Análisis de las tendencias mundiales que, tarde o temprano, afectarán a su bolsillo Leer Análisis de las tendencias mundiales que, tarde o temprano, afectarán a su bolsillo Leer
Francia no puede hacer aviones más rápido. Como suena. El país que está, junto con Reino Unido, dirigiendo el rearme europeo solo es capaz de producir 1,3 cazabombarderos Rafale al mes. Dado que la estadounidense Lockheed Martin fabrica 20 unidades mensuales del mucho más sofisticado F-35, la cosa queda muy cruda para los planes europeos de tener un sistema de defensa propio. En realidad, los límites a la producción del avión han quedado de manifiesto, no por la nueva defensa europea, sino por el éxito de ventas del Rafale en los mercados internacionales. Son tantos los países que lo quieren que el fabricante francés Dassault se ha dado cuenta de que no puede seguir haciendo Rafale a paso de tortuga para la Fuerza aérea y la Armada galas. Encima, aumentar la producción es dificilísimo. Falta personal cualificado y, sobre todo, los proveedores no dan más de sí. Con suerte, en unos años, Dassault será capaz de fabricar… cuatro Rafale al mes.
En 2022, la agencia inmobiliaria Central China Group «cosechó» 430 toneladas de ajos. La razón fue el desplome del mercado inmobiliario, que le obligó a aceptar productos agrícolas como fianzas en las viviendas.
Las 430 toneladas procedieron de la venta de 30 pisos, lo que da una media de 14.333 kilos de ajos por vivienda. La anécdota, relatada por The Economist, que cita como fuente a la prensa local, ilustra el desplome del mercado inmobiliario chino, que podría no estar siendo suficientemente reflejado en las estadísticas oficiales.
El inmobiliario supone entre el 25% y el 30% del PIB de China, y su colapso sigue a día de hoy. A veces, las consecuencias son dramáticas: quince mujeres que eran agentes de ventas de pisos han sido encarceladas por seducir a hombres y convencerles de que se casarían con ellos si les compraban un apartamento, para luego dejarlos tirados, con el corazón roto y la hipoteca lustrosa.
A lo mejor -solo a lo mejor- las empresas europeas acaban renunciando ellas solas a parte de sus objetivos de diversidad. Y no sólo por las exigencias de EEUU -a las que el propio Gobierno de Trump quitó toda importancia esta semana- sino por Wall Street. Hay fondos de pensiones que tienen prohibido por sus estados invertir en empresas que sigan principios como los atacados en las cartas enviadas. Ahora, con la caída de la Bolsa y el temor a una recesión, Wall Street está buscando oportunidades de inversión fuera de EEUU, por lo que es posible que más de una empresa europea se plantee relajar esos objetivos a cambio de capital. Es un debate complicado, porque en Europa muchos accionistas – y Gobiernos- consideran intocable la diversidad. Acaso en una señal de cómo van las cosas, la oposición noruega ha exigido que el fondo soberano de ese país, que gestiona 1,6 billones de euros, sea autorizado a invertir en empresas de defensa y de tecnología nuclear.
Si nos preguntaran dónde guardan los principales servicios de inteligencia europeos sus datos, la respuesta sería, al mismo tiempo, previsible y preocupante: en la nube de empresas estadounidenses. Es comprensible porque los europeos hemos estado tan ocupados en regular a los gigantes de Internet de EEUU que no se nos ha ocurrido crear empresas que pudieran competir con ellos. Y, en un momento en el que parte del Gobierno de EEUU ve a Europa como un enemigo, eso es lo preocupante. A pesar de los acuerdos para preservar la «soberanía de datos» mutua, las autoridades estadounidenses están autorizadas, en virtud de una ley de 2007, a acceder a los servidores de las empresas de ese país aunque éstos se encuentren en el extranjero, y en un momento lo que, con la llegada de Donald Trump al poder, se ha convertido súbitamente en un riesgo para la seguridad europea. Desarrollar la «nube» en Europa llevará años y requerirá una inversión masiva.
«¿Qué juguete quiere el niño para Reyes? ¿Y qué juguete quiere el padre?». Aunque todavía falta muchísimo para Navidad, mejor empezar a acostumbrarse a ver las cosas así. Según la empresa de análisis de mercado Circana, el 28% de los juguetes del mundo fueron comprados para que los usaran adultos. La tendencia, además, sigue creciendo, para alegría de los fabricantes, que están constatando cómo, aunque tengan menos hijos, los adultos siguen comprando juguetes. Así es como el 13% de los 563 nuevos sets que la danesa Lego puso en el mercado en 2024 se dirigieron a los mayores de 19 años, mientras que la estadounidense Hasbro, en su presentación de resultados del 13 de marzo, declaró que su estrategia va a basarse más «en nuestros fans en edad adulta». Los manuales de autoayuda hablaban de sacar al niño interior que todos, supuestamente, llevamos dentro, pero nunca dijeron nada de darle la tarjeta de crédito.
¿Cuándo fue la última vez que usted escribió una carta, la metió en un sobre, lo cerró como un lengüetazo, le puso un sello y la echó al correo? Probablemente, ni se acuerde. Lo que es una pena, porque es posible que en el futuro no tenga la oportunidad de volver a hacerlo. En Dinamarca, el servicio de correos va a dejar de enviar cartas el 31 de diciembre. A partir de ahí, solamente entrarán paquetes y -eso sí- cartas con documentos oficiales. Quien quiera mandar una epístola a la antigua usanza tendrá que usar un servicio privado. La medida conllevará eliminar 1.500 buzones, y tendrá un impacto considerable en las áreas rurales del país. La decisión se debe al desplome del 90 % en la correspondencia en los últimos 25 años, debido a la pro refracción del correo electrónico y de los servicios de texto. En Groenlandia-la isla que EEUU quiere anexionarse-la medida no se aplica para sus 56.000 habitantes repartidos por un territorio tan grande como cuatro Españas.
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