Irán se enfrenta a su propia realidad

El mensaje que el sistema iraní ha intentado mandar a su población durante años es que el poder militar que había construido no solo hacía imposible un ataque enemigo a gran escala –de lo contrario, las consecuencias regionales serían catastróficas, se argumentaba– sino que su inteligencia todo lo veía y sabía, tanto en casa como en el exterior.

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 Frente a la propaganda gubernamental, la población se pregunta por qué el ejército iraní no estaba preparado  

El mensaje que el sistema iraní ha intentado mandar a su población durante años es que el poder militar que había construido no solo hacía imposible un ataque enemigo a gran escala –de lo contrario, las consecuencias regionales serían catastróficas, se argumentaba– sino que su inteligencia todo lo veía y sabía, tanto en casa como en el exterior.

El mensaje lo enviaban a través de una combinación de estrategias. Se mostraba implacable ante cualquier voz contraria dentro de casa y, por otro, fortificaba sus dos grandes pilares de defensa basados en las organizaciones satélites regionales, especialmente Hizbulah, y avanzaba en su programa aeroespacial de misiles y drones.

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Pero a pesar de todos estos esfuerzos las costuras se fueron haciendo poco a poco más notorias hasta acelerarse en los últimos meses con los asesinatos sistemáticos de generales de los Guardianes de la Revolución que trabajaban con el eje de la resistencia , el desplome de Hizbulah y la caída de Asad en Siria.

El aumento de las protestas sociales incrementó también el nivel de represión y la violencia. La consecuencia fue una sociedad cada vez más crítica y desconectada del Nisan , el sistema.

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Misiles iraníes caen sobre Tel Aviv 
Leo Correa / Ap-LaPresse

Al mismo tiempo, los enemigos de Irán, especialmente Israel, lograron hacerle daño en los últimos años al interior del país. Los ejemplos son muchos, como el asesinato de Mohsen Fakhrizadeh, considerado el padre del programa nuclear iraní, asesinado por una ametralladora manipulada a larga distancia cuando transitaba por una población a las afueras de Teherán. Muchos incluso sospechan, después de lo que ha pasado en este tiempo, de que estén también detrás del accidente aéreo que se cobró la vida del presidente Ebrahim Raisi.

Hay el sentimiento de que el cambio llegará de dentro, no por la presión de un Israel al que pocos quieren

En la medida que se sumaban nuevos atentados también crecían las dudas de la población sobre el grado de infiltración en el interior del país y su capacidad para defenderse a pesar de los diversos ataques con misiles lanzados en últimos meses. Y es que para los iraníes la gran sorpresa de estos días no ha sido el ataque a las centrales relacionadas con el programa nuclear, que gran parte de la población considera un derecho legítimo de Irán y lo defiende. A los iraníes, al fin y al cabo, los une la defensa de su nación más allá de si están del lado de la República Islámica o en contra de sus gobernantes actuales. Los ataques a las centrales siempre fueron una posibilidad, aunque para muchos muy lejana. El asombro llega de la capacidad que tuvo Israel para aniquilar la cúpula militar de los Guardianes de la Revolución y algunos de sus científicos más importantes en cuestión de horas. De pronto la incertidumbre, que ya era grande, se hizo aún mayor.

¿Cómo no lo vieron venir?, ¿por qué no estaban preparados?, son preguntas que surgen en las conversaciones en estos últimos días. ¿Dónde está su fortaleza?, insisten. Nadie deja de estar impactado por el detallado conocimiento que Israel tiene del interior de Irán, pero sobre todo por la falta de prevención de sus líderes en un momento donde era obvio que Estados Unidos estaba haciendo movimientos sospechosos, y cuando se cumplían los 60 días de ultimátum que les había dado el presidente Donald Trump para negociar.

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Irán se enfrenta a su propia realidad

Irán siempre había expuesto los diversos planos diseñados para responder a ataques contra la nación. Pero en cuestión de minutos la mayoría de los altos cargos fueron asesinados mientras dormían en sus residencias, muchos de ellos en edificios ubicados en la zona central de Teherán, frente a los ojos de los habitantes de una ciudad donde todavía existe la memoria de la guerra contra Iraq en la década de los ochenta, cuando Sadam Husein mandaba misiles contra la capital. El dolor de aquellos años se revivió con la noticia de que decenas de civiles murieron y cientos quedaron heridos, según versiones oficiales.

¿Por qué no estaban durmiendo en sus bases? Son algunas preguntas que se escuchan desde Teherán estos días. Las primeras conclusiones arrojan que estaban convencidos que no habría ningún ataque hasta después de una nueva ronda de conversaciones entre Irán y Estados Unidos que iban a realizarse hoy domingo en Omán.

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El ministro de Defensa de Israel, Israel Katz (c), y al Jefe de Estado Mayor, Teniente General Eyal Zamir (i) durante una reunión con miembros del Foro del Estado Mayor 
Ministerio de Defensa de Israel / EFE

Muchos no se explican la incapacidad de los líderes para medir los riesgos contra el país y tampoco para alertar a la población sobre los peligros. Si en la guerra contra Iraq sonaban las alarmas cada vez que se acercaba un ataque y había refugios para esconderse, hasta ahora no hay ninguna medida para proteger a la población. Ayer, desde Israel aseguraban que el camino a Teherán estaba prácticamente libre, un escenario que siempre fue considerado imposible por muchos años.

Hasta ahora, la lucha contra Israel se lidiaba en otros territorios, y no muchos iraníes la seguían con atención

También, por años, se atrevieron a pensar que una guerra nunca alcanzaría a su territorio. La lucha contra Israel, entre otros, se lidiaba en otros territorios de la región. Y para ser claro, no muchos iraníes seguían ese devenir con atención.

Hoy la guerra ha llegado a casa. Los iraníes no son ajenos a que el líder israelí, Beniamin Netanyahu, tiene como finalidad el fin de la República Islámica. Hay quienes han celebrado los ataques contra la cúpula militar que lidera la represión cuando ellos protestan contra el sistema. Pero también hay un sentimiento que atraviesa a Irán de que los cambios llegarán internamente, no presionados desde un país al que pocos quieren.

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