Los dos grifos

Con los primeros calores, la competición de clubs se enfría y las sobremesas se alargan. Sin remedio, por suerte y por fin, las conversaciones empiezan a alejarse de lo más inmediato de la actualidad y se elevan para extraer conclusiones de la temporada y de más allá… “La final de la Champions es la constatación de que el fútbol moderno tiende a potenciar equipos, y no estrellas”, dijo el querido Xavi Torres en el último episodio del magnífico podcast Fourteen . Con Lu Martín, Frederic Porta y Michael Turner, remató: “El PSG pierde a Mbappé, que se va al Madrid, lleno de cromos, y hace un auténtico equipazo: desde el portero al extremo izquierdo… ¡Ha sido bestial la concepción de equipo trabajado!”. En tres o cuatro frases, la principal noticia deportiva del verano pasado, el tan esperado fichaje por el Real Madrid de Kylian Mbappé, queda estrujada por la constatación que, al menos esta temporada, el fútbol de entrenadores le ha ganado la partida al fútbol de las individualidades. Y eso no quiere decir que los entrenadores sean más importantes que los jugadores, sino que vale más construir un buen equipo que obsesionarse para tener a los mejores jugadores.

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 Con los primeros calores, la competición de clubs se enfría y las sobremesas se alargan. Sin remedio, por suerte y por fin, las conversaciones empiezan a alejarse de lo más inmediato de la actualidad y se elevan para extraer conclusiones de la temporada y de más allá… “La final de la Champions es la constatación de que el fútbol moderno tiende a potenciar equipos, y no estrellas”, dijo el querido Xavi Torres en el último episodio del magnífico podcast Fourteen . Con Lu Martín, Frederic Porta y Michael Turner, remató: “El PSG pierde a Mbappé, que se va al Madrid, lleno de cromos, y hace un auténtico equipazo: desde el portero al extremo izquierdo… ¡Ha sido bestial la concepción de equipo trabajado!”. En tres o cuatro frases, la principal noticia deportiva del verano pasado, el tan esperado fichaje por el Real Madrid de Kylian Mbappé, queda estrujada por la constatación que, al menos esta temporada, el fútbol de entrenadores le ha ganado la partida al fútbol de las individualidades. Y eso no quiere decir que los entrenadores sean más importantes que los jugadores, sino que vale más construir un buen equipo que obsesionarse para tener a los mejores jugadores.Seguir leyendo…  

Con los primeros calores, la competición de clubs se enfría y las sobremesas se alargan. Sin remedio, por suerte y por fin, las conversaciones empiezan a alejarse de lo más inmediato de la actualidad y se elevan para extraer conclusiones de la temporada y de más allá… “La final de la Champions es la constatación de que el fútbol moderno tiende a potenciar equipos, y no estrellas”, dijo el querido Xavi Torres en el último episodio del magnífico podcast Fourteen . Con Lu Martín, Frederic Porta y Michael Turner, remató: “El PSG pierde a Mbappé, que se va al Madrid, lleno de cromos, y hace un auténtico equipazo: desde el portero al extremo izquierdo… ¡Ha sido bestial la concepción de equipo trabajado!”. En tres o cuatro frases, la principal noticia deportiva del verano pasado, el tan esperado fichaje por el Real Madrid de Kylian Mbappé, queda estrujada por la constatación que, al menos esta temporada, el fútbol de entrenadores le ha ganado la partida al fútbol de las individualidades. Y eso no quiere decir que los entrenadores sean más importantes que los jugadores, sino que vale más construir un buen equipo que obsesionarse para tener a los mejores jugadores.

Todo hace pensar que, en el Barça coral de Flick, brillará cada vez con más fuerza Lamine Yamal

La Liga de Campeones de Luis Enrique con el PSG es una magnífica lección en este sentido. Sobre todo cuando, alrededor de la victoriosa final, volvió a circular por redes un fragmento de No tenéis ni *** idea , la serie documental sobre su experiencia parisina, donde decía que por muy mal que le supiera perder a Mbappé, ahora podría ejercer un control absoluto sobre los movimientos de su equipo en fase ofensiva. Anticipar cada circunstancia del juego para contestarla colectivamente es la fortaleza de los grandes entrenadores.

Como cuando buscamos la temperatura perfecta del agua, a partir de la mezcla de dos grifos, la fría y la caliente, en el fútbol, y en la vida, nos tenemos que debatir entre estas dos estrategias, la individual o la colectiva, para encarar las adversidades. Cada club tiene que encontrar su fórmula, la mezcla que mejor le pega. Todo hace pensar que, en el Barça coral de Flick, brillará cada vez con más fuerza Lamine Yamal. Pero también parece que, a fin de que Mbappé le dispute la atención, hace falta que el Madrid de Xabi Alonso reencuentre la fuerza del colectivo.

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