Al fotógrafo senegalés Omar Victor Diop (Dakar, 44 años) se le conoce fundamentalmente por sus elaborados autorretratos, donde se transforma en distintos personajes. Son representaciones coloristas y estéticas que reinterpretan las narrativas históricas, sociales y culturales menos difundidas del continente africano, sin dejar de abrirse por ello a aspectos más universales. Un diálogo entre lo personal y lo colectivo que, en cierta forma, comienza en España. “Mi primer autorretrato lo hice en Málaga”, cuenta el artista a EL PAÍS. Fue durante una residencia de cuatro meses en la que estuvo invitado por la diputación provincial en 2013, según explica: “Allí llevé a cabo una investigación sobre las pinturas realizadas entre los siglos XV y XIX que tenían como protagonistas a gente de raza negra. Así fue como me encontré con el retrato de Juan de Pareja, asistente de Diego Velázquez, que el propio pintor sevillano realizó en 1650. En un principio me propuse buscar un modelo que lo representase, pero mientras preparaba las simulaciones, disfrazándome yo mismo, opté por el autorretrato”.
El fotógrafo senegalés firma el nuevo almanaque, un cruce de culturas en torno a un mostrador donde el café se convierte en un punto de encuentro entre generaciones, tradiciones y civilizaciones. La rapera Big Mamma, el pintor Omar Hassan, el tenista Jannik Sinner y un robot son algunos de los retratados con aires renacentistas
Al fotógrafo senegalés Omar Victor Diop (Dakar, 44 años) se le conoce fundamentalmente por sus elaborados autorretratos, donde se transforma en distintos personajes. Son representaciones coloristas y estéticas que reinterpretan las narrativas históricas, sociales y culturales menos difundidas del continente africano, sin dejar de abrirse por ello a aspectos más universales. Un diálogo entre lo personal y lo colectivo que, en cierta forma, comienza en España. “Mi primer autorretrato lo hice en Málaga”, cuenta el artista a EL PAÍS. Fue durante una residencia de cuatro meses en la que estuvo invitado por la diputación provincial en 2013, según explica: “Allí llevé a cabo una investigación sobre las pinturas realizadas entre los siglos XV y XIX que tenían como protagonistas a gente de raza negra. Así fue como me encontré con el retrato de Juan de Pareja, asistente de Diego Velázquez, que el propio pintor sevillano realizó en 1650. En un principio me propuse buscar un modelo que lo representase, pero mientras preparaba las simulaciones, disfrazándome yo mismo, opté por el autorretrato”.
Así nació Diaspora, una de sus series más célebres, donde el fotógrafo añade a los retratos una simbología contemporánea para abordar paralelismos sociales. Y eso mismo ocurre en el calendario Lavazza 2025, del cual es el autor. Bajo el lema Let´s Blend (mezclémonos), el nuevo almanaque explora el concepto de mezcla, 130 años después de la fundación de la empresa cafetera.
El calendario se compone de cuatro tableau vivants articulados como trípticos,donde en torno a un mostrador ―símbolo del cruce de culturas a través del amor por el café― se fusiona el vibrante cromatismo que expresa la vivacidad visual de la cultura natal del fotógrafo con una hábil composición inspirada en el Renacimiento. Cada tríptico está enmarcado por un color distinto y abarca tres meses del año. En su conjunto incluye a 36 protagonistas que encarnan momentos clave de la historia del grupo empresarial. Entre ellos, se encuentran la actriz americana Whoopi Goldberg y el pintor italo-egipcio Omar Hassan, dentro del tríptico más invernal y bajo el título Mezclando culturas. El tenista Jannik Sinner figura como uno de los protagonistas de los meses primaverales agrupados bajo el lema Mezclando tiempos, donde se dan cita distintas generaciones que comparten valores eternos. La rapera Big Mamma, el arquitecto Cino Zucchi y un robot, hecho de inteligencia artificial y tejido humano, forman parte del conjunto más otoñal, denominado Mezclando mentes. Y Diop quedará integrado en el tríptico más veraniego, titulado Mezclando raíces.
