El reparto de comida en Gaza se vuelve una masacre diaria

El primer mes de “entrega” militarizada y limitada de ayuda de la Fundación Humanitaria de Gaza (GHF, en inglés) se ha caracterizado por la muerte, el caos y la humillación. Casi a diario, según relatan testigos y fuentes médicas, el ejército israelí abre fuego contra palestinos hambrientos y desesperados en las inmediaciones de los puntos de la GHF en las que los civiles esperan los escasos camiones con comida que entran, bajo coordinación de la ONU.

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 El grupo privado GHF cumple un mes distribuyendo ayuda de forma caótica  

El primer mes de “entrega” militarizada y limitada de ayuda de la Fundación Humanitaria de Gaza (GHF, en inglés) se ha caracterizado por la muerte, el caos y la humillación. Casi a diario, según relatan testigos y fuentes médicas, el ejército israelí abre fuego contra palestinos hambrientos y desesperados en las inmediaciones de los puntos de la GHF en las que los civiles esperan los escasos camiones con comida que entran, bajo coordinación de la ONU.

Ayer, al menos siete personas murieron por disparos israelíes: seis, cerca de un centro de la GHF en Rafah (sur), y la séptima, en las proximidades de las instalaciones de la fundación, en el área del corredor Netzarim (centro). Así, desde que la GHF inició su despliegue, el 26 de mayo, más de 550 palestinos han sido asesinados al intentar conseguir algo de comida, en su mayoría en los alrededores de estos sitios de supuesto reparto. Unos 3.000 también han resultado heridos.

Soldados israelíes describen como “campo de exterminio” la zona junto a los centros de la GHF, según ‘Haaretz’

El viernes, el diario israelí Haaretz reveló una investigación en la que soldados israelíes describen un “campo de exterminio” en torno a los centros de la fundación. Los oficiales, de forma anónima, admiten que recibieron órdenes de sus comandantes de disparar contra los civiles desarmados para dispersarlos, porque llegan antes de la apertura (que, a menudo, solo abren una hora) o porque no se van tras su cierre. Estos ataques, de acuerdo a los testimonios, se cometen aunque las multitudes no supongan una amenaza para las tropas, como suele alegar el ejército israelí al señalar que realiza “disparos de advertencia”.

Tal ha sido el impacto del informe que el primer ministro israelí, Beniamin Netanyahu, y su ministro de Defensa, Israel Katz, lo han calificado de “mentiras viles para desacreditar” a sus fuerzas armadas, mientras que la GHF insiste en que los disparos no ocurren en sus áreas, aunque insta a Israel a investigar porque “son alegaciones muy graves como para ignorarlas”. Si bien la fundación sostiene que sus entregas ocurren sin incidentes, los palestinos que asisten a diario –recorriendo varios kilómetros a pie hasta los cuatro centros situados en zonas militares israelíes– narran escenas de horror, denunciadas por la ONU y las organizaciones en el terreno. El viernes, Médicos sin Fronteras (MSF) pidió “desmantelar” este sistema, al que calificó de “masacre disfrazada de ayuda”.

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Palestinians carry aid supplies in Beit Lahia, in the northern Gaza Strip, June 25, 2025. REUTERS/Dawoud Abu Alkas

MSF explica que estos sitios tienen el tamaño de campos de fútbol, están rodeados de vigilancia y alambres de espino, y allí la GHF “deja los palés y las cajas de comida, abre la verja y permite la entrada de miles de personas al mismo tiempo, por lo que estas comienzan a pelearse hasta por el último grano de arroz”. Es un esquema, concluye MSF, que “degrada deliberadamente a la población palestina y la obliga a elegir entre morir de hambre o arriesgar la vida por suministros mínimos”.

Pese a sus evidentes falencias, el presidente de EE.UU., Donald Trump, celebró los 30 millones de dólares que su Administración aprobó donar a la GHF. También aseguró que ve posible un alto el fuego en Gaza “la próxima semana”, una frase que, junto al renovado impulso de Qatar, ha elevado las expectativas de un acuerdo entre Israel y Hamas, más allá de que no hay informaciones de progresos en el diálogo.

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