El golpe es inmenso, devastador, asumen en el Gobierno y en el PSOE. Y ni siquiera saben aún si no acabará siendo letal. “Se saldrá, si se sale, con trabajo, ingenio y suerte”, alega un ministro socialista.
La Moncloa confía en que los aliados parlamentarios no dejen caer al presidente
El golpe es inmenso, devastador, asumen en el Gobierno y en el PSOE. Y ni siquiera saben aún si no acabará siendo letal. “Se saldrá, si se sale, con trabajo, ingenio y suerte”, alega un ministro socialista.
El mazazo político y emocional que supuso para la mayoría el caso de José Luis Ábalos y Koldo García se repite ahora con Santos Cerdán. Pero con más intensidad, porque llueve sobre mojado: no se aprendió la lección, y otra vez todos se sienten engañados e indignados. Empezando por el propio Pedro Sánchez.
La reacción, como entonces, es la misma: aferrarse a la contundencia de Sánchez, que el jueves cortó la cabeza de Cerdán sin miramientos ni atender su alegato de inocencia para tratar de contener la hemorragia de inmediato. El objetivo ahora es que la herida no desangre también al presidente, ya inmerso en las causas judiciales contra su mujer, su hermano y el fiscal general, con los socios y aliados parlamentarios tratando de desmarcarse a la carrera del escándalo, sin presupuestos y sin capacidad de imponer su agenda política ante la sucesión de polémicas.
Y con los sectores críticos del PSOE –que se retiraron a sus cuarteles de invierno tras los cinco días de abril del 2024 en que Sánchez barajó su dimisión– sopesando opciones.
La demora de Cerdán en entregar su acta de diputado inquieta a los socialistas por el temor de que emule a Ábalos
En la puerta de Ferraz cuelga el letrero de sede vacante hasta que el comité federal del 5 de julio en Sevilla reordene y limpie la casa tras la marcha de Cerdán. Y, aún en plena convulsión, los ministros Félix Bolaños y Óscar López comparecieron ayer para intentar apretar fuerte el torniquete que la víspera aplicó Sánchez a la hemorragia al exigir a Cerdán la placa y la pistola aún antes de que el juez le haya imputado.
“Ninguna organización humana ni partido político está libre de tener comportamientos individuales irregulares”, admitió Bolaños. “Lo que nos distingue, lo que nos diferencia es que podamos responder inmediatamente ante cualquier indicio de un comportamiento irregular para poder seguir mirando a la cara a los millones de personas que confían en nosotros”, destacó. “Hemos actuado, el PSOE no tapa la corrupción, la extirpa. Quien la haya hecho, que la pague”, zanjó.
“A las dos horas el protagonista estaba fuera”, subrayó Óscar López en referencia a Cerdán. “En este partido no se pasa ni una. Esto es el PSOE, aquí se actúa”, recalcó.
Ambos ministros defendieron la necesidad de que el Gobierno siga en pie, rechazaron toda sospecha de financiación irregular en el PSOE y aseguraron que la posibilidad de que Sánchez decida someterse a una cuestión de confianza en el Congreso “no está encima de la mesa”. Al menos por ahora. De hecho, pese a los 490 folios del “contundente” informe de la UCO ya conocido, nadie sabe si aún quedan más minas por explotar en este tortuoso camino.
“El PSOE no tapa la corrupción, la extirpa; quien la haya hecho, que la pague”, advierte el ministro Bolaños
En la Moncloa consideran no obstante que los socios de coalición y los aliados parlamentarios no dejarán caer al presidente y seguirán sosteniendo esta incierta legislatura. La única alternativa sigue siendo un Ejecutivo del PP con la ultraderecha de Vox. Y resaltan que el mismo jueves, con Cerdán aún sentado en su escaño, mientras detonaba la bomba atómica del informe de la UCO, la mayoría de la investidura dio luz verde a la tramitación de la reforma judicial, tumbando las enmiendas de totalidad del PP y Vox. Otra cosa es que nadie dude de que los aliados puedan elevar el precio de su respaldo.
Los socialistas se mantuvieron ayer a la espera, entre tanto, inquietos ante la demora de Cerdán en entregar su acta de diputado. Así se lo exigió Sánchez la víspera y así lo anunció Cerdán en su comunicado. Pero no lo hizo, y empezó a cundir el temor de que se vaya al grupo mixto. Con Ábalos.
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