“Es la primera vez que me autorretrato representándome a mí mismo”, advierte el fotógrafo, quien para la ocasión se vistió con el traje tradicional de Senegal, del que solo hace uso en acontecimientos especiales. “Me he sentido muy bien sentado en ese mostrador donde he querido reflejar uno de los actos más universales de la convivencia: compartir un café. Y donde todos los protagonistas ocupan el mismo lugar, mirando al mundo con confianza y contentos de estar unidos”, afirma.
“Mis piezas se inspiran en tiempos pasados”, advierte el fotógrafo. “Puede sonar cándido, pero muchas respuestas a nuestras preguntas contemporáneas provienen en cierta forma del ayer y se repiten. Mucho más cuando hablamos de arte y de creación visual. El Renacimiento siempre ha sido una gran inspiración para mí, así que era natural hacer referencia a él en este proyecto”.
Autodidacta, Diop abandonó el mundo de la comunicación corporativa para dedicarse a la fotografía. “Sentí que necesitaba compartir mis sentimientos y mis aspiraciones y el medio fotográfico me ofrecía una forma fácil y democrática de expresarme. Tiendo a dibujar para aclarar mis ideas, pero la fotografía me permite expresarlas de una forma menos rígida que la que me podrían ofrecer otras disciplinas artísticas”, explica.
Sus retratos le han permitido articular un discurso que, aunque rebosa belleza, está cargado de reivindicaciones políticas y sociales que aluden a la represión, a la crisis climática y a la diáspora, entre otras cuestiones. En su obra, el collage, la moda o el diseño se entrelazan con la herencia de la gran tradición africana del retrato de estudio, engrandecida por Seydou Keïta, Malik Sidibé, Mama Casset, y de igual forma con la obra de Samuel Fosso. Aun así, dice considerarse ciudadano del mundo. “Me siento implicado en todo lo que pasa que define nuestro mundo”, resalta. “Las fronteras existen, pero no dejan de ser un constructo. De alguna forma, todos compartimos formas de vivir, esperanzas, miedos y proyectos, de manera que lo que pasa en una parte del mundo resuena en nuestras vidas. Especialmente hoy, cuando uno no puede permitirse centrarse en lo que ocurre solamente en su entorno e ignorar al resto”, reflexiona.
Su continua búsqueda de la belleza le ha facilitado un lenguaje con el que aproximarse al espectador de una forma amable y no amenazadora que le permite desafiar los lugares comunes, subvirtiendo los códigos de representación. “Necesito establecer una buena relación con mi obra; necesito amarla, sentirme bien cuando la veo. El color es importante, ya que es un vehículo de emociones. En un mundo sobresaturado de imágenes, ¿cómo captar la atención? Es un viejo truco al que recurrir, pero la belleza significa mucho para mí, y su búsqueda brota de forma natural”, sostiene.
La naturaleza se integra en las distintas escenas del almanaque a través de los ventanales y pasa a ocupar el mismo espacio que las figuras humanas, en clara referencia a la desconexión de las personas con el mundo natural. Al tiempo, su presencia contribuye a definir las estaciones, así como a diferenciar los distintos continentes que integran el calendario. También enfatiza la idea de un viaje alrededor del mundo unificado por un mostrador. Un reconocimiento a la diversidad y a la mezcla donde arraiga Lavazza a través del mundo del café.
Como ocurrió en su última edición, el calendario Lavazza ofrece nuevamente la posibilidad de iluminar el año mediante una mirada vitalista y predispuesta a la reinvención procedente de África. “Desde que comencé mi trayectoria artística, la mirada hacia el continente africano y hacia aquellos lugares referidos como el Tercer Mundo ha cambiado mucho”, destaca Diop. “Hasta hace poco, predominaba la idea simplificada del continente como un lugar exótico, con bellos animales salvajes y bonitas puestas de sol, sin tener en cuenta a sus habitantes. Como africanos, necesitamos legitimar nuestras historias y nuestra experiencia. Como creador, he observado la curiosidad que ahora despierta África. En concreto, cómo se ha ido fomentando un desarrollo artístico dentro de mi país que permite a sus creadores producir arte no solo para el exterior, sino para nuestra gente. Me mantengo optimista. Creo que es un gran momento para los artistas africanos”, pronostica esperanzado.
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