Las responsabilidades de Europa

Casi un año después del ataque terrorista de Hamas, que la Unión Europea (UE) condenó firmemente, la situación sigue siendo, literalmente, catastrófica tanto desde el punto de vista humanitario como político. Y, lamentablemente, no parece vislumbrarse ninguna perspectiva.

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 Casi un año después del ataque terrorista de Hamas, que la Unión Europea (UE) condenó firmemente, la situación sigue siendo, literalmente, catastrófica tanto desde el punto de vista humanitario como político. Y, lamentablemente, no parece vislumbrarse ninguna perspectiva.Seguir leyendo…  

Casi un año después del ataque terrorista de Hamas, que la Unión Europea (UE) condenó firmemente, la situación sigue siendo, literalmente, catastrófica tanto desde el punto de vista humanitario como político. Y, lamentablemente, no parece vislumbrarse ninguna perspectiva.

En esta noche sin fin, el éxito de la campaña de vacunación contra la polio de la población palestina en Gaza aparece como un pequeño rayo de esperanza. Demuestra, una vez más, que las organizaciones humanitarias y de las Naciones Unidas tienen un papel esencial que de­sempeñar para contener los efectos de esta catástrofe. La UE está haciendo todo lo posible para aliviar el sufrimiento de la población civil. También apoya plenamente los esfuerzos constantes de Egipto, Qatar y Estados Unidos para lograr un alto el fuego. Sin embargo, el acuerdo de alto el fuego, requisito previo para la implementación del plan Biden, aún no se ha firmado y no parece que vaya a firmarse en un futuro próximo.

No solo la guerra en Gaza no conoce tregua, sino que lo que se perfila es su extensión a Cisjordania

¿Por qué? Simplemente porque los que están en guerra no tienen ningún interés en ponerle fin, como si su supervivencia política fuera más importante que todo lo demás. Así que fingen. Cada vez menos, de hecho. Y quienes pagan el precio son no solo la población civil palestina, sino también los rehenes israelíes. Su intransigencia va acompañada de total impunidad: si los actos no tienen consecuencias, si se ignora la flagrante violación del derecho internacional humanitario, si se amenaza a instituciones como la Corte Penal Internacional, si los defensores de un orden basado en reglas ignoran totalmente las sentencias de la Corte Internacional de Justicia, ¿en quién se puede confiar?

Hace menos de seis meses hablábamos en serio del “día después” porque todos sabíamos que no hay solución militar a un conflicto eminentemente político. Sin embargo, hoy el “día después” se aleja constantemente, como un espejismo en el desierto.

Desolación tras las bombas en Jan Yunis
Hatem Khaled / Reuters

No solo la guerra en Gaza no conoce tregua, sino que lo que se perfila en el horizonte es su extensión a Cisjordania, donde los radicales quieren implementar los mismos métodos que en Gaza: aumentando la violencia, incitando a la provocación para luego reaccionar con fuerza, y sin dudar en decir al mundo que la única forma de lograr un acuerdo pacífico es anexionar Cisjordania y la franja de Gaza. Cisjordania puede convertirse rápidamente en una nueva Gaza. Del mismo modo que Gaza puede convertirse en una nueva Cisjordania, ya que algunos colonos contemplan reasentarse allí.

La extensión de la guerra al sur de Líbano también es motivo de preocupación, a pesar de la existencia de una base jurídica para la resolución del conflicto, a saber, la resolución 1.701 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Por último, los ataques de los hutíes –cuyos medios no dejan de crecer– contra el comercio marítimo y contra Israel ensombrecen aún más el horizonte de la situación regional. Mi temor es presenciar no solo una prolongación del conflicto, sino un cuestionamiento, que parece cada vez más inevitable, del proceso de normalización entre Israel y sus vecinos árabes moderados como Egipto y Jordania, que están pagando un alto precio por esta guerra. Además, incluso Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, que son los más favorables a una normalización de sus relaciones con Israel, han dejado claro que esto no puede ocurrir sin una perspectiva política sobre la creación de un Estado palestino. La solución de los dos estados sigue siendo, por tanto, la única base seria para salir del punto muerto.

¿Qué podemos hacer? Creo que debemos reafirmar los principios básicos de una solución al conflicto. Las bases jurídicas existen y han sido claramente enunciadas por las Naciones Unidas y la Corte Internacional de Justicia. Solo falta la voluntad política de implementarlas. Por lo tanto, como europeos, debemos hacer oír nuestra voz en la Asamblea General de las Naciones Unidas y evitar una especie de “fatiga de Gaza” que envalentonaría a los extremistas y postergara, una vez más, la idea de una solución política. Desde este punto de vista, me complace saber que el primer ministro israelí se dirigirá a la Asamblea General de la ONU que se inauguró el 24 de septiembre en Nueva York: con su presencia, frente a sus pares de todo el mundo, confirmará lógicamente su adhesión al hecho de que las Naciones Unidas son el lugar donde se fabrica y expresa la legalidad y legitimidad internacionales. Creo que tendrá a bien decirnos cómo su Gobierno prevé el fin de la guerra.

En segundo lugar, debemos presionar a la Autoridad Palestina para que se reforme. Se han asumido compromisos, y esperamos que se concreten, ya que somos su principal donante extranjero. Si nada se mueve, Hamas ganará la partida. Probablemente esto es lo que algunos desean, pero eso solo puede generar nuevos 7 de octubre . Todos sabemos, desde [el tratado de estrategia militar del general prusiano] Clausewitz, en 1832, que la guerra solo tiene sentido si se apoya en una estrategia política; de lo contrario, está condenada a perdurar.

En tercer lugar, debemos facilitar todos los intentos de diálogo entre palestinos e israelíes, como el emprendido por Naser al Kidwa –exministro de Asuntos Exteriores de la Autoridad Palestina y sobrino de Yasir Arafat– y el ex primer ministro israelí Ehud Olmert (2006-2009). En el contexto actual, los canales de comunicación entre israelíes y palestinos se han vuelto tan escasos que hay que apoyarlos cuando existen y crearlos cuando aún no existen, si no queremos ver a los radicales de ambos bandos ganar la partida, tan profundas son las divisiones dentro de cada campo.

En cuarto lugar, no debemos renunciar a hablar con la sociedad israelí traumatizada por el 7 de octubre. Esto concierne a todos, no solo a los europeos: los palestinos y la sociedad civil árabe deben participar en este movimiento. Sé lo difícil que es reconciliar las dos narrativas, israelí y palestina. Pero creer que una se impondrá a la otra es ilusorio.

Aunque esté absorbida por la guerra en Ucrania, Europa no puede eludir sus responsabilidades en Oriente Próximo, porque la inestabilidad en la región la afecta en primer lugar. Por lo tanto, no puede actuar como si el problema fuera demasiado grande para sus frágiles hombros o como si Ucrania fuera suficiente para su pena. Por eso debe permanecer presente, hablar con todos e involucrarse políticamente en esta región. Acabo de volver a visitarla, y mi última etapa fue en Emiratos Árabes Unidos. Dada su proximidad geográfica con Oriente Próximo, Europa sería la primera afectada por la prolongación del conflicto. Por lo tanto, no debe dejar de repetir que en Oriente Próximo, comenzando por Gaza, la noche debe terminar.

Artículo publicado conjuntamente por  La Vanguardia y Le Monde

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