Las puertas del emblemático restaurante de Cuatro volvían a abrirse una noche más para recibir la visita de Julia (67), una meiga y tarotista de A Coruña que dejaba a todo el equipo de First Dates sin palabras a su llegada. »La gente viene a mí para que les bendiga sus casas. También me llaman para ir a investigar a lugares abandonados, sitios donde hay presencias. Yo voy a intentar que el ente que reside en casa vuelva a la luz», relataba.
Julia llegaba al espacio de Cuatro dejando claro que su pasión estaba relacionada con el más allá
Las puertas del emblemático restaurante de Cuatro volvían a abrirse una noche más para recibir la visita de Julia (67), una meiga y tarotista de A Coruña que dejaba a todo el equipo de First dates sin palabras a su llegada. »La gente viene a mí para que les bendiga sus casas. También me llaman para ir a investigar a lugares abandonados, sitios donde hay presencias. Yo voy a intentar que el ente que reside en casa vuelva a la luz», relataba.
Tras encontrarse con el presentador, la soltera confesaba que su trabajo de meiga ocupaba gran parte de su vida. »Tengo una consulta en La Coruña. No soy la virgen de Lourdes, no tengo el don divino de saber todo lo que va a suceder, yo te voy a decir lo que me dicen las cartas en ese momento», relataba.

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Por si esto no fuera suficiente, la soltera dejaba de nuevo en shock al presentador con otra impactante revelación: »A los siete años ya veía muertos paseando por ahí». »¡No me digas eso!», exclamaba el presentador. »No es fácil vivir con este don, a veces resulta complicado, sobre todo cuando esos difuntos están trastornando la vida de los demás, anclados a una persona o un lugar y no van a la luz, cuesta mucho enviarlos a la luz y no es agradable», explicaba. »Me estoy quedando un poco pálido», decía Sobera visiblemente pálido mientras se tocaba el corazón.
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El elegido para cenar con ella era José Manuel (60), un militar retirado de Santiago que se definía como una persona muy abierta porque »la vida le había hecho así». La primera impresión entre ambos no era la esperada. »No me gustan los hombres con barriga ni calvos. Es algo que ya me chafa», sentenciaba ella.

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Momentos después, la presentadora acompañaba a la pareja hasta su mesa, donde comenzaban la velada poniéndose al día de sus vidas. Y aunque la soltera no había tenido ningún flechazo, sí reconocía que le gustaba »su forma de hablar, su personalidad y su trato». »Físicamente, yo lo pondría a dieta», añadía. Por su parte, José Manuel estaba más que encantado con la gallega. »Es una mujer elegante, guapa, resultona como digo yo. Yo no soy guapo, soy resultón», comentaba entre risas.
La cita avanzaba y la complicidad entre ambos era cada vez más evidente. »Hace tiempo que no me reía tanto», reconocía el soltero. De hecho, la soltera no tuvo ningún reparo en hablarle de su profesión. »Yo lo único que te puedo decir de mi trabajo es que cuando le tiro las cartas a alguien, digo lo que veo, no me invento nada», contaba ella. »A mí ese mundo no me convence», sentenciaba él.

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En la recta final, los solteros se desplazaban hasta el reservado del programa, donde protagonizaban un divertido momento en el karaoke. Pese a su buen rollo, el futuro de los solteros como pareja no estaba nada claro. »Yo tendría una segunda cita», confesaba José Manuel. »Yo como pareja no, pero sí tendré una segunda cita con José para conocerlo más en profundidad», concluía la gallega.
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