La inminente salida de la diputada de Compromís, Àgueda Micó, al grupo mixto ha resquebrajado no solo el grupo parlamentario de Sumar, sino también el relato de unidad plurinacional sobre el que se fundó el proyecto de Yolanda Díaz y en el que los socios regionales no se ven reflejados en la arquitectura estatal del espacio.
Més per Mallorca y la Chunta meditan seguir la estela de Més Compromís
La inminente salida de la diputada de Compromís, Àgueda Micó, al grupo mixto ha resquebrajado no solo el grupo parlamentario de Sumar, sino también el relato de unidad plurinacional sobre el que se fundó el proyecto de Yolanda Díaz y en el que los socios regionales no se ven reflejados en la arquitectura estatal del espacio.
El debate sobre si abandonar o permanecer en Sumar está más vivo que nunca en otras dos formaciones: Més per Mallorca y Chunta Aragonesista. Y todo sucede en el peor momento posible para el espacio confederal, justo cuando necesita exhibir musculatura y cohesión para forzar al PSOE a un giro social que salve, o al menos prolongue al máximo, lo que queda de legislatura.
Fue a principios de junio cuando, tras la negativa de Sumar a llamar a declarar a Pedro Sánchez a la comisión de la dana, Compromís –coalición que cuenta con dos diputados y en la que conviven los partidos Més (el mayoritario) Iniciativa y VerdsEquo– amenazó por primera vez con salirse de la coalición para “garantizar su plena autonomía en la defensa de los intereses valencianos”.
Tras semanas de intensas negociaciones, Sumar recuperó parte de la confianza. Incluso se alcanzó un principio de acuerdo que incluía autonomía política, visibilidad parlamentaria y libertad de voto para Compromís.
Sin embargo, coincidiendo con las revelaciones sobre la trama de corrupción que salpica al exnúmero tres del PSOE, Santos Cerdán, Més Compromís decidió romper, alegando la necesidad de contar con más herramientas para fiscalizar al PSOE, algo que –afirmaban– no era posible desde el grupo confederal.
Ni Sumar ni Iniciativa, que ha decidido que su diputado Alberto Ibañez continúe en el grupo plurinacional, se creen esas explicaciones. Y coinciden en revelar, por separado, que el acuerdo puesto sobre la mesa no solo era satisfactorio, sino que “ofrecía aún más garantías de las inicialmente reclamadas”. Deslizando así que detrás de la decisión de Més Compromís asoma un “simple, pero erróneo, cálculo electoralista para tomar distancia del PSOE, y del Gobierno de coalición, en caso de que Carlos Mazón y/o Pedro Sánchez decreten un adelanto de las elecciones”.
“Es un pecado no saber mirar más allá del propio ombligo cuando lo importante es aislar al Gobierno de las corruptelas del PSOE para sostener al único gobierno progresista de Europa”, lamentan.
En cualquier caso, la salida de Micó ha sido ruidosa, pero también clarificadora. Porque lo que se ha quebrado no es solo un vínculo con un socio autonómico, sino la idea misma de que una coalición amplia y plurinacional podía funcionar con estabilidad en el Congreso sin convertirse en una suma de intereses individuales. Justo lo que las ejecutivas de Més per Mallorca y Chunta Aragonesista, molestas por ver “reiteradamente solapadas” sus reivindicaciones territoriales, van a debatir durante los próximos días antes de tomar una decisión irreversible.
La formación admite errores y refuerza el respeto a las fuerzas progresistas que ya existen en los territorios
Sumar, por su parte, no ha rehuido esta vez la autocrítica. Y admite que el artefacto que nació hace apenas dos años con vocación de convertirse en una casa común necesita, hoy más que nunca, reforzar sus cimientos para que su “acción política sea sensible a las demandas particularizadas de la sociedad, a la vez que respetuosa con las formaciones progresistas transformadoras que ya existen en estos lugares”.
Como explica a La Vanguardia su co-coordinadora general, Lara Hernández, “construir un rumbo común a la vez que se respeta la diversidad territorial requiere de mucho diálogo, acuerdos y de la necesidad de conciliar perspectivas para avanzar juntas y juntos. Son otros ritmos”.
Esa necesidad de articular una izquierda capaz de hablar desde muchos acentos, pero con una sola voz, es ahora urgente para Sumar para frenar la división del espacio y revertir le tendencia negativa en los sondeos. Ya sea para lo que queda de legislatura o para renegociar en el futuro los términos de una nueva confluencia.
El problema de construir sobre la marcha, admite Hernández, es que “a veces, las cosas tienen que avanzar más lento para poder llegar más lejos”.
Sumar pierde peso y el grupo mixto se complica
La marcha de Àgueda Micó al grupo mixto obliga a reorganizar las fuerzas en el Congreso. Sumar pasa a contar con 26 diputados –cinco menos que los obtenidos el 23-J– tras las salidas de Podemos, nada más comenzar la legislatura, y ahora de Més-Compromís. Mientras que el mixto crece hasta los nueve miembros –cuatro diputados de Podemos, uno de Coalición Canaria, uno de UPN, uno del BNG y el exministro Ábalos–. Lo que obligará a todos ellos a renegociar sus tiempos de intervención y los puestos que ostentarán en las diferentes comisiones parlamentarias. Es decir, que Micó no solo perderá presencia al dejar la segunda fila del hemiciclo para ocupar un escaño en el gallinero. Si no porque va a tener que dejar la portavocía en la comisión de la dana que atesoraba en virtud de su papel en Sumar.
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