Carole Delga (53 años) es la presidenta de Occitania y una figura ascendente en el Partido Socialista francés. Muy crítica con el actual liderazgo, no descarta presentarse a las primarias del partido. Delga, que aprendió el occitano de su abuela y entiende el catalán, se reunió ayer en Barcelona con Salvador Illa y asistió al traspaso de la presidencia de la euroregión Pirineos Mediterráneo, que une a Catalunya, Baleares y Occitania.
Es la presidenta de Occitania y una figura ascendente en el Partido Socialista francés
Carole Delga (53 años) es la presidenta de Occitania y una figura ascendente en el Partido Socialista francés. Muy crítica con el actual liderazgo, no descarta presentarse a las primarias del partido. Delga, que aprendió el occitano de su abuela y entiende el catalán, se reunió ayer en Barcelona con Salvador Illa y asistió al traspaso de la presidencia de la euroregión Pirineos Mediterráneo, que une a Catalunya, Baleares y Occitania.
“No esperaba una contestación tan fuerte al juicio; el populismo avanza”
¿Qué opina sobre la condena a Marine Le Pen?
Cuando uno tiene una responsabilidad política, debe respetar las decisiones judiciales. La señora Le Pen es una ciudadana como cualquier otra y ha sido condenada por una malversación de fondos públicos a niveles excepcionales. Tiene el derecho a apelar. En Francia tenemos la suerte de contar con una separación de poderes y una justicia independiente, y no es responsabilidad de los cargos electos dictar los juicios a los magistrados. A diferencia de lo que algunos escriben, incluso desde la izquierda, no creo que sea el pueblo quien debe juzgar. El pueblo tiene derecho al voto, pero cuando hay delitos o sospechas la justicia debe actuar. Ser candidato no es un derecho sin condiciones. Me opongo, por supuesto, a las declaraciones de la extrema derecha que califican el juicio de decisión política. Es una aplicación de la ley. Hubo una denuncia de la Comisión Europea y la investigación duró años. Confío en la justicia de mi país.
Hay muchas voces, de la derecha o de la izquierda, incluso desde el propio Gobierno, que transmiten una clara incomodidad con la condena. ¿Qué opina?
Es una deriva algo populista, porque el populismo es querer oponer al pueblo con las instituciones, con el poder organizado. Lamentablemente, vemos cómo las tendencias populistas, o trumpistas, avanzan en nuestro país. Yo no esperaba una contestación tan fuerte al juicio. Me parece evidente que tener separación de poderes, tener un estado de derecho, es una fortaleza para Francia. Más cuando vemos como en EE.UU. la falta de independencia judicial está llevando a una gran democracia hacia un régimen autoritario. Me sorprende y me decepciona que no haya más responsabilidad en favor de la democracia.
¿No teme que, al igual que los procesos judiciales no debilitaron a Trump, esto refuerce a Le Pen?
Es parte de la democracia. Si el pueblo decide votar por una persona condenada, es su derecho. Pero deben estar bien informados en sus elecciones. Y las decisiones judiciales deben seguir su curso, ya sea un obrero o una mujer política. Yo misma fui condenada por el Tribunal de Apelación de Nîmes. La extrema derecha presentó una demanda contra mí por discriminación, debido a que me negué a incluir en un contrato de ciudad la construcción de un liceo, dirigido por un alcalde de extrema derecha. En primera instancia gané, pero en segunda perdí. Consideré que la justicia de mi país cometió un error, por lo que recurrí a la Corte Europea de Derechos Humanos, que condenó a Francia por un error legal. Así que la justicia francesa está revisando su juicio. Esto tardó cinco años, pero finalmente obtuve la razón porque hubo un error de derecho. Hoy hay gente hablando de un golpe de estado de derecho… ¡no existe tal cosa! El estado de derecho es todo lo contrario a un golpe: es un estado que acepta que el derecho se imponga a sí mismo. Esta deriva es fácil y muy peligrosa. Hay que ser mesurado, tener matices y apoyar la independencia judicial. Hay una frase de un premio Goncourt, L’Ordre du Jour de Éric Vuillard, un libro sobre la alianza de los industriales alemanes con Hitler, en la que siempre pienso. Dice: “Las pequeñas renuncias conducen a grandes catástrofes”. Debemos ser republicanos firmes y vigilantes.
