El helicóptero de la tragedia: un diseño de los sesenta que dejó de fabricarse en 2010

Considerado el ‘padre’ de los helicópteros, Igor Sikorsky dejó una frase célebre en el mundo aeronáutico: “Si alguien necesita ser rescatado, un avión puede llegar y lanzarle flores. Eso es prácticamente todo. Sin embargo, un helicóptero puede descender hasta donde está y salvarle la vida”. Esta idea resume la versatilidad de un invento que, para muchos, solo cobra relevancia en situaciones extremas: un rescate en la montaña, una evacuación médica tras un accidente o un traslado urgente entre hospitales.

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 Fabricado en 2004, tenía un certificado de aeronavegabilidad válido hasta el 2029, lo que significa que había superado los exámenes de seguridad  

Considerado el ‘padre’ de los helicópteros, Igor Sikorsky dejó una frase célebre en el mundo aeronáutico: “Si alguien necesita ser rescatado, un avión puede llegar y lanzarle flores. Eso es prácticamente todo. Sin embargo, un helicóptero puede descender hasta donde está y salvarle la vida”. Esta idea resume la versatilidad de un invento que, para muchos, solo cobra relevancia en situaciones extremas: un rescate en la montaña, una evacuación médica tras un accidente o un traslado urgente entre hospitales.

Sin embargo, en Nueva York, los helicópteros son mucho más que herramientas de emergencia. Los vuelos turísticos sobre Manhattan se han convertido en una experiencia emblemática para visitantes que, por primera vez, se aventuran a bordo de estas máquinas. Parejas, grupos de amigos o familias, como la que trágicamente falleció ayer en el accidente del río Hudson, suelen elegir estos recorridos aéreos para contemplar la Gran Manzana desde una perspectiva única.

Se estima que entre 200 y 300 vuelos de helicópteros surcan los cielos de Nueva York diariamente

El helicóptero accidentado era un Bell 206L-4 LongRanger, un modelo de fabricación estadounidense con raíces en los años sesenta. Diseñado originalmente para un concurso militar que la compañía Bell no ganó, el proyecto se adaptó al mercado civil con gran éxito bajo el nombre JetRanger. El LongRanger, una evolución con fuselaje alargado y mayor capacidad, se convirtió en un ícono de la aviación. Aunque su diseño clásico fue superado por competidores más modernos, y Bell dejó de producirlo en 2010, el LongRanger siguió siendo una opción habitual para trabajos aéreos, traslados ejecutivos y, especialmente, vuelos turísticos.

En Nueva York, se estima que entre 200 y 300 vuelos de helicópteros surcan los cielos diariamente, la mayoría desde helipuertos como el de Downtown Manhattan (Muelle 6, East River) o el de la calle 30 Oeste. Operadores como Liberty Helicopters, Zip Aviation o New York Helicopter Charter ofrecen recorridos que sobrevuelan puntos icónicos como la Estatua de la Libertad o el puente George Washington. Sin embargo, los fines de semana, las restricciones por ruido limitan los vuelos turísticos, especialmente los domingos en Manhattan.

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Los restos del helicóptero estrellado en el río Hudson 
LEONARDO MUNOZ / AFP

El helicóptero accidentado despegó el jueves del helipuerto de Downtown Manhattan, conocido anteriormente como el “helipuerto de Wall Street”. Según los datos preliminares, el Bell 206L-4, fabricado en 2004, tenía un certificado de aeronavegabilidad válido hasta el 2029, lo que implica que cumplía con las normativas de seguridad. El vuelo, contratado por una familia catalana, seguía un itinerario clásico: tras despegar, recorrió el sur de Manhattan, se acercó a la Estatua de la Libertad, ascendió hasta el puente George Washington y regresaba por el Hudson, con el famoso skyline de la isla a la izquierda. A los 15 minutos del despegue, a solo cinco minutos de aterrizar en su punto de origen, el aparato perdió el control y se precipitó al río.

Vídeos compartidos en redes sociales, que ya están siendo analizados por las autoridades, muestran al helicóptero cayendo en picado, con el rotor principal y la cola aparentemente desprendidos. Esto apuntaría a un posible fallo estructural o mecánico grave, aunque siempre se ha de dar preferencia a los trabajos de la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB), junto con la FAA y el FBI, obviamente, cuando no ha pasado ni un día, queda mucho por averiguar.

La operadora del vuelo, New York Helicopter Charter, cuenta con un historial que incluye incidentes previos, como un accidente en 2015 en Nueva Jersey por un eje de transmisión defectuoso y un aterrizaje de emergencia en 2013. Aunque estos episodios no han de establecer una relación directa con el accidente, estos hechos destacan la importancia de realizar siempre un mantenimiento riguroso, pues estos aparatos que operan varias horas al día.

Más allá de Nueva York, la actividad de los helicópteros es aún más intensa en São Paulo, conocida como la capital mundial de este tipo de aeronaves. Allí, entre 400 y 500 vuelos diarios, principalmente traslados corporativos, conectan los más de 400 helipuertos registrados en la ciudad, muchos ubicados en azoteas de edificios. Aunque los vuelos turísticos también son populares en la metrópoli brasileña, son los desplazamientos de la élite empresarial los que dominan los cielos.

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