El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, llegó al poder gracias al apoyo de los grupos pandilleros. El medio digital El Faro , referente en la lucha contra la corrupción y la defensa de los derechos civiles, lo ha demostrado y, por esta revelación, siete de sus periodistas, incluido su redactor jefe Óscar Martínez, están en el punto de mira del Gobierno. Martínez, que lleva más de una década informando sobre las pandillas, denuncia que el régimen está deteniendo a abogados defensores de los derechos humanos y persiguiendo a periodistas. En las últimas semanas, unos 40 informadores han sido obligados a salir del país o no pueden regresar, como es el caso de Martínez. El Salvador, según advierte el reportero, se está convirtiendo en una dictadura. “Apenas queda nada de la democracia”, asegura a su paso por Barcelona, invitado por el CCCB.
El periodista de ‘El Faro’ denuncia las relaciones del presidente Bukele con las pandillas
El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, llegó al poder gracias al apoyo de los grupos pandilleros. El medio digital El Faro , referente en la lucha contra la corrupción y la defensa de los derechos civiles, lo ha demostrado y, por esta revelación, siete de sus periodistas, incluido su redactor jefe Óscar Martínez, están en el punto de mira del Gobierno. Martínez, que lleva más de una década informando sobre las pandillas, denuncia que el régimen está deteniendo a abogados defensores de los derechos humanos y persiguiendo a periodistas. En las últimas semanas, unos 40 informadores han sido obligados a salir del país o no pueden regresar, como es el caso de Martínez. El Salvador, según advierte el reportero, se está convirtiendo en una dictadura. “Apenas queda nada de la democracia”, asegura a su paso por Barcelona, invitado por el CCCB.
“Bukele pactó con las pandillas para alcanzar el poder”
Usted se siente hoy más amenazado que hace unos años, cuando las pandillas hicieron de El Salvador uno de los países más violentos del mundo.
Nos amenazaban en los territorios que controlaban, pero ahora es todo el Estado el que nos persigue. Nos acusan de lavado de dinero, de tráfico de personas y ahora de ser pandilleros porque hemos entrevistado a los pandilleros que confirman los acuerdos políticos y económicos a los que llegaron con Bukele. Hoy, bajo el estado de excepción, ser pandillero se paga con 40 años de prisión. Y en El Salvador no hay límite a la prisión preventiva. Puedes estar encarcelado sin ver nunca a un juez.
El Faro revela en el 2020 los pactos de Bukele con las pandillas. Hemos vistos en varios países latinoamericanos cómo el poder pacta con el crimen organizado para obtener réditos políticos.
En El Salvador esta relación viene de muy atrás. Bukele empieza en la política en el 2012, como miembro del FMLN, una coalición de partidos que surge de la izquierda guerrillera. En ese año, el FMLN ya pactó con las pandillas. Les pagó en el 2014 para ganar la presidencia del país con Salvador Sánchez Cerén y en el 2015 para obtener la alcaldía de San Salvador con Nayib Bukele.
Luego, Bukele pactó con ellas para alcanzar la presidencia en el 2019 y reducir la violencia.
Sí, pero volvían a matar cuando consideraban que el presidente no cumplía con lo pactado. Los cadáveres eran su activo político. Bukele les aguantó tres masacres. En dos mataron a más de 50 personas y en marzo del 2022 asesinaron a 87 salvadoreños en un fin de semana. Entonces, decretó el estado de excepción y acabó con ellas.
Y los salvadoreños se lo agradecen. ¿No te parece que tienen razón?
E s verdad que lo adoran. Tiene un índice de aprobación por encima del 80% y lo mantiene a pesar de llevar seis años en el poder. Y hay que entender que las pandillas eran muy sanguinarias y causaban un daño terrorífico.
¿Cómo explica que fueran tan violentas?
El Salvador no conoce otros modelos de gobierno que no sean la represión y la violencia. Se mantienen con Bukele. No conocemos la paz. Tampoco entendemos de democracia. La que tuvimos en la posguerra fue muy raquítica. Luego está la desigualdad en todos los ámbitos, no solo en el económico. La educación y la salud públicas son un desastre. En un país condenado a sobrevivir, la prioridad es comer, y cuando un mesías, un vendedor de humo como Bukele, te vende soluciones mágicas, se las compras.
¿Qué responsabilidad atribuye al colonialismo estadounidense de esta coyuntura?
Durante doce años, EE.UU. financió y entrenó a un ejército asesino. El Salvador ha sido un laboratorio de violencia.
El sistema tampoco ayuda a rehabilitar a los jóvenes.
La palabra rehabilitación es una mala palabra en El Salvador. En un país como este, deformado por la violencia, mucha gente está de acuerdo en combatir la violencia con más violencia.
El fin justifica los medios.
Sí. Bukele acabó con las pandillas, pero a costa de la democracia. El Salvador va camino de ser otra Nicaragua. Y en esta dictadura tenemos la mayor tasa carcelaria del mundo. Uno de cada 57 salvadoreños está preso. Hay más de 87.000. El 13% de los hombres entre 25 y 29 años está preso. No todos son pandilleros. Me atrevería a decir que la mitad no lo son.
El caudillo se crece, la democracia se desvanece.
Apenas queda democracia en El Salvador. Bukele alardea de ser el dictador más cool . Pero que alguien me diga cuándo salió bien en Latinoamérica darle todo el poder a un hombre.
Trump lo protege.
Porque le ayuda a construir una imagen de hombre duro y acepta meter en la inmensa cárcel Cecot a todos los deportados que le envía. EE.UU. ha detenido a 27 líderes de la Mara Salvatrucha 13 y los acusa de pertenencia a un grupo terrorista transnacional. Si quisiera, Trump podría implicar a Bukele por sus tratos con esta y otras bandas.
Entre los deportados hay un líder pandillero, el Greñas.
Esta extradición ha enviado un mensaje muy claro a los jefes pandilleros presos en Estados Unidos. ¿Quién va a declarar en un juicio en Nueva York contra Nayib Bukele si puede acabar en una cárcel de Nayib Bukele?
No puedes volver a El Salvador sin arriesgarte a ir a la cárcel. ¿Cree que ha valido la pena?
Sí. El periodismo cambia las cosas, aunque sea a un ritmo indecente. Pero ha valido la pena porque hemos sido un obstáculo para un dictador.
Muchos salvadoreños, el 80% que apoya a Bukele, le considera un traidor.
Hemos vivido el desprecio de gran parte de la sociedad. Pero el periodismo no se debe a sus lectores, sino a sus principios. Aunque el público aplauda una dictadura, nosotros hemos de combatirla.
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