El sueño ha terminado antes de lo previsto. 20 valientes entraron el pasado 6 de noviembre a la casa de Gran Hermano 20. La nueva, la de Tres Cantos. Esa que cerrará sus puertas mucho antes de lo previsto. Tan rápido llega el final de esta edición que este mismo domingo, durante el debate dominical presentado por Ion Aramendi, tendrá lugar la semifinal. La edición más corta y con menor seguimiento de la historia, que ha sorprendido también con un ritmo vertiginoso, expulsando a algunos participantes que parecían intocables para la audiencia.
Las expulsiones aceleradas de la última edición del reality de Telecinco recuerdan a otros grandes nombres del pasado que, a pesar de su popularidad, se quedaron a las puertas de la gloria
El sueño ha terminado antes de lo previsto. 20 valientes entraron el pasado 6 de noviembre a la casa de Gran Hermano 20. La nueva, la de Tres Cantos. Esa que cerrará sus puertas mucho antes de lo previsto. Tan rápido llega el final de esta edición que este mismo domingo, durante el debate dominical presentado por Ion Aramendi, tendrá lugar la semifinal. La edición más corta y con menor seguimiento de la historia, que ha sorprendido también con un ritmo vertiginoso, expulsando a algunos participantes que parecían intocables para la audiencia.
El pasado jueves, el público vio cómo Aroa Carvajal, Edurne González y Patricia Gawron abandonaban la casa. Tres nombres que habían sido protagonistas semana tras semana y que generaban buena parte del contenido del programa. Las expulsiones se produjeron mediante una mecánica de duelo poco habitual, dejando fuera a perfiles que, hasta ese momento, parecían destinados a la final. Las redes sociales se llenaron de comentarios y reproches, con el inevitable recuerdo de que, desafortunadamente, el histórico de la vida en directo está lleno de favoritos que se quedaron a medias.
Bajas inolvidables
Dayron, Tatiana y Argi: cuando la audiencia (o la organización) decidió antes de tiempo
Los que llevan siguiendo el concurso desde sus inicios recordarán bien a Dayron Mojena, el bailarín granadino de Gran Hermano 7 que vivió su expulsión con el 66% de los votos tras 105 días en la casa. Mano derecha de Pepe Herrero en su ‘nominator’ y una figura respetada por la audiencia, se quedó a las puertas de la final. La crónica de una que salida mostró que, incluso con una estrategia cuidadosa y un perfil popular, el público puede decidir sorpresas imprevistas. O, en este caso, tener que decidirse entre dos pesos pesados. Era él o su amigo. No hubo opción.

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Años después, en Gran Hermano 10, a andalo-rusa Tatiana Malyshkina –que había protagonizado romances y disputas–, fue expulsada con un ajustado 50% de los votos. Eliminación precedida por un recorrido que incluyó reconciliaciones, arrepentimientos e hilarantes momentos que el público sigue recordando con estima e intensidad. El caso es que su particular forma de convivir no fue suficiente para salvarla de la eliminación, en el marco de otra de esas galas que dejó claro que la idea de la popularidad asumida no siempre coincide con la determinación final del exterior. Y eso que permaneció en Guadalix de la Sierra un total de 130 días, que se dice pronto.

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El caso de Argi Gastaka, la íntima de Susana Molina en Gran Hermano 14, fue diferente. Cuando el camino para el triunfo parecía su expulsión fue disciplinaria tras espetar una broma desafortunada sobre ETA en el medio de una conversación distendia. De ahí que la bilbaína de entonces 20 años, querida por muchos por su espontaneidad, tuviese que abandonar la casa. A pesar de contar con apoyo dentro y fuera del programa y cuando ya acumulaba más de un millón de seguidores en su cuenta de X, el antiguo Twitter. Las presiones a la producción, que le permitió disculparse en reiteradas ocasiones, terminarían ganando y propiciando una salida después de 80 días de encierro que subrayó que el factor ético también pesa en los finales televisivos. La ganadora moral, la acuñaron medios y fans tiempo después.

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Todavía vigentes
Adara y Maica: de la eliminación sorpresa a la continuidad en la televisión
Adara Molinero, que inició su trayectoria en la pequeña pantalla en Gran Hermano 17, fue expulsada tras 84 días de convivencia, siete nominaciones y una noche de ‘sorpasso’ contra el francés Alain que sorprendió a los seguidores. Su relación con Pol Badía, su amistad con Bárbara Cañuelo y las tensiones con otros compañeros llenaron las galas, pero no logró llegar a la final. No obstante, y a diferencia del caso de otros muchos que incluso se llevaro el maletín, su camino televisivo continuó. En 2019 ganó la séptima edición de Gran Hermano VIP y consolidó su presencia en otros formatos de Telecinco, como Secret Story: La casa de los secretos o Supervivientes. El vivo ejemplo de que la eliminación no siempre marca el final de la carrera televisiva.

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El pasado año, en Gran Hermano 19, la murciana Maica Benedicto vivió un desenlace similar. Tras un ajustadísimo duelo final con Ruvens, fue la 13ª expulsada de la temporada y se despidió de más de 90 días de encierro entre lágrimas, agradeciendo la experiencia y el apoyo del programa. Aun así, y como le pasó a Adara, su popularidad permitió que continuara en la televisión y que su figura siguiera ligada a los realities, llegando a ser segunda en la tercera edición de Gran Hermano DÚO y ganadora de Los vecinos de la casa de al lado 2.

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Es evidente: quedar fuera de la final no implica desaparecer del foco mediático. Y sus historias, mientras la vigésima edición anticipa un cierre definitivo, siguen presentes en el imaginario colectivo de aquellos que antaño quedaron prendados de la génesis de la telerrealidad en nuestro país.
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