El Barça en una celda

Ganar es la suma de querer y saber. El Barça que saltó al césped del Bernabéu quizás quiso -aunque no se notó mucho- pero desde luego no supo.

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Ganar es la suma de querer y saber. El Barça que saltó al césped del Bernabéu quizás quiso -aunque no se notó mucho- pero desde luego no supo.

La motivación es un extraño y esquivo ingrediente. Y la del Barça se quedó toda encerrada en la misma celda desde la que Hansi Flick siguió el partido, justo encima de la tribuna de prensa.

En el césped los blaugrana fueron un equipo lánguido, decaído, fallón y sin presencia.

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MADRID, SPAIN - OCTOBER 26: Referee Cesar Soto Grado shows a second yellow card to Pedri of FC Barcelona, resulting in a red card, during the LaLiga EA Sports match between Real Madrid CF and FC Barcelona at Estadio Santiago Bernabeu on October 26, 2025 in Madrid, Spain. (Photo by Angel Martinez/Getty Images)

De tal guisa que no hizo falta un gran Madrid para merendarse al Barça. Si el resumen debiera ser de una sola frase escogeríamos esta: el Real Madrid jugó un clásico y el Barça un partido más.

MADRID, 26/10/2025.- El entrenador del Barcelona Hansi Flick (d, arriba), durante el partido de la décima jornada de LaLiga EA Sports, que Real Madrid y FC Barcelona disputan este domingo en el estadio Santiago Bernabéu. EFE/ Sergio Pérez
Hansi Flick siguió el partido desde una cabina normalmente habilitada para la prensa 
Sergio pérez / EFE

Se impuso una de las reglas básicas del futbol: si pones la pierna con más ganas, si superas al rival en intensidad, te llevas el partido. Y eso es lo que sucedió: el Madrid quiso mucho más que el Barça.

La estética del Bernabéu, con sus pantallas gigantes y su cúpula de hierro que encierra y multiplica el sonido, puede provocar en la grada un efecto espejismo. Hacerle creer que está viendo un partidazo cuando lo que se le está ofreciendo es más bien un partidillo.

La majestuosidad tecnológica del templo madridista proporciona tantos estímulos que distrae de lo principal. Aún así, nada suplió ayer en directo la endeblez de un espectáculo que fue construyéndose más a base de errores que de aciertos. Como el Barça erró más y con mayor gravedad, el resultado no podía ser otro.

La motivación del Barça quedó toda encerrada en la cabina desde la que Flick vio el partido

Cantó el animador madridista la alineación de su equipo con la música de Enter Sandman de Metallica de fondo. Sandman es un ser mitológico que cubre de arena los ojos de la gente cuando esta se echa a dormir. En sus manos está que el bendito que se acuesta tenga una noche tranquila o una pesadilla.

Pues bien, nada más empezar el partido ya se advirtió que el Barça estaba efectivamente somnoliento y que lo que asomaba por el horizonte no eran precisamente sueños felices. Suerte que el VAR acudió al rescate de un resultado que llegados al descanso hubiese podido ser de escándalo y definitivo. No fue una pesadilla, pero la verdad es que faltó poco.

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No hay peor experiencia que ver en el Bernabéu un partido del Barça sin esperanza. Y ayer el aficionado azulgrana no la tuvo en ningún momento. Ni siquiera cuando Szczesny paró el penalti a Mbappé en el inicio de la segunda parte evitando el 3-1, hubo algo parecido a un renacer de la ilusión.

Nada. El partido siguió transcurriendo para el Barça por el mismo carril de lo anodino. Ni siquiera el hecho de que el resultado se mantuviese apretado hasta el último segundo proporcionó energía adicional al Barça. Se echó de menos lo básico durante los noventa minutos: creer que vas a ganar.

Y sobre todo faltó Lamine, convertido en un holograma. Todo lo contrario que su némesis en el equipo blanco, Mbappé, que es realmente de lo mejor que puede verse hoy corriendo por un campo de futbol. En un partido de pifias -erró el penalti- el francés acertó lo suficiente para ser decisivo. Lamine, no.

El público merengue se divirtió, claro. La tomó con el VAR al grito de “Corrupción en la federación”. Escuchar llorar en directo a la afición madridista fue lo mejor del partido de ayer. Observar de cerca que, con independencia del resultado, el madridista de hoy es un ser enormemente acomplejado cuando se enfrenta al Barça es un gozo. Al culé no le basta con eso, por supuesto. Pero sirve al menos de consuelo comprobar cuan empequeñecidos se sienten los madridistas incluso ganando un derbi malo de solemnidad.

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