saber hasta que no pasas la prueba: la caldera del Bernabéu y once contrincantes poseídos por el diablo.Seguir leyendo…
El Real Madrid se despidió el martes de la Liga de Campeones en Londres. Leyó ayer una lluvia de palos en la prensa filomadridista. Viajará mañana a Vitoria donde los suplentes tendrán su oportunidad. Si ganan el sábado, vitamina. Si pierden, el equipo se reservaba para la vuelta de la Champions. Lunes y martes, el pregón: la remontada no es imposible. Los nostálgicos resucitarán a Juan Gómez Juanito –malogrado símbolo de la furia española– y a las 21 horas del miércoles 16 de abril once jugadores del Arsenal deberán demostrar que tienen algo imposible de saber hasta que no pasas la prueba: la caldera del Bernabéu y once contrincantes poseídos por el diablo.

Justin Setterfield / Getty
Media España celebró la debacle merengue en el estadio del Arsenal. Y no todos eran barcelonistas. Bastaba con querer el fútbol para alegrarse de que quien lo puso terminó premiado, un merecimiento que no siempre es matemático. La llamada justicia poética. De paso, el Real Madrid recibía un castigo a la soberbia, disculpable si repasamos la cantidad de partidos indolentes de este equipo a lo largo de la temporada, ganados muchos de ellos a base de cuatro arreones…
El Real Madrid ya conoce el guion (y sus detractores también): hoy eliminados, el miércoles ya veremos…
Hace 50 años de muchas cosas. La caída de Saigón, por ejemplo, último capítulo de la guerra de Vietnam. La muerte de Franco. También la última remontada blanca de tres goles. La víctima fue el Derby County –un Arsenal de la época–: 4-1 en la ida, en Madrid 5-1.
No se puede jugar peor un partido de cuartos de final de la Liga de Campeones, salvo Courtois. Ni un sólo jugador dio la talla. Ninguno se erigió en capitán en la hora del naufragio, como si allí la jerarquía fuese una quimera. La falta de concentración fue castigada por el deslumbrante Rice, que marcó en sendos lanzamientos de unas faltas tan justas como gratuitas. Un error de párvulos. Y de postre la auto expulsión de Camavinga, una pataleta impropia de cualquier futbolista de élite.
Media España, sin embargo, cree en la remontada. Quizás hoy no, puede que mañana tampoco. El miércoles, en cambio, estarán convencidos de que marcar tres goles y resolver en la prórroga o la tanda de penaltis es perfectamente posible. La psicología de masas es así…
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Tarde o temprano, el exceso de confianza se paga. No está claro todavía que haya llegado el día de cobros, de ahí ese sentir reservado y precavido de quienes –en contra de la lógica– no damos por eliminado al Real Madrid. No cuesta tanto esperar una semana. Y así te ahorras la cara de idiota que dejan en los contrincantes las remontadas del Bernabéu. Torres más altas que este Arsenal han caído…
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