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Francia lleva cuatro primeros ministros en un año. Usted ha llamado a los socialistas a no dejarse arrastrar por La Francia Insumisa (LFI) y a preservar la estabilidad institucional.
Rechacé la última moción de censura presentada por LFI contra François Bayrou. Fui a convencer a muchos diputados socialistas.
Las pensiones vuelve a enfrentar a la izquierda con el Gobierno. ¿Deben seguir sosteniéndolo?
El debate sobre las pensiones puede extenderse hasta verano. Debemos dar tiempo a los sindicatos para trabajar, sin amenazar ni firmar mociones de censura. Si no se llega a un acuerdo, la reforma volverá al Parlamento. Con lo que estamos viviendo a nivel internacional, no debemos crear escenarios ficticios en Francia. El orden mundial está cambiando. Debemos concentrarnos en las prioridades. Necesitamos una Europa fuerte y un país fuerte. Y estabilidad institucional, también por cuestiones presupuestarias.
No descarta usted disputar el liderazgo del Partido Socialista. ¿De qué depende?
En un momento de ascenso de los populismos en el mundo, es crucial unir a los franceses para tener una Francia fuerte y una Europa poderosa. Mi proyecto es claramente proeuropeo y laico, sin debilidades contra el antisemitismo o el repliegue comunitario. Debemos comenzar por reunir a los socialistas, y para eso es necesario cambiar la dirección. La dirección actual es muy sectaria. Es un pequeño clan que no trabaja ni se comunica con nadie. Mi ambición no es personal, sino para mi partido y para el país.
¿Qué cambios debe hacer el PS para recuperar influencia?
Primero, trabajar. Actualmente, el Partido Socialista no trabaja. No hay propuestas, ni una sola de Olivier Faure. Si comparamos con España, por ejemplo, miro con admiración al PSOE, que tiene propuestas claras y un proyecto de sociedad para España. En Francia, el partido no organiza nada. Yo, como presidenta de las regiones de Francia, coordino todas las regiones de izquierda y me reúno directamente con diputados y senadores socialistas para tratar temas. El partido no organiza nada. Por eso, tuve que crear mi propio movimiento, La República en común, para reunir a los militantes y simpatizantes y reflexionar juntos sobre el Partido Socialista. Necesitamos un partido que trabaje y haga propuestas concretas para la Francia del futuro, y no quedarnos estancados en repeticiones de ideas de hace 20 o 40 años.
¿Cree que Macron logrará terminar su mandato?
Si no lo termina, querría decir que la situación de Francia es extremadamente grave. Pero él también debe hacer lo necesario para terminarlo. Debe escuchar. No puede nombrar a primeros ministros de derecha si los franceses votaron por un Frente Republicano con una tendencia a la izquierda. Sería malo para Francia que el presidente dimitiera, pero él también debe asegurarse de tener una presidencia pacífica y escuchar al pueblo. Él solo no tiene la razón.
A usted, que habla occitano, ¿le inquieta la supervivencia de esta lengua o el catalán, que también se habla en Occitania?
Estoy muy comprometida con las lenguas y culturas regionales en Francia. Creo que tenemos la madurez política para mantener una república indivisible, pero reconociendo el valor del patrimonio cultural regional. Hoy, el apoyo a las lenguas regionales no es suficiente. Faltan recursos para enseñar lenguas como el catalán, el occitano, el bretón o el vasco.
Como presidenta de Occitania, en un país mucho más centralizado como es Francia, ¿siente cierta envidia ante el sistema autonómico español?
El poder de las regiones españolas es un modelo para mí, al igual que lo es Alemania con sus Länder. Tanto en competencias como en poder financiero de las autonomías. Para una socialista como yo es un funcionamiento muy interesante.
¿Ve posible algo similar en Francia?
Yo creo que sí. Además, estamos en una situación presupuestaria muy delicada en Francia, con un déficit grave. Hay que hacer recortes. Sería importante eliminar duplicaciones entre el Estado central, el regional y las entidades locales. Creo que es el momento para un nuevo acto de descentralización. Hay que seguir haciendo evolucionar las mentalidades en Francia. Aún hay resistencias, especialmente en las administraciones centrales. Pero creo que este es el momento o nunca. Además, tenemos un primer ministro que es de los Pirineos, que sabe bien sobre nuestra necesidad de tener más recursos.
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