Las oficinas contraatacan desde el corazón de las empresas

Las nuevas tendencias en el diseño de espacios físicos de trabajo trascienden la funcionalidad para incidir en su papel como herramienta estratégica Leer Las nuevas tendencias en el diseño de espacios físicos de trabajo trascienden la funcionalidad para incidir en su papel como herramienta estratégica Leer  

La oficina ha vuelto. Pero no es la misma. La expansión irrefrenable del teletrabajo, acelerada por la pandemia, parecía haberla vuelto obsoleta. Las nuevas generaciones, además, no se resignan a ceder la mayor parte de su tiempo y energía a un lugar gris y deshumanizado. Por todo ello, las empresas han reaccionado reconsiderando el concepto de lugar de trabajo… y han descubierto un mundo de posibilidades.

«En el contexto actual de cambio organizacional, transformación digital y enfoque en el capital humano, los espacios físicos de trabajo han dejado de ser meramente funcionales para convertirse en herramientas estratégicas de gestión empresarial. El diseño de oficinas influye directamente en la productividad, la colaboración, el bienestar y la cultura corporativa». Así de contundente se muestra Cristina Isabel Dopacio, directora del Grado en ADE de la Universidad CEU San Pablo. En ese contexto, destaca «la creación de espacios híbridos y flexibles, que permiten a los empleados alternar entre diferentes entornos según sus necesidades, tales como áreas para el trabajo individual, salas de reuniones y zonas de descanso». Oficinas que «se integran con modelos de trabajo remoto mediante herramientas y espacios adaptados».

Otro eje fundamental del diseño actual, según Dopacio, es el bienestar: «Las oficinas actuales se conciben pensando en la salud física y mental de los trabajadores. Buscan que los espacios tengan abundante luz natural, buena ventilación, mobiliario ergonómico e incluso espacios dedicados a la relajación o el mindfulness«. También la sostenibilidad ocupa un lugar central, con la incorporación de «materiales reciclados o de bajo impacto ambiental, sistemas de iluminación LED con sensores de movimiento, y soluciones que favorecen el ahorro energético y la eficiencia en el uso del agua», además de «certificaciones ambientales reconocidas», y las smart offices, «con sistemas domóticos».

Diversos movimientos con un interesante fondo común: «Hoy, los comités de dirección no buscan solo oficinas atractivas, sino una herramienta que les permitan ganar velocidad, foco y consistencia operativa», dice Alejandro Pociña, presidente de Steelcase Iberia, una compañía más conocida como fabricante de mobiliario de oficina que está mutando en consultora estratégica de espacios. «El contexto exige más agilidad, más coordinación entre equipos y una integración real entre tecnología, personas y procesos. En este escenario, el entorno de trabajo deja de ser un fondo neutro. Se convierte en una pieza crítica para sostener el rendimiento y ejecutar con precisión».

Ana Sánchez-Ostiz Gutiérrez, catedrática de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Navarra, apunta otro factor clave: la guerra por el talento. «Atraer y retener a profesionales cualificados depende en buena medida de ofrecer entornos de trabajo que respondan a sus valores y necesidades. La calidad del aire, la iluminación natural, el confort acústico o la posibilidad de personalizar el espacio son detalles que marcan la diferencia». Ya no hablamos de intuiciones, sino de evidencia científica: «Diversos estudios han demostrado que los entornos bien diseñados aumentan la productividad, reducen el absentismo y mejoran la satisfacción laboral».

Sánchez-Ostiz sostiene que «la pandemia aceleró esta transformación: nos obligó a repensar cómo, dónde y con quién trabajamos, y puso en evidencia que la salud —incluida la mental— debe estar en el centro de cualquier entorno laboral». Y Dopacio añade que «la experiencia masiva del teletrabajo» en aquellos días «demostró que muchas actividades pueden realizarse con eficacia fuera del entorno tradicional, lo que llevó a replantear el propósito y la función de las oficinas». Pociña matiza: «No cambió las prioridades de los líderes, pero sí aceleró una toma de conciencia: muchas oficinas no estaban preparadas».

Porque la tan despreciada oficina debe dar ahora un paradójico paso al frente. «No se trata solo de actualizar la oficina, sino de garantizar que ese espacio refuerce la manera en que la organización quiere trabajar y crecer», explica Pociña: «La clave está en alinear la operativa con el entorno. Para eso, hay que entender tres cosas: cómo se toman las decisiones, cómo trabajan y se coordinan los equipos y qué barreras están frenando el rendimiento. Esto exige involucrar a perfiles estratégicos desde el inicio, no solo por representatividad, sino por conocimiento real del negocio. Y, sobre todo, exige tratar el espacio no como una inversión puntual, sino como una plataforma en evolución».

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