Las piscinas de bolas siempre han sido territorio exclusivo de niños con ganas de divertirse y fiestas de cumpleaños, pero Gran Hermano se ha encargado de demostrar que los adultos también pueden disfrutar de ellas con una escena que ya es historia de la televisión.
La mujer estaba completamente enterrada y el concursante, que no lo sabía, se tiró con todo su peso
Las piscinas de bolas siempre han sido territorio exclusivo de niños con ganas de divertirse y fiestas de cumpleaños, pero Gran Hermano se ha encargado de demostrar que los adultos también pueden disfrutar de ellas con una escena que ya es historia de la televisión.
Después de meses sin ver a sus familias, los concursantes tuvieron la oportunidad de reencontrarse con sus madres, pero no sin antes enfrentarse a una misión: encontrarlas en escondites surrealistas como cofres o cajas de muñeca. Natalia, la madre de Luis, fue la protagonista de uno de los momentos más peculiares al ocultarse en una piscina de bolas.
No sabía que estaba su madre
Luis se tiró con todo su peso
La mujer, siguiendo las órdenes del programa, se sumergió tanto que ni siquiera escuchaba lo que le decían. “Métete bien, que no te vea ni un pelo”, insistió Jorge Javier Vázquez, con su característico humor. Y vaya si lo hizo.
Luis, al entrar a la sala, no sospechó nada. Solo vio un montón de juguetes que parecían haber salido directamente del catálogo navideño. “¿Te gustan las piscinas de bolas?”, le preguntó el Súper, a lo que él respondió afirmativamente sin pensarlo.
El Súper le pidió que se lanzara de lleno, y Luis, obediente y sin hacerse demasiadas preguntas, hizo una breve carrerilla y se tiró al centro dando por hecho que la piscina de bolas estaba completamente vacía.
Salto de fe
Todos salieron ilesos
El aterrizaje, sin embargo, no fue el esperado. Bajo las bolas de colores se encontraba Natalia, que recibió de lleno el peso de su hijo. El golpe hizo evidente lo que las bolas intentaban ocultar: allí estaba su madre enterrada en plástico. “La madre que me parió, no me lo puedo creer”, gritó el joven.
Su madre, aguantando el golpe como pudo, salió a la superficie riendo mientras Luis, entre sorprendido y avergonzado, se preocupaba por el estado de su madre. Por suerte, no hubo lesiones que lamentar. Natalia salió ilesa del golpe y Luis bromeó con su escaso peso, un factor que quizás evitó una desgracia: “Estoy escuálido”.
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