Faith Kipyegon: el reto de los cuatro minutos en la milla deberá esperar

La tecnología casi todo lo puede. Y lo que falta lo intenta poner la fe de Faith.

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 71 años después, la estrella keniana no logra aún emular a sir Roger Bannister, primer ser humano sub cuatro minutos en la distancia  

La tecnología casi todo lo puede. Y lo que falta lo intenta poner la fe de Faith.

Aunque con esto no le da.

Faith Kipyegon (31) empuja fuerte y no piensa. Solo corre, obedece y persigue a la nube de astros que la envuelven (Engels, Grant Fisher, Kinyamal, McSweyn, los neerlandeses Laros y Nillesen, Elliot Giles…) y se desobedece a sí misma: el cuerpo le pide una tregua, el cuerpo va a explotar, el dolor se vuelve insoportable.

Tanto, que el castillo se derruye en la última vuelta: la estrella keniana cierra el último parcial en 1m05s y se va hasta 4m06s42.

Y luego, se derrumba sobre el sintético.

-Aún creo que es posible. Si no lo logro yo, lo logrará otra mujer. Pero lo lograremos -proclama cuando recobra el aliento.

Faith KipyegonAtleta

Este era un reto entre iguales: este jueves, 26 de junio de 2025, una mujer trataba de emular a un hombre, a sir Roger Bannister, aquel maravilloso atleta que el 6 de mayo de 1954 rompía la barrera de los cuatro minutos en la milla: 3m59s4.

El primer ser humano en lograrlo.

(71 años han pasado; hoy, centenares de hombres han sucedido a Bannister, pero ninguna mujer).

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Sir Roger Bannister fue también un reconocido neurólogo y murió en 2018, y de su proeza nos queda un abanico de imágenes en blanco y negro, la leyenda de un ser humano retorciéndose en una pista de ceniza.

Entonces, decían de aquello que había sido un hito imposible.

Sobre el sintético de Charléty, un estadio teñido de púrpura, color fetiche de Faith Kipyegon, nuestra heroína parece un ratón de laboratorio, envuelta como va entre trece extraordinarios atletas, hombres y mujeres, envuelta también en tecnología.

Calza las Nike Victory Elite FK que la marca del swoosh ha diseñado para ella (quién se lo hubiera dicho de cría, cuando corría descalza y ganaba títulos mundiales sub 20 en cross country). 

Viste un traje Nike Fly Suit, suerte de neopreno de secano diseñado a base de simulaciones computerizadas y carreras en el túnel del viento. Persigue la wave light que le marca el paso en el anillo de la pista, cual alfombra verde. Persigue también a las liebres, fenómenos que llevan meses trabajando junto a ella, ensayando el compás, 14s9 cada cien metros, 29s largos cada doscientos, 59s los 400, así durante cuatro vueltas y nueve metros, hasta que el cuerpo explote.

Faith Kipyegon escucha las voces de Keely Hodgkinson, la sensacional ochocentista, oro olímpico en París 2024, que oficia de speaker porque ahora mismo está lesionada en un tendón de Aquiles, y también los ánimos de Carl Lewis, leyenda del atletismo.

(Este show es un Salón de la Fama). 

En su interior, Kipyegon escucha también un eco, las palabras de su entrenador, coach Sang, el hombre que dice tener “mariposas en todo el cuerpo” al verla correr, y las de Eliud Kipchoge, el filósofo del maratón que en las largas pausas de Kaptagat, en el valle del Rift, tras sorber el té y degustar el ugali, se le acerca y le dice:

-Faith: cuando llegue la hora de la verdad, será el momento en el que las mujeres de Kenia, Indonesia y Estados Unidos comprendan que una mujer corredora puede lograr lo mismo que un hombre corredor.

Entre bastidores, Kipchoge, el único ser humano que ha roto la barrera de las dos horas en el maratón, nos cuenta todo esto, todo lo que le está contando a Kipyegon. Le escuchamos gentes venidas de medio mundo, ibéricos, británicos, italianos, estadounidenses, escandinavos, mexicanos, japoneses…

Faith Kipyegon, derrengada sobre el tartán, en Charléty
Faith Kipyegon, derrengada sobre el tartán, en Charléty 
Christophe Ena / AP

Sobre el sintético, Faith Kipyegon se enfrenta a la hora de la verdad, aunque no piensa en ello.

Solo corre y sufre.

Mejor no pensar. 

Si hay una mujer en el mundo capaz de firmar semejante proeza (aunque nunca será un récord del mundo oficial), es ella. Faith Kipyegon es la triple campeona olímpica. La múltiple campeona del mundo. Tiene los récords mundiales del 1.500 y la milla y una hija de siete años (Alyn), y se le calcula un patrimonio de cinco millones de euros. Lo tiene todo y por eso, cuando le preguntamos qué hace aquí, enfrascada en un reto semejante, contesta:

-Meses atrás me dije: ‘¿Qué me toca hacer ahora que ya lo logrado todo? ¿Por qué no puedo soñar con salirme del cajón?’.

Y aquí está, experimentando con la ciencia y el dolor.

Ciencia y dolor: en otros tiempos, en este mismo Charléty, ha batido las plusmarcas mundiales del 1.500 y el 5.000, pero esto es otra cosa. 

Ahora no le pedimos que bata su plusmarca. 

Le pedimos que la pulverice. 

Necesita superarse a sí misma en ocho segundos (su récord está en 4m07s64). Y para lograr un hito en apariencia imposible, las condiciones deben ser perfectas.

Vamos: 25ºC. Ni una leve brisa. Un estadio entregado.

-Go, Faith, go!!

Los parciales van justos. 1m00s20 la primera vuelta. 2m00s78 el 800. 2m30s68 el kilómetro. Hasta ahí, está en el ritmo. 

Pero luego, se desencaja. Cuando encara la última vuelta ya cabecea. La aborda en 3m01s84. Necesita bajar de los 59 segundos, pero ahí ya no da. Se le escapa la wave light, igual que se le escapan las liebres, el tiempo vuela, el dolor es insufrible. Cuando acaba, firma 4m06s42. Es la mejor marca de la historia (su récord mundial está en 4m07s64), por algo se empieza. 

 

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