Las tres patas y Messi

El Mundial de clubs ha comenzado con una pleitesía a Messi, actor indispensable en una trama que representa las ambiciones de tres personajes –Gianni Infantino, Donald Trump y Bin Salman– conectados por la utilización del deporte como instrumento de codicia y poder. El Inter de Miami, equipo del astro argentino, no cumplió los requisitos exigidos para participar en la competición, excepto el dedazo que le procuró Gianni Infantino, presidente de la FIFA. Sin Messi, un factótum del fútbol dentro y fuera del campo, el torneo valía mucho menos, así que el Inter de Miami recibió la oportuna invitación a participar.

Seguir leyendo…

 El Mundial de clubs ha comenzado con una pleitesía a Messi, actor indispensable en una trama que representa las ambiciones de tres personajes –Gianni Infantino, Donald Trump y Bin Salman– conectados por la utilización del deporte como instrumento de codicia y poder. El Inter de Miami, equipo del astro argentino, no cumplió los requisitos exigidos para participar en la competición, excepto el dedazo que le procuró Gianni Infantino, presidente de la FIFA. Sin Messi, un factótum del fútbol dentro y fuera del campo, el torneo valía mucho menos, así que el Inter de Miami recibió la oportuna invitación a participar.Seguir leyendo…  

El Mundial de clubs ha comenzado con una pleitesía a Messi, actor indispensable en una trama que representa las ambiciones de tres personajes –Gianni Infantino, Donald Trump y Bin Salman– conectados por la utilización del deporte como instrumento de codicia y poder. El Inter de Miami, equipo del astro argentino, no cumplió los requisitos exigidos para participar en la competición, excepto el dedazo que le procuró Gianni Infantino, presidente de la FIFA. Sin Messi, un factótum del fútbol dentro y fuera del campo, el torneo valía mucho menos, así que el Inter de Miami recibió la oportuna invitación a participar.

Un clima de máxima tensión en Estados Unidos presidió el encuentro inaugural. Horas antes, un asesino tiroteó y mató a una senadora demócrata en el estado de Minnesota. En Washington, Donald Trump presidió un aparatoso desfile militar que, en términos reales, honraba esencialmente el cumpleaños del César. A la vez, cerca de 2.000 manifestaciones recorrieron toda la geografía del país, en protesta por la deriva totalitaria del presidente. En Miami, escenario del partido, el ICE –el organismo federal encargado del control inmigratorio– advirtió que los aficionados sin nacionalidad estadounidense estaban obligados a llevar toda su documentación, a riesgo de ser detenidos y deportados.

El Mundial retuerce hasta la asfixia el calendario, sostenido por el dinero de Arabia

Enajenado, como suele ocurrir en el fútbol, de la realidad que le rodea, el partido dice todo de una competición que retuerce hasta la asfixia el calendario, sostenida por una avalancha de dinero procedente de Arabia Saudí. Empieza a imponer en el fútbol el mismo modelo que eligió para dominar el mundo del golf. Creó el LIV, sucedáneo saudí del hasta entonces imbatible PGA Tour, el circuito del golf profesional estadounidense, compró a buena parte de los mejores jugadores del mundo –el español Jon Rahm recibió 550 millones de dólares– y provocó una guerra civil que, a día de hoy, sigue latente. Por el camino, el modelo saudí encontró apoyo inestimable de Donald Trump, propietario de algunos de los campos más exclusivos de Norteamérica y Europa.

Es una alianza que se reproduce ahora en el Mundial de clubs, torneo ideado por Gianni Infantino, cínico profesional y lacayo de Trump y del príncipe Bin Salman, heredero al trono saudí y, de facto, máxima autoridad del país. No esconde el placer que le producen sus dóciles y frecuentes apariciones con ambos. Infantino adora a dictadores, oligarcas y megalómanos.

USA3055. MIAMI (ESTADOS UNIDOS), 10/06/2025.- El presidente de la FIFA, Gianni Infantino, habla junto al trofeo del Mundial de Clubes, durante un evento este martes, en Miami (EE.UU.). Infantino, minimizó el impacto que las restrictivas políticas migratorias de Estados Unidos van a tener sobre el Mundial de Clubes, que comienza este sábado, y la Copa Mundial de 2026, asegurando que aficionados
Gianni Infantino
Giorgio Viera / EFE

Infantino se arrastra, pero es astuto. Tiene ideas. La principal es destruir la inmensa influencia de la UEFA y su competición fetiche: la Liga de Campeones. Aprobó la estrategia anti-UEFA en la creación de la Superliga –Florentino Pérez invocó su nombre y su amparo en una asamblea previa del Real Madrid– y se desvinculó del fracaso con el cinismo que le caracteriza. Su obsesión permanece. Infantino gobierna el Mundial de selecciones, el mayor acontecimiento del deporte profesional, pero apenas es otra cosa que un espectador frustrado del fastuoso negocio que significa la Liga de Campeones. Si esta primera edición tiene éxito, la UEFA tiene razones para temblar. En el deporte, lo que se organiza cada cuatro años, se puede disputar cada dos y, llegado el caso, anualmente.

Hace menos de un año, el Mundial de clubs interesaba muy poco o nada, pero Infantino encontró la ayuda conveniente en el momento adecuado. Arabia Saudí compró una importante participación en el accionariado de DAZN y se ocupó de inyectar 1.000 millones de dólares al Mundial. Dinero, emisión de los partidos y un abrazo a Arabia Saudí. En el 2032 organizará el Mundial. Las ambiciones de Infantino y Bin Salman se reproducen en Trump. El Mundial de clubs es el aperitivo del Mundial de selecciones (2026) y Juegos Olímpicos (2028). Su fraternal conexión con Infantino le ayuda en un juego que convierte al deporte en un provechoso asunto político. Por si acaso, Trump ya ha anunciado la celebración de los Patriot Games (Juegos Patrióticos) el próximo año. Tendrá un carácter juvenil, exclusivo para deportistas del sistema de institutos. Apesta el aroma glorificador que desprende.

 Deportes

Noticias Similares