Nucleares, ¿no, gracias?

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 Vuelve más fuerte que nunca un viejo debate  

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El debate sobre la conveniencia de la energía nuclear ha vuelto. Como los viejos vinilos que parecían una antigualla del pasado, cada vez más voces están perdiendo el miedo a replantear su uso lo que ha sido un tema tabú en los últimos treinta años. Los accidentes nucleares de Chernóbil (1986) y Fukushima (2011) provocaron una reacción unánime de rechazo entre la opinión pública y se decidió por su progresiva eliminación. En España, el Gobierno y las empresas eléctricas pactaron en 2019 el cierre ordenado de las plantas nucleares existentes y el cuidado de toda la basura radioactiva que se había almacenado en estas grandes centrales.

En estas llegó la guerra en Ucrania y, a partir de la dependencia del gas ruso, el descubrimiento que la energía disponible no era infinita y que países como España deberían asegurarse tener aquello que se llamó soberanía energética. Después llegaron los grandes centros de datos para el desarrollo de la IA o las plantas de semiconductores que requieren unos niveles de consumo nunca vistos. Y la puntilla definitiva ha sido la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, que obligará a Europa a tener una mayor autonomía energética y no depender tanto del gas licuado que nos envían desde los Estados Unidos. Este conjunto de circunstancias coincide con el cierre previsto de la central de Almaraz, en Cáceres, que está previsto para 2027, aunque este año debería empezar ya su desmantelamiento para llegar a tiempo.

Las empresas eléctricas han pasado al ataque y empiezan a hacerse escuchar para defender la continuidad de esta energía

Por tanto, hemos llegado al momento decisivo. Las empresas eléctricas han pasado al ataque y empiezan a hacerse escuchar para defender la continuidad de esta energía. Cuando estos últimos años, se le planteaba al Gobierno el debate sobre las nucleares, su respuesta era siempre la misma: nadie nos pide que las mantengamos. Este argumento ya no vale. Ejemplos. Uno: el presidente de Endesa, José Bogas, cree que ha llegado el momento de “replantear” o “postergar” el cierre de las centrales ante la creciente demanda energética existente. Otro: el presidente ejecutivo de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, ha alertado ya de un incremento de la factura energética en más de un 25% si España cierra sus nucleares.

Pero las eléctricas no están solas. El PP presentó el viernes pasado una proposición de ley al Congreso para alargar la vida de las centrales otros diez años más. No parece que la acción de los populares vaya por libre. Su argumento es el gran riesgo que supone la inseguridad del suministro eléctrico ante la demanda que se necesita.

Las empresas energéticas propietarias de la central de Almaraz, Iberdrola, Endesa y Naturgy, están valorando una solución de consenso para presentarla al Gobierno en los próximos días.

Esta excusa es bien válida para Catalunya, donde está previsto que la central Ascó I cierre en el 2030, Ascó II en 2032 y Vandellòs en 2035. Estas tres centrales sumaron durante el año 2024 una producción neta de 22.178,159 millones de kilowatios hora que supusieron hasta el 59,1% de la energía producida en esta comunidad, según datos provisionales de Red Eléctrica de España. La dependencia energética de Catalunya de sus centrales es más que evidente ya que en los últimos años no ha habido una apuesta alternativa por otras energías, como las renovables. El discurso oficial en la Generalitat ha sido que no se quería dejar la transición energética en manos de “los oligopolios” y ello se ha traducido en que ni se han creado plantas de renovables de ningún tipo, ni se ha permitido el transporte de líneas de alta tensión de otras comunidades, como Aragón.

Eólica marina
Una instalación marina de energía eólica 
MITECO / Europa Press

La realidad es que, pese a las buenas intenciones del nuevo Govern de Salvador Illa, no está garantizada la producción de energía con fuentes renovables que pueda sustituir a la nuclear. Los futuros proyectos no están en construcción, ni tan solo autorizados. Uno de los más importantes se refiere a la energía eólica marina. El emplazamiento elegido es un área de 7,8 km2 situada a unos 26 km de la costa frente a la bahía de Roses. Y el territorio ya ha hecho oír su protesta ante algunos de estas iniciativas.

Una alternativa a la energía nuclear en España sería triplicar la producción de las plantas de gas y aquí emerge el hidrógeno verde como una opción muy seria. Es una materia prima no contaminante y con muchas posibilidades de crecimiento en España, por la climatología, por tener zonas despobladas y muchos kilómetros de costa para poder transportar la energía por barco. Sería una apuesta a tener muy en cuenta. Pero el reloj va corriendo.

El debate no es solo español, sino que también se da en países como Alemania, Bélgica o Italia

Este debate no es solo español. En Alemania, tras el fiasco que ha supuesto la dependencia del gas ruso, ya se han alzado muchas voces defendiendo la necesidad de contar con energía nuclear, en un debate similar al que se ha producido con el rearme de su ejército. Estos debates se repiten también en Bélgica, Italia u otros puntos de Europa. Francia ha sido la gran defensora de la energía nuclear, teniendo en cuenta que es el único país de los 27 que dispone de la bomba atómica. Lo nuclear nunca se ha discutido en Francia. Ahora bien, sus plantas tienen muchos problemas de mantenimiento y algunas llevan muchos meses paralizados. El Gobierno francés estudia la creación de nuevas plantas con reactores más pequeños que puedan generar energía y tengan menor riesgo en caso de siniestro. Estos reactores comenzarán a funcionar en 2027.

La Comisión Europea también ha influido en “la beatificación” de la energía nuclear al decidir en 2022 que se la incluyera en la taxonomía de ser considera energía limpia como argumento para ayudar a la descarbonización de la industria.

¿Y cuál será la posición final de los socialistas? Pedro Sánchez acostumbraba a decir a sus interlocutores cuando le tocaban este tema que mientras Teresa Ribera estuviera en el Gobierno no habría moratoria nuclear. Lo que son las cosas: hoy la política socialista está en Bruselas.

Y como cada lunes les dejo aquí mis recomendaciones de esta última semana que no se pueden perder:

– Siempre es bueno escuchar al expresidente José Luis Rodríguez Zapatero que es entrevistado por Enric Juliana;

– John Carlin escoge un pequeño país africano como ejemplo de la agresiva política de Donald Trump;

– El milagro del éxito del Fútbol Club Barcelona tiene un nombre: Hansi Flick. La periodista Anaïs Martí nos desgrana aquí las claves de su triunfo;

– Los movimientos que se están haciendo en Europa, y especialmente en Catalunya, para atraer talento procedente de los Estados Unidos;

– Un buen repaso a la obra literaria de Enrique Vila-Matas en nuestro suplemento Cultura’s;

El debut de la escritora Olga Merino que se incorpora a La Vanguardia;

– La conversación con Óscar Manresa en el podcast Quédate a comer;

– La entrevista a la actriz Ángela Molina en el suplemento Magazine;

– El fascinante descubrimiento de que un exitoso filósofo chino era en realidad una manipulación de IA;

– El vigésimo aniversario del Barcelona Supercomputing Center;

– La noticia del equipo de A Fondo del cierre del centro de moderadores de Meta en Barcelona.

Feliz semana.

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