La alarma es la propia explosión

No habían pasado 48 horas desde que muchos teheraníes habían decidido regresar a la ciudad y desde que se había empezado a reactivar la actividad de la capital, al menos en algunos sectores, cuando Israel lanzó un nuevo ataque en diferentes zonas, especialmente en áreas transitadas del norte y el centro de la urbe. Esta nueva ofensiva sobre instalaciones militares llegaba después de una noche en la que muchos no habían dormido y cuando el temor de que esta guerra escale aún más se hace mayor.

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 Con radares destruidos y sin alarmas antiaéreas, las columnas de humo dominaron ayer el cielo de Teherán  

No habían pasado 48 horas desde que muchos teheraníes habían decidido regresar a la ciudad y desde que se había empezado a reactivar la actividad de la capital, al menos en algunos sectores, cuando Israel lanzó un nuevo ataque en diferentes zonas, especialmente en áreas transitadas del norte y el centro de la urbe. Esta nueva ofensiva sobre instalaciones militares llegaba después de una noche en la que muchos no habían dormido y cuando el temor de que esta guerra escale aún más se hace mayor.

Las declaraciones desde diferentes sectores de la República Islámica, incluida la Guardia Revolucionaria de que responderían a Estados Unidos por el ataque del pasado fin de semana, habían aumentado la ansiedad.

La aviación israelí atacó la prisión de Evin, donde históricamente están los presos políticos

“Podría ser una guerra muy larga y nos traerá muchos más problemas”, contaba Amin que ayer abría su tienda de verduras por primera vez en una semana. “Volví porque necesitaba dinero, todos necesitamos dinero. Tengo miedo, pero no hay otra opción”, dijo el hombre de 47 años, que atendía junto con su hijo. Las ventas no habían sido malas por la mañana y fueron peor después de la explosión, cuando mucha gente se metió en su casa por temor a estar cerca de uno de los objetivos de la aviación y drones israelíes.

Para entonces los iraníes no tenían conocimiento de que estaban bajo uno de los ataques más grandes desde el pasado 13 de junio, y mucho menos que horas después Israel pediría a la población evacuar la ciudad.

Las columnas de humo empezaron a dominar el cielo de la capital mientras en algunos sectores la defensa área intentaba apuntar a los cazas y drones. Y es que a falta de alarmas, en parte porque todos los radares han sido destruidos, los teheraníes se enteran de que están bajo ataque por el sonido de las explosiones. Esa es su triste realidad.

Cuando tienen suerte, se ponen en alerta cuando la defensa antiaérea entra en acción, pero para entonces tienen poco margen de maniobra para protegerse.

Los objetivos fueron múltiples, según se especulaba por el número de columnas de humo y explosiones. En un primer momento, a través de las redes sociales, especialmente en Telegram donde se han creado decenas de grupos que comparten información sobre todo lo que pasa actualmente, desde ataques hasta reacciones de la República Islámica.

“Atacaron en Evin”, fue lo primero que empezó a susurrarse cuando ya se había confirmado que el ataque que se estaba llevando en ese momento era uno de los más duros a los que Israel había sometido a la capital iraní desde el pasado 13 de junio.

Evin es un nombre que cada uno de los iraníes conoce y no por buenas razones. Esta cárcel que se levanta sobre el este de las montañas que enmarcan Teherán es el lugar donde históricamente se ha encerrado a los presos políticos. Así lo hizo la monarquía del sha de Persia y así lo hizo la República Islámica desde su creación en 1979. Por allí han pasado la mayoría de críticos del actual sistema, y algunos de ellos todavía permanecen allí, como Mustafa Tajzadeh, un político reformista que luchó por la revolución en la juventud y en los últimos años pasó a ser uno de los principales opositores del líder supremo.

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