Georges Didi-Huberman, el filósofo del arte: «El Reina Sofía es el mejor museo del mundo»

El filósofo francés presenta en el museo nacional la muestra ‘En el aire conmovido…’, una historia íntima del arte que une a Lorca con Goethe, Tàpies y Giacometti en busca de una moral de la emoción. Leer El filósofo francés presenta en el museo nacional la muestra ‘En el aire conmovido…’, una historia íntima del arte que une a Lorca con Goethe, Tàpies y Giacometti en busca de una moral de la emoción. Leer  

En el aire conmovido…, con sus puntos suspensivos en el título, es una exposición difícil de explicar, según reconocen los empleados del Museo Reina Sofía que trabajaban la semana pasada en su montaje. Es difícil porque no tiene un tema, ni una tesis, ni un artista que lo protagonice, ni un tiempo que retrate. En cambio, tiene un comisario/autor, el filósofo Georges Didi-Huberman, que no cuenta su vida a través del arte pero que quizá sí que se entregue a sí mismo en algo aún más íntimo. Y tiene un poema del Romancero Gitano de García Lorca del que sale el título: En el aire conmovido / mueve la luna sus brazos / y enseña, lúbrica y pura, / sus senos de duro estaño. / Huye luna, luna, luna. / Si vinieran los gitanos, / harían con tu corazón / collares y anillos blancos.

En el aire conmovido…, es una exposición difícil pero de alguna manera encaja en la cabeza de sus espectadores y deja un recuerdo probablemente será largo y profundo. Georges Didi-Huberman, el hombre que popularizó esa manera de mostrar dos imágenes confrontadas de manera que cada una cambie el signficado de la otra, ha elegido para su exposición de Madrid (hará itinerancia en el CCCB de Barcelona) 300 obras, textos y películas de 140 artistas de los siglos XIX, XX y, menos frecuentemente, XXI: Dalí, Giacometti, Goethe, Goya, Victor Hugo, Miró, Picasso, Rodin, Shalev-Gerz, Capa, Ensor, Nietzsche, Trouvé. Todos aparecen hilados en un una especie de monólogo interior aparentemente caprichoso, como el vagabundear de los paseantes, en el que cada imagen/pensamiento lleva a otro.

-¿Qué le parece esto que ve?, pregunta Didi-Huberman, que también es un entrevistado bromista. Mezcla los idiomas en sus respuestas, tiende a burlarse del orden habitual de la preguntas/respuesas de las entrevistas y, a veces, a corregir las preguntas que están mal planteadas.

¿Qué contestarle? En el aire conmovido… es una exposición difícil y en parte abrumadora pero es también obviamente importante y única. Es probable que merezca más de una visita.

Se me ha ocurrido que la exposición recuerda un poco a Me acuerdo, la novela de Georges Perec.
Perec es un escritor fundamental para mí. Y creo que hay una confusión sobre Perec. Se le tiene siempre por un escritor muy formalista, es un reproche que se le hace. Perec escribió El secuestro, una novela en la que no aparece la letra E. ¿Qué significa eso? La E es la primera letra de la palabra emoción. Retiramos la e y queda moción, que significa movimiento, quitar. Y dos: la E suena en francés muy abierta, y remite a elles, ellos. E-moción es la partida y desaparición de ellos. ¿Y quiénes eran ellos? Eran la madre de Perec, su familia y los judíos de Francia. O sea que si acaso Perec era un escritor formalista fue porque encontró una forma para su emoción.

Y entonces, Didi-Huberman se pone en marcha y se dirige a una sala de la exposición atravesda en diagonal por un hilo de lana roja tensionado al máximo. «Esta pieza parece geometría pero no lo es. Es un hilo que conmueve el aire. No sólo es una forma sino que es una conmoción del espacio. Fred Sandback, el autor, se suicidó después. Para él, este hilo no fue una imagen hermosa, para él fue algo vital, fue una cuestión de fragilidad y de supervivencia».

La palabra conmover es la clave de la exposición del Reina Sofía, la que da un sentido al divagar de los pensamientos/imágenes. En su lorquiano título, En el aire conmovido, «conmovido» comparte verso con la palabra «aire» en una especie de sinestesia. Porque parece que el aire tiene que ver más con la evocación que con la conmoción, ¿no?.

