Excedencias: un tiempo en los bosques para repensarlos árboles laborales

Tras la pandemia ha aumentado el interés por la excedencia voluntaria, pero su repercusión exige especial atención a sus requisitos y objetivos. Leer Tras la pandemia ha aumentado el interés por la excedencia voluntaria, pero su repercusión exige especial atención a sus requisitos y objetivos. Leer  

Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente sólo para hacer frente a los hechos esenciales de la vida, y ver si no podía aprender lo que tenía que enseñar, y no descubrir al morir que no había vivido». En Walden, Thoreau escribió uno de los más hermosos informes sobre la excedencia voluntaria. Cuando la vorágine profesional amenaza con devorar el sentido, conviene parar. No todos estamos hechos para pasar dos años, dos meses y dos días en una cabaña junto a un lago. Ni podemos permitirnos romper con todo: lo mismo no tenemos el talento literario y los contactos de Thoreau. Por suerte, a la poética prosa de este hoy podemos sumarle la más concreta del legislador.
La excedencia voluntaria es un derecho reconocido en el artículo 46.2 del Estatuto de los Trabajadores. Permite a un empleado suspender voluntariamente su contrato durante un periodo mínimo de cuatro meses y máximo de cinco años, siempre que tenga al menos un año de antigüedad en la empresa. No requiere una justificación concreta y no implica la reserva del puesto de trabajo, aunque sí concede un derecho preferente de reingreso en vacantes del mismo grupo profesional o categoría equivalente.
«En los últimos años, especialmente tras la pandemia, hemos observado un aumento del interés por esta figura», asegura Gemma Martos, directora general corporativa de Personas y Organización de CE Consulting. «Las motivaciones suelen ser personales: formación, cuidado de familiares, emprendimiento o simplemente la necesidad de tomar una pausa para reflexionar sobre el rumbo profesional». DJ DiDonna, profesor de Emprendimiento en la Harvard Business School y fundador de The Sabbatical Project, resume en un artículo en la HBR una investigación con 250 entrevistas. Concluye que el impacto es «casi siempre transformador. Las personas se sienten rejuvenecidas, con un sentido más agudo de sus prioridades, una mayor conciencia de su lugar en el mundo y una mayor confianza, creatividad y salud física y mental». Pero requiere «una desconexión total de cualquier trabajo que forme parte, o incluso se parezca, al trabajo anterior; recomiendo configurar su bandeja de entrada para que responda automáticamente y luego borre todos los mensajes durante todo su tiempo libre».
DiDonna distingue tres perfiles. El triunfador «aborda su tiempo libre con una mentalidad productiva, enfocándose en lo que logra más que en cómo se siente. Se fija en puntos de referencia para confirmar su progreso: la fluidez en un idioma, el lanzamiento de un producto, la apertura de un huerto comunitario…». El explorador «realiza experimentos contrafactuales. Disfruta de los desafíos de las nuevas experiencias, aprendiendo más sobre sí mismo y confirmando o disipando nociones sobre lo que preferirían estar haciendo. Haga un gran cambio o regrese a sus rutinas, se siente más satisfecho»; además, «no es necesario viajar lejos: muchos experimentan con nuevos futuros mediante el voluntariado, nuevos pasatiempos o viajes regionales». Por último, el quemado quiere «recuperarse o evitar el agotamiento. Las dolencias de mis entrevistados incluían úlceras, dolor crónico e insomnio, cuya causa, según los médicos, era el estrés laboral. Sus descansos consistían en actividades que, como dijo uno, les hacían ‘volver a sentirse humanos’».
En cualquier caso, no todo en la excedencia es tan pintoresco como en Walden. Martos reconoce que «existen aún vacíos interpretativos, especialmente respecto al derecho de reincorporación y su aplicación práctica por parte de las empresas». Por eso hay que andarse con ojo. Antes de solicitarla, considera fundamental conocer los requisitos legales y «formalizar la petición por escrito con antelación razonable, aunque la norma no establece un plazo de preaviso determinado. Lo normal sería hacerlo con al menos 15 días de antelación». Si la empresa se niega o no responde, lo suyo es «continuar en su puesto hasta que se reconozca el derecho por vía judicial; de lo contrario, podría interpretarse como abandono del puesto y ser causa de despido».
Además, hay que tener en cuenta que «durante la excedencia, el contrato se encuentra suspendido. No computa como antigüedad ni para calcular una posible indemnización por despido, no se cotiza y no se tiene derecho a prestación por desempleo». Y, al finalizar, se debe «solicitar su reingreso por escrito. Aunque no existe un plazo legal, lo recomendable es hacerlo con entre uno y tres meses de antelación. La empresa no tiene la obligación de reincorporarlo de inmediato, sino solo cuando exista una vacante adecuada. Si no se produce la reincorporación y se considera vulnerado el derecho preferente, pueden iniciarse acciones legales. En caso de no solicitar el reingreso al término de la excedencia, se puede considerar como dimisión».

Jorge Campmany Vilaseca, CEO de Campmany Abogados, explica que, si no hay «pacto de dedicación plena», se puede utilizar la excedencia para trabajar en otra empresa, incluso del mismo sector. Pero ha de respetarse «la buena fe contractual, que abarca la no competencia desleal y la no concurrencia desleal», y supone no realizar las «mismas funciones» que en la empresa a la que se quiere volver ni hacerle «competencia directa».

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