Muere Kevin J. Taylor, el formidable creador de unos cómics que nadie respeta

Kevin J. Taylor ha muerto en Madrid a los 61 años de forma inesperada. El dibujante estadounidense fue el más creativo de la última hornada de tebeos porno, un género también agonizante Leer Kevin J. Taylor ha muerto en Madrid a los 61 años de forma inesperada. El dibujante estadounidense fue el más creativo de la última hornada de tebeos porno, un género también agonizante Leer  

El repentino fallecimiento de Kevin J. Taylor hace una semana en el mayor de los silencios mediáticos parece en sí el ritual funerario lógico con el que se cierra un fenómeno cultural que ya no existe: el de los cómics y revistas pornográficos de tirada masiva que se exhibían impúdicamente a la vista de cualquier transeúnte en librerías y quioscos, característica casi tan española y polémica como el toreo.

Ya no se exhiben, con razón o sin ella, porque hoy la pornografía es considerada en gran medida un medio de sexualización del cuerpo (casi siempre femenino) inadmisible en una narrativa «digna» y en una sociedad «sana». Como un último vaquero acorralado sobre su caballo ante la generalización de los vehículos a motor, Taylor resistía en la trinchera del arte explícito, armado únicamente de su extraordinario talento. No fue suficiente y desaparece en medio de un muy injusto olvido, tanto en su tierra natal, Estados Unidos, como en España, el país que más apostó por su obra y donde terminó residiendo.

Kevin J. Taylor ha logrado la notable hazaña de morirse sin tener siquiera entrada en Wikipedia (apenas una muy breve e incompleta solo en francés que tampoco recoge su deceso), por lo que para obtener algunos de sus datos biográficos hemos debido recurrir a su mejor amigo desde la adolescencia, su compatriota y también exquisito dibujante Lance Tooks, quien como él hace tiempo abandonó su Nueva York natal para instalarse en España.

Taylor nació en 1963 en Brooklyn, en el seno de una familia humilde, pero pasó la mayor parte de su infancia y juventud en Harlem, junto a tres hermanos y una hermana. Durante los primeros años 80, pintaba decorados teatrales en colaboración con Lance, creaba números cómicos en cintas de casete y coqueteaba con la realización de cine, además de llevar a cabo diversos trabajos de animación. Pese a su timidez enfermiza, su gran afición era el humor en vivo y llegaría a plantearse una carrera como monologuista en los escenarios. Y, como tantos legendarios dibujantes underground de su país (Bill Griffith, Drew Friedman, Kaz, Molly Crabapple, Spain Rodriguez…), también dibujó portadas y cómics para el tabloide pornográfico Screw.

Con la irrupción de la década de los 90 crea para la editorial independiente Rip Off Press un cómic de erotismo ligero y acción pulp titulado Modelo de día, sobre una top model devenida karateca justiciera. Por una extraña carambola previa a la fiebre hollywodiense por adaptar decenas de historietas al celuloide, dicho título obtendrá enseguida su versión telefílmica, a la sazón muy pobre pese a contar con el eficaz Christian Duguay tras la cámara y, delante de ella, la carismática Famke Janssen en su cuarto trabajo audiovisual.

Poco después, Taylor crea a Girl (de nombre real, Jaleira Dane), su personaje más memorable, y lo inserta en la más desatada fantasía erótica y paranormal: en sus tórridas páginas, esta joven bailarina exótica logrará satisfacer todos sus deseos y bajos instintos gracias a su capacidad para invocar a un poderoso demonio. Es en las hechuras sensuales de su heroína y los elefantiásicos miembros masculinos con los que Girl disfruta lidiando donde el arte del neoyorquino adquiere una trascendencia sensorial insólita, solo comparable con la plasticidad de Richard Corben. Nadie ha dibujado el sudor y la saliva como Taylor.

Casi paralelamente a su creación en los EEUU, Girl sería lanzada en España a partir de 1991 por Ediciones La Cúpula, dentro de la sumamente exitosa revista de viñetas porno Kiss Comix, convirtiéndose instantáneamente en uno de los baluartes de la publicación (también en su edición francesa) y en protagonista de varios álbumes de la mítica Colección X. Como anécdota, cabe mencionar que los responsables de La Cúpula publicaron durante más de un año las aventuras de Girl sin adivinar que ella era afroamericana, como tampoco lo supieron inicialmente de su dibujante.

