Nathy Peluso se corona reina en el Sónar: quién dijo que la grasa no era sexy y no se podía romper la dictadura de la delgadez

La argentina ofrece un espectáculo completísimo, transitando del trap y el hip hop a la salsa y la bachata sin renunciar a la sensualidad Leer La argentina ofrece un espectáculo completísimo, transitando del trap y el hip hop a la salsa y la bachata sin renunciar a la sensualidad Leer  

Y de la oscuridad, como una exhalación, la voz poderosa de Nathy Peluso. «Cuento plata, cuento amores. Me cepillo la melena. Y le pido al mozo Martini dulce». Y, de repente, esa figura hipnotizante, que no encajaría en ninguna de las medidas establecidas, moviéndose a ritmo de la salsa. Ese, y no otro, sería el principio y el fin de todo. De lo que pasaría sobre el escenario y de lo que no. Hasta del mundo, al menos del que nació y creció durante una hora.

Nathy Peluso no había hecho más que llegar y todas las reglas del empoderamiento ya habían sido reescritas. Desde la más absoluta sensualidad, todo estaba en su terreno. Si la argentina decía que era el momento de la salsa con la que arrancó en Corleone, se bailaba salsa como si mañana se fuera a morir. Si había que mover los brazos con los versos frenéticos del trap de Aprender a amar y Bussiness Woman, esos brazos se lanzaban al aire, adelante y atrás, al mismo ritmo que sus palabras. Y si tocaba amarrarse a la bachata de Ateo, las caderas se descoyuntaban para seguir lo que se marcaba desde el escenario. Al suyo y al de nadie más.

«Yo sé que hablo de gente triunfadora, valiente y que se atreve. Y entre ustedes y yo sabemos que de vez en cuando hay gente que se dedica a envidiar. No quiero dedicarles mucho tiempo pero de vez en cuando una cancioncita para inspirarnos…» Y ahí, de nuevo, la voz poderosa de La Peluso entre la balada, el cabaret y los ritmos latinos de Envidia. Apenas unos minutos después, ese corpachón se retorcía sobre una silla de huevito para dejar claro que ella es una mafiosa. Y quien no siga sus directrices está muerto.

Apenas se había consumido un tercio del concierto y la argentina ya había probado la salsa, la bachata, el trap, el hip-hop y la bachata. Un mix de géneros por el que fue saltando sobre la primera hora de su presentación en directo de la gira de Grasa, su último disco. Porque dentro de unas horas aún la espera de nuevo el escenario para interpretar una versión de club del mismo trabajo junto a los DJ Chris Collins y Afri K. Pero, por el momento, Nathy Peluso había vuelto a la salsa de La Presa y Erótika, momento en el que decidió lanzar unas rosas al público que primero habían pasado por su mismísimo sexo.

Fue ese el momento en el que, literalmente, la argentina hizo ondear la bandera de Grasa. Aunque todo el espectáculo iba de eso, al igual que su último álbum, de encontrar la sensualidad en las carnes, de reventar los cánones de la delgadez y de exponer que en el cuerpo con grasa también hay atractivo. Entró en esa parte la artista con el rapeo preciso de La mentira y la rave de Todo roto montada sobre el escenario mientras ella se paseaba por el foso saludando al público que se rendía en las primeras filas.

Fue ese público el que siguió una a una las palabras de Nasty Girl, con ese popularísimo estribillo de «una perra sorprendente, curvilínea y elocuente» que apareció en su sesión con Bizarrap. Aunque a ratos es fácil perderse en esa pronunciación que arrastra las letras de la argentina, todos la seguían a la perfección. Y lo mismo se repitió en Sana sana y Salvaje hasta que en el videowall apareció Nathy Peluso aniquilando a tres tiarrones, como si de un 007 femenino se tratara. Si MGM aún sigue buscando ese cambio, aquí tienes una candidata.

Fue ese el inicio del último bloque que arrancó Menina para dar paso a esa balada de ritmos latinos que es Buenos Aires y, por supuesto, a esa versión del clásico de Camilo Sesto, Vivir así es morir de amor, que ha encontrado nueva vida en la voz de la argentina.

La tarde la había abierto, bajo el calor pegajoso, Mushkaa con esa mezcla de urbano catalán y todos los ritmos urbanos posibles. Fue Zig Zag, al igual que en su disco Nova Bossa, la que arrancó el show de la mediana de las Farelo -es la hermana pequeña de Bad Gyal-. Y, durante la hora que estuvo sobre el escenario, sonó la cumbia que tiene con Guillem Gisbert, la bachatita de Manipuladora y, de cierre, la samba de Mushkinha Let’s Play Samba convertida en una fiesta colectiva a la que siguió la clásica referencia a la polémica con el fondo de inversión dueño del Sónar y con vínculos con el Gobierno de Israel.

«KKR fuera de nuestra cultura. Palestina libre», afirmó la catalana que, además de su último disco, sacó a escena a su familia. Primero sonó Señal de respeto, la colaboración que tiene con su hermana pequeña, Greta Farelo, que la estuvo acompañando en el escenario. Y, en la parte final del espectáculo, la voz enlatada de Bad Gyal, la mayor del clan Farelo, resonó para dar entrada a SexeSexy, ese dancehall que supone la primera colaboración entre ellas.

Ya entrada la tarde llegó Yerai Cortés para, junto a un coro de seis mujeres, dar una clase magistral de virtuosismo con la guitarra flamenca. El alicantino desplegó parte del repertorio de su álbum La guitarra flamenca de Yerai Cortés, ahondó en la vertiente tradicional del flamenco, el toque clásico de la guitarra combinado con la modernidad que se le presupone a un guitarrista que acaba de cumplir los 30. Sonaron diálogos de su documental, con las voces de su padre y de su madre; se desgañitó el coro con el arrancar de Lo malo que he sido contigo y cerró con el cabalgar veloz de su guitarra en Sonar por bulerías acompañado por las palmas y las voces de las seis mujeres.

También estaba previsto que en uno de los escenarios estuviera Samantha Hudson, presentando su último disco Música para muñecas. Sin embargo, apenas un par de horas antes de que diera comienzo su show, el festival anunciaba a través de sus redes sociales que esa actuación quedaba cancelada. Una hora después, la propia cantante hacía público el porqué de su renuncia pese a haber firmado antes un manifiesto rechazando esa cancelación. «No encontraba sentido a llevar a cabo mi espectáculo en un contexto tan doloroso y complejo y seguir adelante me resulta imposible por no ser fiel a lo que siento», afirmaba en un comunicado en su cuenta de Instagram.

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