La histórica confusión de Marisa Naranjo en la Nochevieja de 1989, que acabó con un silencio incómodo: “El sonido es totalmente diferente”

Las uvas ya están listas. En los salones se apagan conversaciones, se ajusta el volumen y se busca el reloj de referencia. La escena se repite desde hace décadas con una mezcla de expectación y costumbre, como si el tránsito de un año a otro dependiera de doce golpes exactos. Las Campanadas forman parte del calendario emocional colectivo y, por eso mismo, cualquier desviación se amplifica hasta convertirse en recuerdo compartido.

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 Cada 31 de diciembre millones de espectadores esperan frente al televisor un ritual milimétrico que, sin embargo, también ha dejado errores memorables, entre ellos uno que marcó un antes y un después en la retransmisión televisiva del cambio de año en España  

Las uvas ya están listas. En los salones se apagan conversaciones, se ajusta el volumen y se busca el reloj de referencia. La escena se repite desde hace décadas con una mezcla de expectación y costumbre, como si el tránsito de un año a otro dependiera de doce golpes exactos. Las Campanadas forman parte del calendario emocional colectivo y, por eso mismo, cualquier desviación se amplifica hasta convertirse en recuerdo compartido.

No siempre salió bien. En la historia reciente de la televisión española hay una Nochevieja que permanece fijada en la memoria por un error técnico y humano que sorprendió a todo un país. Ocurrió en 1989 y tuvo como protagonista a una presentadora muy conocida entonces, con larga trayectoria en Televisión Española y voz familiar para varias generaciones que crecieron frente a la pantalla: Marisa Naranjo.

“El sonido es totalmente diferente”

La noche en que los cuartos se confundieron con las campanadas y el reloj quedó mudo en millones de casas

La retransmisión del paso a 1990 se realizó desde un espacio cerrado con vistas a la Puerta del Sol. La locutora, encargada de guiar a la audiencia, no escuchaba con claridad el sonido del reloj. Creyó que lo que oía eran los cuartos y así lo anunció. “Estos son los cuatro cuartos… Notarán que el sonido es totalmente diferente”, dijo en directo, antes de añadir: “Aquí comienzan las doce campanadas…”. Pero las campanadas ya habían pasado.

Las campanadas ya habían terminado cuando Marisa anunció su inicio.
Las campanadas ya habían terminado cuando Marisa anunció su inicio.YouTube

Tras esas palabras llegó un silencio incómodo, roto solo por los petardos de la plaza. La mayoría de los espectadores siguió las indicaciones y se quedó sin tomar las uvas a tiempo. Minutos después, la presentadora cerró con una frase que buscaba normalidad: “Han terminado 1989. Espero y deseo que hayan tomado las uvas sin precipitación y de acuerdo a como hayan sonado”. La explicación posterior apuntó a la falta de retorno de sonido y a las condiciones técnicas del lugar.

La reacción fue inmediata y prolongada. Sin redes sociales, la indignación se canalizó a través de prensa, radio y cartas al director. El episodio obligó a TVE a replantear el formato de las Campanadas y a enviar desde entonces equipos completos a la plaza. El error quedó asociado para siempre a aquel cambio de década y marcó el inicio del declive profesional de quien había sido uno de los rostros habituales de la continuidad televisiva.

“No tengáis miedo a equivocaros”

La reaparición en las preuvas de Neox en 2011 como cierre simbólico de una historia televisiva

Veintidós años después, en 2011, la presentadora regresó a la Puerta del Sol invitada por Neox para las preuvas del 30 de diciembre. Compartió escenario con varios comunicadores y artistas en un programa especial que reunió a más de 900.000 espectadores. Fue una aparición breve, consciente de su carga simbólica, que recuperó aquel episodio desde la distancia y sin referencias técnicas.

En 2011, Marisa enmendó su error en la preuvas de 'Feliz año Neox'.
En 2011, Marisa enmendó su error en la preuvas de ‘Feliz año Neox’.Atresmedia

En su intervención lanzó un mensaje directo: “No tengáis miedo a equivocaros”. Añadió que “cualquier momento es bueno para brindar, para celebrar y para besarse”. No hubo mención explícita al error de 1989, pero sí una alusión clara al valor del tiempo y a la posibilidad de cerrar círculos. Desde entonces, aquella confusión sigue citándose cada Nochevieja como el fallo que cambió la manera de contar las uvas en televisión.

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