La trumpología, o ciencia que busca entender la mecánica detrás de las acciones de Donald Trump, indaga en las razones del presidente estadounidense para cargar contra una institución de tanto abolengo como la Universidad de Harvard.
Una juez bloquea las acciones de Trump contra Harvard
La trumpología, o ciencia que busca entender la mecánica detrás de las acciones de Donald Trump, indaga en las razones del presidente estadounidense para cargar contra una institución de tanto abolengo como la Universidad de Harvard.
Aprovechando esta batalla, ahora también se ceba en China con la implantación de medidas enérgicas contra los visados para los estudiantes procedentes del gigante asiático.
Hay quien sostiene que en verdad persigue enfrentar a las universidades de la élite, las ocho incluidas en la Ivy League, contra la clase trabajadora. Esto proporciona a Trump su mecanismo habitual de tener un rival para dar con una razón de ser.
Lee tambiénFrancesc Peirón

Pero en esta ocasión ha logrado la cuadratura del círculo al arremeter especialmente contra los estudiantes chinos, el segundo grupo más numeroso (por detrás de India) de los que llegan a Estados Unidos.
De paso que ataca a “las élites”, escala la confrontación con el gran rival en la partida por el dominio global, en un momento de incremento de tensión por la guerra comercial desatada por Trump.
La medida apunta contra los estudiantes relacionados con el PC chino o que se inscriban en “campos críticos”
Después de suspender hasta nuevo aviso las entrevistas para conseguir estas autorizaciones y de comunicar que se restringirán visados a europeos que “censuren a estadounidenses”, el secretario de Estado, Marco Rubio, anunció que se procederá a elevar el control en la documentación que entreguen los ciudadanos chinos que aspiren a formarse en centros educativos de EE.UU.
Rubio sostuvo que trabajará en coordinación con el Departamento de Seguridad Nacional para “revocar agresivamente” los visados de los estudiantes chinos en el país. Entre estos se incluyen “los que tengan conexiones con el Partido Comunista chino y estudien en campos críticos”, subrayó.
No especificó, sin embargo, cuales eran esas áreas bajo supervisión especial. De los más de 277.000 estudiantes chinos en universidades estadounidenses durante el pasado curso, más de 110.000 estuvieron enrolados en estudios de matemáticas, ingeniería, ciencia y tecnología. El jefe de la diplomacia de EE.UU. tampoco definió cuáles eran las conexiones con la fuerza política que rige la vida en China. Según los analistas, unos 100 millones de personas pertenecen al Partido Comunista chino, cuya militancia a menudo utilizan como una vía rápida para alcanzar un estatus social y económico más alto en lugar de como un acto de compromiso ideológico. Rubio tampoco aclaró qué otras medidas adicionales se adoptarán para revisar las nuevas aplicaciones, ni si esto afectará a los visados de estudiantes o a todas las categorías de visados para China.
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Funcionarios estadounidenses han expresado en los últimos años preocupación por el factor de que el Gobierno de Pekín está reclutando científicos formados en EE.UU., si bien no existen evidencias de que esos expertos trabajen para China en gran cantidad.
La medida publicitada por Rubio provocó con toda seguridad una oleada de ansiedad en los campus de EE.UU., mientras que seguramente disparará represalias de China.
Entre tanto, Harvard celebró este jueves la graduación del curso, en la que el presidente de la institución, Alan Garber, recibió una gran ovación.
Casi en paralelo, en un tribunal de Boston, una juez federal dijo que emitirá una orden para bloquear indefinidamente los esfuerzos de Trump por evitar que Harvard inscriba a estudiantes internacionales.
Esto supone una victoria temporal para la universidad en su confrontación con la Casa Blanca, que se ha volcado en una batalla para socavar sus finanzas e influencia global. Previamente al inicio de la audiencia, el Gobierno dio un plazo de 30 días a Harvard para que responda con pruebas, especificando quiénes son los estudiantes, para evitar las amenazas de la Administración. Todo apuntaba a que esto perseguía el aplazamiento de la cita judicial, pero fue en vano.
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