Descubierto un marcador que indica qué pacientes no responderán a la quimioterapia

Los biólogos Geoff Macintyre y Bárbara Hernando están acostumbrados a contemplar el caos. Su especialidad es estudiar el núcleo de las células malignas de muchos tipos de tumores, donde suceden grandes aberraciones genéticas conocidas como inestabilidad genómica. Se trata de daños en el ADN a gran escala que serían inimaginables en células sanas y que, por razones no del todo conocidas, hacen que la enfermedad sea cada vez más rápida y difícil de parar con los fármacos disponibles, sobre todo cuando el tumor se ha expandido a varios órganos produciendo metástasis, que es la causa de nueve de cada diez muertes por cáncer.

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Desde la izquierda, Bárbara Hernando, Geoff Macintyre, y Joe Sneath Thompson, investigadores del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas y coautores del estudio. Investigadores de España y Reino Unido desarrollan un análisis que podría evitar tratamientos que no tendrán efectividad en pacientes con tumores de ovario, mama, próstata y sarcoma  

Los biólogos Geoff Macintyre y Bárbara Hernando están acostumbrados a contemplar el caos. Su especialidad es estudiar el núcleo de las células malignas de muchos tipos de tumores, donde suceden grandes aberraciones genéticas conocidas como inestabilidad genómica. Se trata de daños en el ADN a gran escala que serían inimaginables en células sanas y que, por razones no del todo conocidas, hacen que la enfermedad sea cada vez más rápida y difícil de parar con los fármacos disponibles, sobre todo cuando el tumor se ha expandido a varios órganos produciendo metástasis, que es la causa de nueve de cada diez muertes por cáncer.

Este lunes, Macintyre, Hernando y otros investigadores en España y Reino Unido presentan un nuevo análisis de la inestabilidad genómica que permite predecir qué pacientes no responderán a tres clases de quimioterapia.

“La quimioterapia es un tratamiento realmente bueno cuando funciona”, explica Macintyre, científico del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO). El problema, añade, es que en términos globales, hay hasta un 50% de pacientes que no responden a estos fármacos, pero sí sufren sus efectos secundarios.

Desde la izquierda, Bárbara Hernando, Geoff Macintyre, y Joe Sneath Thompson, investigadores del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas y coautores del estudio.

Los científicos han encontrado biomarcadores dentro del enorme caos de la inestabilidad genómica que indican si esas células serán vulnerables al platino, taxano y antraciclinas, tres grandes grupos de quimioterapias. Los investigadores han analizado datos de más de 800 pacientes que sufrían tumores de ovario, mama, próstata y sarcoma. El trabajo se publica este lunes en Nature Genetics.

“Lo que queremos es predecir qué pacientes serán resistentes a estas drogas, lo que puede ayudarnos a evitarles sus efectos tóxicos”, destaca Macintyre, bioinformático australiano de 44 años.

Hernando explica que este análisis sería especialmente interesante para pacientes con tumores avanzados a los que ya solo les queda una línea de tratamiento más. La genética de sus tumores puede desvelar qué fármaco no funcionará, lo que ayudaría a los oncólogos a aplicar otro tipo de quimio que sí podría tener efecto. “Normalmente, los biomarcadores en cáncer funcionan exactamente al revés, diciéndote si un tratamiento funcionará, pero este tipo de aproximación puede acabar ayudando a seleccionar un mejor tratamiento y además aumentar la seguridad para el paciente”, destaca esta bióloga molecular castellonense de 33 años.

Este equipo ha contribuido a crear el mayor atlas de aberraciones genómicas del cáncer, publicado en 2022. Eran datos de más de 9.000 tumores que mostraban la gran variedad de lesiones genéticas a gran escala que producen los diferentes tipos de cáncer. El gran objetivo de estos trabajos es entender algo más de ese caos, conseguir nuevos tratamientos más personalizados que puedan aplicarse en fases tempranas, y tal vez poder combatir mejor tumores de muy mal pronóstico.

El 2 de diciembre de 1943, las tropas alemanas bombardearon el puerto de Bari, en Italia. Mataron a más de 1.000 militares aliados y hundieron 17 buques. El “pequeño Pearl Harbor” tuvo una consecuencia felicísima. Las explosiones habían liberado gas mostaza, que afectó a muchos de los supervivientes matando las células de su médula ósea y sistema linfático. Fue un hallazgo clave para el desarrollo de los primeros fármacos de quimioterapia, basada en agentes tóxicos dirigidos contra las células malignas del cáncer. Desde su descubrimiento a la actualidad, la quimio ha sido un tratamiento bastante indiscriminado, que afecta en ocasiones también a las células sanas. Por primera vez, los tests de inestabilidad genómica podrían conseguir que estos tratamientos sean dirigidos, argumenta Macintyre.

El proyecto plantea un problema ético, advierte el investigador. “En una situación normal, los médicos les dan quimio a sus pacientes sin saber si responderán o no. Pero en el momento en que tienes un sistema predictivo como este, se abre un dilema ético de si dar el tratamiento o no. Por eso no realizamos un ensayo clínico al uso. En su lugar, lo que estamos haciendo es analizar los datos de miles de pacientes ya tratados y simular con ellos un ensayo clínico, aunque no sea prospectivo”, detalla.

El equipo está ya trabajando en validar el test en colaboración con el Hospital 12 de Octubre, donde analizarán datos de pacientes con cáncer tratados con diferentes clases de quimio. También han fundado una empresa biotecnológica para comercializar los tests de inestabilidad genómica. El proyecto cuenta con una financiación de 1,3 millones de euros de la Unión Europea y el Gobierno de España.

Rebeca Lozano, secretaria científica de la Sociedad Española de Oncología Médica, que no ha participado en el estudio, opina que se trata de un trabajo “interesante”. Un test de este tipo “nos puede decir qué quimioterapia evitar porque no va a funcionar”. La oncóloga del Hospital Universitario de Salamanca destaca que en la actualidad no se sabe por qué hasta la mitad de pacientes no responden a este tipo de tratamientos. Si el test se acaba validando, podría ayudar a miles de pacientes solo en España, y no solo con los tumores analizados, sino también de más tipos. “Sería muy útil”, destaca.

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