Dice que le fascinan los sueños, mantiene que nadie es exactamente como parece y se muestra convencido de que la nueva generación de actores es más brillante que la suya. Palabra del nuevo mago de Oz según ‘Wicked’ Leer Dice que le fascinan los sueños, mantiene que nadie es exactamente como parece y se muestra convencido de que la nueva generación de actores es más brillante que la suya. Palabra del nuevo mago de Oz según ‘Wicked’ Leer
Desde el doctor Malcolm en la saga jurásica al mago de Oz de la recién estrenada Wicked, de Jon M. Chu, pasando por sus trabajos más delicados y precisos al lado de Robert Altman, Wes Anderson, David Cronenberg o Fernando Trueba, cada personaje de este actor alto y siempre ocurrente se las ha arreglado para nunca pasar desapercibido. Jeff Goldblum (Pittsburgh, Pensilvania, 1952) es la garantía para cualquier superproducción de que no todo está perdido, de que por muy estúpido que sea el guion al menos un par de líneas están a salvo. Las suyas. Su nueva película le convierte en el más poderoso de los hechiceros y también en el más mentiroso; en el más encantador y el más dañino. Cynthia Erivo y Ariana Grande cantan y Goldblum les sigue el ritmo. Y lo hace justo después de entonar su propia canción en la que se define como un hombre (mago) sentimental.
- ¿Se considera un tipo sentimental?
- Sí, definitivamente, soy un hombre sentimental. Quizá debería preguntárselo a mis dos hijos y mi esposa antes, pero no creo que me contradigan. Si nos ceñimos a la película, lo único que puedo decir es que soy un hombre muy orgulloso de poder cantar las canciones compuestas por Stephen Schwartz .
- Además de cantar esa canción, su personaje pronuncia una frase definitiva: «Para mantener unida a la gente, hay que inventarse un enemigo». Vale incluso como resumen del tiempo que vivimos…
- Sin duda. Pero sinceramente creo que es una constante de la historia de la Humanidad. Desde el principio, ha habido personas en puestos de autoridad que abusan de su poder. Y el poder, inevitablemente, corrompe. Pero sí es cierto que el giro que da a la historia de Oz las novelas de Gregory Maguire permite contemplarlo todo desde un ángulo completamente nuevo. Tal como lo veo, el mago es bueno, pero la gente está convencida de que tiene poderes extraordinarios. Digamos que es esa presión de hacer lo que se espera de él lo que le corrompe y le transforma en un mentiroso… con buen corazón, pero con un poder extraordinario. Un hombre bueno con mucho poder puede convertirse en la peor de las pesadillas.
- En realidad, estaba pensando en esa obsesión actual de ciertos políticos de señalar a la inmigración, por ejemplo, como la raíz de todos los males.
- Sí, eso es así. La tentación del poderoso siempre es demonizar a un grupo de gente y convertirla en chivo expiatorio. En la película son los animales los señalados, pero, esta claro, es solo una metáfora. Por otro lado, también es una buena ocasión para poner sobre el tapete el asunto de la crueldad con los animales que, evidentemente, es una asunto muy actual. Imagino que es responsabilidad de las películas, de todas, incluidas las ideadas para el puro entretenimiento como ésta, hacer reflexionar un poco.
- Su personaje es un gran mentiroso. ¿Qué opina del papel tan relevante que han adquirido hoy los llamados hechos alternativos, es decir, la mentira?
- Sí, la mentira siempre funciona en una dirección. Su objetivo es galvanizar la fe e intentar unir a las personas. Pero no es buen camino. Piense en la inmigración que comentaba antes. En verdad, todos somos inmigrantes, extraños, de nosotros mismos y de la gente que consideramos nuestra. Eso es la libertad. Por otro lado, todos estamos relacionados y somos habitantes del mismo planeta. En términos de ADN, nos unen más cosas de las que nos separan. Que la inmigración sea un problema es, sin duda, una de esas mentiras interesadas.
- Otro de los argumentos, es lo engañoso de las apariencias. ¿Ha conocido en su vida a mucha gente que en verdad era lo opuesto de lo que parecía?
- Sin duda. Lo fundamental sigue siendo lo que me enseñó mi maestra de muy joven: mantener los ojos abiertos y pelear por ser honesto con uno mismo.
- ¿Y cómo son las nuevas generaciones de intérpretes comparadas con la suya?
- Mejores. Ves actuar a Cynthia Erivo y Ariana Grande con ese talento y esa profesionalidad, y no queda más remedio que admitir que son mejores.
- Por otro lado, no parece que se lleve mal con los efectos especiales. Pienso en la saga jurásica y en el despliegue de Wicked…
- No soy un experto en la materia. Lo que me interesa es la emoción que puedan transmitir. Jon M. Chou en esta película mezcla toda la creación digital con decorados reales. La película ha sido un poco volver a las viejas películas de Hollywood. Para hacerse una idea se plantaron nueve millones de tulipanes… El efecto es el mismo del logrado por Wes Anderson en sus películas.
- ¿Qué relación mantiene con el viejo clásico de Victor Fleming?
- Me fascina. Desde niño he visto El mago de Oz una vez al año. Se estrenó en 1939, pero su popularidad de verdad llegó en los 50, en la década que nací. Se la he enseñado a mis hijos de siete y nueve años pese a que, en verdad, puede ser considerada una película de terror. Es una película hermosa que ha influido al maestro David Lynch en películas como Mulholland Drive y Corazón salvaje… El mago de Oz es lo más parecido a un sueño, a una dulce pesadilla.
- Hablando de sueños, ¿qué recuerdos guarda de su película con Trueba El sueño del mono loco?
- Es un honor para mí ser su amigo. Me volví a encontrar con él cuando rodé con Bayona Jurassic World: El reino caído. Y he vuelto a colaborar posteriormente con él en la cinta de animación Dispararon al pianista. No solo es un director fantástico, es una persona inteligente, sensible, con talento y con una admirable y poderosa convicción política.
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