Hasta los cuarenta. Hasta el infinito y más allá. Hasta la luna y volver. Hasta que cuelgue las botas. Mientras le quede salud y el cuerpo aguante. Porque cuerda tiene mucha. Lewandowski marcará goles toda su vida. Hasta que él diga basta y decida retirarse. Allá donde vaya, donde quiera que esté. De momento, en el Barcelona. Los dos últimos sirvieron para vapulear en la ida al Borussia Dortmund.
El bigoleador no tiene piedad del Borussia Dortmund y llega a las cuatro decenas de goles esta temporada
Hasta los cuarenta. Hasta el infinito y más allá. Hasta la luna y volver. Hasta que cuelgue las botas. Mientras le quede salud y el cuerpo aguante. Porque cuerda tiene mucha. Lewandowski marcará goles toda su vida. Hasta que él diga basta y decida retirarse. Allá donde vaya, donde quiera que esté. De momento, en el Barcelona. Los dos últimos sirvieron para vapulear en la ida al Borussia Dortmund.
Lo suyo es un oficio especializado. Es un espécimen en peligro de extinción. Como un relojero. O un afinador de violines. Tiene que ser quirúrgico. Decidir en milésimas y ejecutar con precisión cuando no hay espacios ni se pregunta ni se hacen amigos.
Sin piedad ni sentimientos
Cuando aparece su exequipo, al polaco se le afilan los colmillos: 30 goles en 28 enfrentamientos
De cabeza y con la derecha. Desde cerca o con un buen disparo. Con pase de Raphinha o con asistencia de Fermín. Nada más empezar la segunda parte o bien avanzado el partido. Los ha marcado de todos los colores y desde muchas posiciones. Porque ya es todo un experto pero tiene alma de becario, a los 36 años sigue dispuesto a comerse el mundo.
Sobre todo si tiene delante al Borussia Dortmund. Lewandowski se dio a conocer en el fútbol continental con 22 años cuando fichó por el equipo alemán y se puso su camiseta amarilla. La defendió durante cuatro temporadas hasta que se fue al Bayern. Desde entonces, ha aplastado a su exequipo y se ha convertido en su verdugo constantemente, de forma inexorable. Les ha marcado 30 goles en 28 partidos, incluyendo tres hat-tricks y ocho dobletes con el de ayer en Montjuïc.
Palabras mayores
Desde la 2018-19, el Barcelona no tenía un jugador que llegase a los 40 tantos: fue, quién si no, Messi
Sin piedad, sin sentimientos, sin perdón. Quizás sea la ley del ex, que siempre funciona en el caprichoso fútbol, aplicada con mayor crueldad. Solo hay que ver cómo celebró el 3-0, el segundo de su cuenta. “En Dortmund tenemos que jugar igual o mejor. Queremos ir a ganar allí”, prometió.
Porque el polaco no quiere faltar al respeto a nadie ni pensar en el Inter o el Bayern. “Creo que hemos jugado muy bien, sobre todo en la segunda parte, pero no estamos pensando en semifinales porque queda una vuelta. Nosotros da igual donde juguemos, siempre queremos jugar igual”, recetó sobre el secreto de un equipo que es un espectáculo en ataque, con un tridente temible.
Jugamos como un equipo. Que marquemos Rapha, Lamine o yo no importa porque marcamos por el Barça”
Robert LewandowskiDelantero del Barcelona
“Jugamos como un equipo, eso es lo más importante. Que marquemos Rapha, Lamine o yo da igual, porque marcamos por el Barça”, explicó el nueve sobre la compenetración con los dos extremos.
Lewandowski marcó goles con Xavi y lo está haciendo con Flick, en la que ya es el mejor de sus tres cursos de blaugrana tras alcanzar las cuatro decenas de goles. Hacía seis años que el Barcelona no disfrutaba –porque los goles se celebran, se gritan, se dedican y se disfrutan– de un jugador que alcanzase los 40 goles. El último fue, quién si no, Leo Messi en la temporada 2018-19 cuando anotó 51. Palabras mayores.
Llegó en el 2022
Está a un gol de alcanzar los 100 goles de blaugrana en apenas 140 apariciones
Pero es que además está a las puertas de una cifra especial, de un número redondo. Desde que le hizo el primero a la Real Sociedad en agosto del 2022 ya suma 99 dianas en 140 apariciones. Un ritmo electrónico, un martillo pilón. “Estoy muy contento porque ahora son 99. En mi cabeza tengo ayudar al equipo con mis cualidades y eso también incluye los goles”, reconoció Lewandowski.
Pero no solo son esos goles, porque en septiembre quizás hizo su mejor asistencia de la temporada cuando, tras la lesión de Ter Stegen, llamó a su colega Szczesny. El compatriota acababa de retirarse pero el Barcelona necesitaba un portero de urgencia. Con una conversación le convenció de venir. Seguramente porque nadie como él conoce a los guardametas. Lleva toda la vida haciéndoles sufrir y llorar en el césped. Y lo hará hasta los cuarenta.
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