Corría el año 2017. Era un día cualquiera en la vida de Gloria Roura (Palafrugell, 1972), y aquella tarde tocaba peluquería. Lo que tendría que haber sido una experiencia relajante o un puro trámite estético se convirtió en la peor pesadilla de su vida. “Me destrozaron el cabello y, lo que aún es peor, no sabían cómo solucionarlo”, recuerda. Allí empezó su peregrinación por otras peluquerías de Barcelona con el mismo resultado: nadie sabía cómo resucitar su carismática melena rizada después de unas mechas nefastas. “Estaba desesperada, de verdad. Necesitaba recuperar mi cabello, era mi identidad. Así que no me quedó otra que empezar a investigar por mi cuenta”, añade. Gracias a internet, Roura descubrió que en Estados Unidos despegaba el movimiento curly, una ola virtual de empoderamiento del cabello rizado. Así que empezó a seguir a chicas que desde sus redes sociales compartían trucos para cuidar el cabello rizado y, sobre todo, a las que mostraban el largo y arduo proceso para recuperarlo. No había sido la única chica curly del mundo víctima de una mala experiencia.
Gloria Roura, pionera del movimiento ‘curly’ en España, ha abierto en Barcelona un proyecto diseñado para ir más allá del cuidado integral del cabello rizado. “Disney ha hecho mucho daño: las princesas siempre tienen el pelo liso y las brujas rizado. Por eso es tan importante la autoaceptación”, defiende
Corría el año 2017. Era un día cualquiera en la vida de Gloria Roura (Palafrugell, 1972), y aquella tarde tocaba peluquería. Lo que tendría que haber sido una experiencia relajante o un puro trámite estético se convirtió en la peor pesadilla de su vida. “Me destrozaron el cabello y, lo que aún es peor, no sabían cómo solucionarlo”, recuerda. Allí empezó su peregrinación por otras peluquerías de Barcelona con el mismo resultado: nadie sabía cómo resucitar su carismática melena rizada después de unas mechas nefastas. “Estaba desesperada, de verdad. Necesitaba recuperar mi cabello, era mi identidad. Así que no me quedó otra que empezar a investigar por mi cuenta”, añade. Gracias a internet, Roura descubrió que en Estados Unidos despegaba el movimiento curly, una ola virtual de empoderamiento del cabello rizado. Así que empezó a seguir a chicas que desde sus redes sociales compartían trucos para cuidar el cabello rizado y, sobre todo, a las que mostraban el largo y arduo proceso para recuperarlo. No había sido la única chica curly del mundo víctima de una mala experiencia.
A través de su cuenta personal de Instagram, tan anónima y modesta como la que más, Roura empezó a documentar su propio periplo. “Colgaba imágenes y vídeos del proceso de recuperación de mis rizos. Compartía también trucos y los productos y tratamientos más adecuados para mi tipo de cabello”, recuerda. Sin prisa, pero sin pausa, alrededor del perfil @glorirovi se acabó creando una comunidad que fue testigo directo de la transformación de su cabello y que la ha convertido en la pionera del movimiento curly en España. “Ya somos casi 90.000 personas y sumando”, asegura Roura, aún abrumada por un éxito que ya hace años le permitió dejar su anterior trabajo —licenciada en Bellas Artes, cuando hizo el salto era gestora de contenidos en el Ayuntamiento de Cerdanyola (Barcelona)— y convertirse en embajadora virtual de marcas especializadas en cabello rizado. Hasta que una pregunta recurrente de sus seguidoras ―”Hola Glori, ¿qué peluquería curly me recomiendas?”―le volvió a cambiar la vida.
Roura ya llevaba un tiempo fantaseando con la idea de crear un espacio curly, pero le costaba dar el paso. Y aquí fue cuando entró en juego Sònia Blanch (Barcelona, 1971), directora de arte con una larga trayectoria en agencias de publicidad. “Tardamos un año en conceptualizar la idea. Queríamos dar una imagen diferente. De hecho, no queríamos ni que pareciera una peluquería, queríamos que venir aquí fuera una experiencia en todos los sentidos: de cuidar los rizos, pero también de cuidar a las personas”, explica Blanch, quien empezó asesorando a su amiga de la infancia y ha acabado como socia del proyecto.
Efectivamente, Curly Lab, abierta hace un año en los bajos de un edificio modernista del Eixample barcelonés, rompe con la estética de las peluquerías gracias a un atrevido proyecto de la interiorista Miriam Barrio. El resultado es un espacio de diseño ondulante y seductor, bañado en el mismo tono terracota de las pinturas originales del techo y con una elegante combinación de materiales. “No te imaginas la cantidad de personas que entran a preguntar qué hacemos aquí. Y cuando ven que es una peluquería se quedan asombradas”, asegura Blanch.
Pero es que Curly Lab tampoco es una peluquería convencional. “Aquí podemos tratar cualquier tipo de cabello, pero nuestra especialidad son los cabellos rizados en todo su espectro: desde el ondulado hasta el afro. Siempre los cortamos en seco, este es nuestro servicio estrella y podemos dedicarle tranquilamente 40 minutos. Además, para los tratamientos usamos productos veganos de alta calidad. ¡Y es que la primera muerte del rizo es una decoloración mal hecha!”, exclama Roura, que ha formado personalmente a los miembros del equipo con su propio método —actualmente trabaja un equipo formado por cinco estilistas—. De hecho, no hay mejor garantía que su propia melena. “Teníamos que aprovechar todo el expertise de Gloria, a la vista está”, añade sonriente su socia y amiga.
Pero este expertise va más allá de la técnica y la salud del cabello, también va de reconciliar a las mujeres y a las niñas con su propia imagen. “Las películas de Disney han hecho mucho daño: las princesas siempre tienen el pelo liso y, en cambio, las brujas lo tienen rizado. Por eso es tan importante la autoaceptación: y es que por mucho que lo intentes… ¡el rizo siempre gana!”, bromea Roura.
La tiranía del pelo liso está lejos de desaparecer, pero el movimiento curly va ganando terreno a pasos agigantados. Celebridades como Nicole Kidman, Angelina Jolie o Michelle Obama ya no esconden sus cabelleras rizadas después de décadas intentando encajar en un determinado estereotipo de belleza. “Cada vez más mujeres se reconcilian con sus rizos y están en este proceso de transición, de recuperar su cabello natural”, confirma Blanch. Y aunque la mayoría de las clientas de Curly Lab son mujeres y niños, cada vez más hombres acuden al salón. “Hay muchos tipos de cabellos rizados y algunos no son tan fáciles de cuidar y tratar, por eso es tan importante que te asesoren bien. De aquí todo el mundo sale con un buen consejo”, asegura Roura, que aún sigue compartiéndolos en su cuenta de Instagram. Las mentes pensantes detrás de Curly Lab no paran: ahora mismo están ultimando el lanzamiento de sus propios productos capilares, una línea de negocio que se irá ampliando poco a poco. “El primero será un gel para definir el rizo y fijarlo bien. ¡Será el Santo Grial! Pero lo que más queremos es que las mujeres se reenamoren de su cabello rizado”. Palabra de @glorirovi.
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