Fue en España donde su obra generó mayor interés y allí terminaría mudándose el artista con el nuevo siglo, integrado en la escena comiquera nacional y en especial la de Granada, para cuyo Salón del Cómic llegaría a dibujar su cartel oficial en 2001.

Kevin J. Taylor, junto a la modelo Alley Baggett.

Mientras, estrellas del erotismo como la modelo de Playboy Alley Baggett posaban para su pincel. «Kevin amaba a las mujeres y sobre todo a las españolas», afirma su amigo Lance. «Pero en el fondo era una persona muy tímida, hasta un extremo doloroso, y eso lo llevó a ser desafortunado en el amor. Quizá por ello albergaba una vida tan rica en fantasías dentro de sus cómics». La única obra de línea no adulta que llegó a plasmar en esa etapa la produjo para el propio Lance, con destino a una colección de historietas de autores negros titulada African-American Classics, «y, por supuesto, su aportación fue magnífica».

El creador de Girl vivió en Madrid casi dos décadas: «Estaba cansado de Nueva York y, en todo caso, le gustaba más la vida en España». Sin embargo, durante los últimos años su nombre dejó de sonar en los círculos tebeísticos y su trabajo dejó de verse en librerías y circuitos masivos: «Nunca dejó de dibujar cómics, pese a que muchos lectores pensaron lo contrario porque ya no le publicaban aquí». Últimamente se ganaba la vida realizando ilustraciones de encargo para fans y mecenas virtuales, y ello incluía también historietas sexis de corta extensión.

Sin embargo, resulta fácil de adivinar que el declive de su estrella comercial, coincidente con el de todo el cómic hardcore, debió de hacer mella en su confianza e ilusiones como artista. Lance lo tiene claro: «Kevin y yo nos conocimos a los 14 años en Bellas Artes y los dos creíamos eso que la gente siempre dice de que si escoges un trabajo que amas, nunca trabajarás un día más de tu vida. Así que nos pasamos décadas dibujando cómics, inclinados sobre nuestros tableros noches enteras y siendo conscientes de cómo iba declinando nuestra salud. Yo me he pasado la vida dibujando cómics que nadie compra y Kev pasó la suya dibujando cómics que nadie respeta».

La temática sexual de sus contenidos tampoco benefició la carrera de Taylor: «Sin duda eso limitó sus opciones. La gente no veía más allá de los desnudos que tan bien se le daban (en mi opinión, es el mejor dibujante del mundo en ese terreno) ni percibía el fuerte componente cómico que subyacía en sus guiones. Sus cómics derrochaban un agudo sentido del humor».

El mercado del cómic de sexo explícito dejó atrás su época dorada y hoy goza de una impopularidad entre la prensa y la crítica equiparable a la indiferencia y desprecio que hace medio siglo les provocaban los tebeos románticos para lectoras. Sencillamente, ese arte no existe para el establishment.

En la actualidad, dicha categoría a nivel industrial se centra en la producción semiclandestina de obras digitales, muchas para un público muy especializado que desea consumir viñetas de fetichismos específicos, como escarceos de furros o transformaciones de bestias copuladoras. En España, Kiss Comix cerró sus puertas en 2011 (hoy subsiste Sexstories, una valiente revista X que celebra la inclusión y la diversidad, sin que tampoco parezca contar con un apoyo vehemente de la oficialidad gremial) y las editoriales de cómics independientes que asimismo publicaban material porno en los Estados Unidos, como Fantagraphics o NBM, decidieron hace tiempo alejarse de esa corriente.

Con la autoconciencia de su valor cultural, el cómic como medio parece haber perdido también desenfado y libertad. O al menos, cierta tolerancia para los géneros viscerales. Antes se consideraban inmorales, ahora inapropiados: las leyes burguesas del gusto rigen y ya estamos ante un arte que debe ser ante todo «respetable» desde los mismos puntos de venta. Numerosos artistas que «incurren» en los excesos visuales del género se acostumbran a trabajar marginados por su propio sector y probablemente se preparen para enfrentar en vida el más prematuro olvido.

En cuanto a Kevin Taylor, todavía se desconoce la causa de su fallecimiento, posiblemente ligado a un empeoramiento de su condición de diabético. Lance Tooks no tiene dudas sobre el sólido legado que nos deja: «Kevin y yo éramos como hermanos y como hermanos también reñíamos, pero mi único afán era verle triunfar. Y artísticamente lo hizo, creando una obra inolvidable que ha sido publicada en varios países y lenguas. Ahora le ha llegado el momento de convertirse en leyenda».

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