¿Querría hablarnos de la palabra evocación?
Que conste que yo no he usado la palabra evocación en este proyecto. Pero de acuerdo, vamos con ella. Evocación viene de vocación. Es llamar, es la voz que sale del pecho y de la garganta. Es la respiración, es aire que va hacia otra persona. Es la memoria y es el deseo. Memoria y deseo están ligados siempre, igual que expiración e inspiración, invocación y evocación. Invocación y evocación son el medio y la materia de la emoción. Cuando nos emocionamos, nos cuesta respirar.
¿Y la palabra conmoción?
Los franceses tenemos émotion, que significa lo mismo que emoción en español, y tenemos la palabra commotion pero sólo representa la emoción del shock. En español, conmoción es shock pero también significa «emoción con el otro». Un niño enfermo nos conmueve… Toda esta exposición es un ensayo sobre la ética de la emoción. Porque emociones hay tantas… Y no todas son una manera de relacionarnos con el otro, de relacionarnos desde una actitud generosa y modesta. Donald Trump siempre habla de emociones, pero de sus emociones dirigidas contra un enemigo. Lo que me interesa es la emoción dirigida hacia el otro, hasta el otro.
¿Esta es una idea propia de nuestro tiempo? Hace no mucho, la ironía era la emoción dominante en la cultura.
Esa pregunta da por hecho que las emociones cambian en cada momento histórico. No es verdad. Todo cambia, todo se transforma, un te amo no significa lo mismo hoy que en el siglo XIII. Estoy de acuerdo. Pero sí que participa de una dimensión antropológica que sobrevive. La actualidad es una ilusión. Hoy tenemos las mismas emociones que ayer y que en el futuro. Tenemos imágenes distintas para expresarlas, muchas imágenes. Mire una iglesia medieval en Italia y verá mil imágenes de santos y ángeles. Hoy tenemos Instagram. Los nuevos medios existen. ¿Tenemos nuevos problemas? Mi respuesta es que no o no siempre. Tenemos viejos problemas con nuevos medios. No debemos quedarnos hipnotizados por los nuevos medios.
Lo plantearé de otra manera: mucha gente, no necesariamente melómana, escucha hoy música francesa del año 1900: Debussy, Satie, Fauré… Hace no tanto, nadie se tomaba muy en serio esa música, se consideraba sentimental.
. El gran reto de la historia de arte es el conformismo en la comprensión de las obras, romper con ese conformismo. Esta exposición termina en una fotografía de Cartier-Bresson. La gente me dice: «No, hombre, Cartier Bresson no, que es un sentimental». ¿Es sentimental Cartier-Bresson? ¿Es sentimental Debussy? Decir eso es no entender nada. Y sí, Debussy es sentimental, claro que sí, pero también es algo mucho más amplio. Por fortuna, ya no tenemos que decir me gusta Schoenberg y, por tanto, odio a Stravinski. Ya es posible amarlos a los dos, verlos como partes de un mismo todo. Mire, aquí tenemos un Tàpies al lado de un dibujo de unas nubes de Goethe, unas nubes magníficas. Una virtud de una exposición es cuando aparece una relación nueva: este Tàpies es poco más que un trapo. Pero, al verlo al lado de las nuebes de Goethe, ese trapo remite al tema más antiguo de la historia del arte, el de la ninfa con su vestido que se mueve al aire. Ponemos dos imágenes cerca y creamos un nuevo significado. Ese es el placer de una exposición.
Goethe es importante en esta exposición.
En su teoría de la poesía desarrolló el concepto de demónico, que no es lo mismo que demoniaco, porque tiene más que ver con el dáimon griego. Y esa idea de demónico lleva al duende del flamenco y a García Lorca. Esta exposoción también es una manera de tomar una historia muy española de la cultura vinculada a la historia de la éstética europea, a Goethe, Nietzsche, etcétera.
He visto que en los carteles de la exposición escritos en inglés dejan la palabra «duende» en español, sin traducir.
«Duende» es imposible de traducir. Hay palabras así en todos los idiomas. El spleen de Baudelaire, la saudade... Me gusta que en un texto en francés o en inglés aparezca una palabra como duende, escrita en español porque invita a reconocer en el extranjero algo que nos conmueve.
¿Le suelen gustar los museos en 2024? ¿Le parece que hacen bien su trabajo?
No puedo responder, porque no existe una cosa llamada los museos. Hay museos buenos y malos.
¿Qué es un buen museo, entonces?
Este [por el Reina Sofía] es el mejor del mundo. He trabajado en la Tate, en el MoMA, en el Pompidou… Pero es aquí donde, desde el tiempo de Manolo Borja, pienso que cada vez que vengo descubro un nuevo artista importante. Es una máquina de conocimiento.
¿Y un museo que no cumpla su función?
¿Quiere un ejemplo concreto?
Adelante
En Varsovia hay un museo de los judíos. Es un museo inmersivo, pintoresco, las cosas verdaderas se mezclan con otras creadas para la ocasión y es imposible ver una imagen completa… Es un luna park en un sitio que habla de algo muy grave. Lo detesto.

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