Europa importa un 30% de sus tierras raras desde Rusia pese a las sanciones

China concentra casi la mitad de las importaciones de tierras raras que llegan a la Unión Europea, consolidando su papel como proveedores esenciales de materiales estratégicos Leer China concentra casi la mitad de las importaciones de tierras raras que llegan a la Unión Europea, consolidando su papel como proveedores esenciales de materiales estratégicos Leer  

China y Rusia concentran tres de cada cuatro toneladas de tierras raras que llegan al continente, materiales esenciales para la industria tecnológica y energética.

En un contexto internacional marcado por la guerra en Ucrania y las tensiones geopolíticas con China, los datos más recientes sobre importaciones de tierras raras en la Unión Europea revelan una paradoja: casi un tercio de estos materiales estratégicos siguen llegando desde Rusia, mientras que casi la mitad provienen de China.

Según cifras oficiales de Eurostat, en el último año Europa importó un total de 129.361,8 toneladas de tierras raras, divididas entre metales puros y compuestos orgánicos e inorgánicos de estos elementos. De esa cifra, un 46,25% (59.831,5 toneladas) tuvo como origen China, que reafirma su papel como proveedor dominante a escala mundial. Le sigue, de forma inesperada dada la situación geopolítica actual, la Federación Rusa con 28,42% del total, es decir, 36.763,2 toneladas.

Estos materiales son esenciales para la fabricación de tecnologías clave como motores eléctricos, turbinas eólicas, baterías, dispositivos electrónicos y equipos médicos. Se trata de recursos estratégicos para las transiciones verde y digital, así como para la defensa, lo que convierte en especialmente llamativa la dependencia europea de proveedores externos con los que mantiene relaciones diplomáticas complejas.

Están en las pantallas de los móviles, en los altavoces inalámbricos, en las luces LED, en los auriculares, en los mandos a distancia y hasta en los motores de los coches eléctricos. Aunque no se vean, estos minerales están en muchos de los objetos que usamos a diario y son clave para fabricar la tecnología que ya forma parte de nuestra vida.

Mientras la UE mantiene un régimen de sanciones económicas contra Moscú por su invasión de Ucrania, los datos muestran que Rusia sigue siendo un proveedor relevante de tierras raras para Europa. Esta continuidad en las relaciones comerciales evidencia la dificultad de desvincularse de ciertos actores en sectores estratégicos, incluso en contextos de fuerte tensión geopolítica.

Por su parte, China sigue siendo el actor central del mercado. Suministra tanto metales como compuestos, con un total de 4.467,7 toneladas en metales y 55.363,8 toneladas en compuestos. Su posición dominante no ha disminuido, pese a los esfuerzos de diversificación impulsados desde Bruselas.

Tras China y Rusia, el tercer proveedor es Malasia, con el 19,94% del total (25.790,4 toneladas), seguido de lejos por Japón (2,22%), el Reino Unido (0,87%) y Vietnam (0,85%). Estados Unidos representa apenas el 0,80% de las importaciones europeas, lo que contrasta con su peso geopolítico y tecnológico global.

La fragmentación del resto de los proveedores —más de 20 países con porcentajes inferiores al 1%— refleja un mercado fuertemente concentrado. De hecho, los tres principales países (China, Rusia y Malasia) concentran el 94,6% de todas las importaciones de tierras raras en la UE.

Este escenario pone en evidencia el desafío estratégico que enfrenta Europa: reducir su dependencia de fuentes externas en un mercado dominado por rivales geopolíticos. Las cifras dejan poco margen a la interpretación. Incluso si Bruselas logra desarrollar capacidades internas de extracción y reciclaje, las decisiones industriales tomadas hoy seguirán condicionadas por esta dependencia durante al menos la próxima década.

En suma, los datos no solo revelan la magnitud del reto, sino también la urgencia. La autonomía estratégica europea en tecnologías clave empieza, literalmente, por la tierra. Y esa tierra, de momento, sigue viniendo en su mayoría de China y Rusia.

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