Calima en Madrid

El “sistema Madrid”, la confluencia y complicidad de poderes del Estado en la capital, capaz de imponer su narrativa al resto de las periferias, ha elevado su temperatura hasta alcanzar la categoría, real y simbólica, de calima. Todos los emisores, desde los mediáticos hasta los judiciales, políticos o económicos, emiten lenguas de fuego con voluntad de convertir el epicentro de la España radial en una olla a presión que amenaza cada día con estallar y llevarse por delante cualquier posibilidad de enfriar el termómetro del consenso. Pero, como el fin del mundo no llega, y esto se observa cada día en estas mismas periferias, se echa más leña al fuego para mantener el caldo de la polarización hirviendo, aderezado con la debilidad del PSOE para acelerar su inevitable reinvención y la del PP para distanciarse de un espacio que ya tiene dueño y que es, además, el gran ganador de este ciclo tórrido en España: Vox.

Seguir leyendo…

 El “sistema Madrid”, la confluencia y complicidad de poderes del Estado en la capital, capaz de imponer su narrativa al resto de las periferias, ha elevado su temperatura hasta alcanzar la categoría, real y simbólica, de calima. Todos los emisores, desde los mediáticos hasta los judiciales, políticos o económicos, emiten lenguas de fuego con voluntad de convertir el epicentro de la España radial en una olla a presión que amenaza cada día con estallar y llevarse por delante cualquier posibilidad de enfriar el termómetro del consenso. Pero, como el fin del mundo no llega, y esto se observa cada día en estas mismas periferias, se echa más leña al fuego para mantener el caldo de la polarización hirviendo, aderezado con la debilidad del PSOE para acelerar su inevitable reinvención y la del PP para distanciarse de un espacio que ya tiene dueño y que es, además, el gran ganador de este ciclo tórrido en España: Vox.Seguir leyendo…  

El “sistema Madrid”, la confluencia y complicidad de poderes del Estado en la capital, capaz de imponer su narrativa al resto de las periferias, ha elevado su temperatura hasta alcanzar la categoría, real y simbólica, de calima. Todos los emisores, desde los mediáticos hasta los judiciales, políticos o económicos, emiten lenguas de fuego con voluntad de convertir el epicentro de la España radial en una olla a presión que amenaza cada día con estallar y llevarse por delante cualquier posibilidad de enfriar el termómetro del consenso. Pero, como el fin del mundo no llega, y esto se observa cada día en estas mismas periferias, se echa más leña al fuego para mantener el caldo de la polarización hirviendo, aderezado con la debilidad del PSOE para acelerar su inevitable reinvención y la del PP para distanciarse de un espacio que ya tiene dueño y que es, además, el gran ganador de este ciclo tórrido en España: Vox.

En España hace estos días mucho calor, y es un calor conservador, seco en la Meseta, y húmedo, muy húmedo, en las periferias, a pesar de estar bañadas, muchas de ellas, por el mar. El “sistema Madrid” sabe sacar el mejor resultado de estas coyunturas en las que la radialidad permite que la combustión política penetre en cada rincón de nuestra compleja geografía para intentar, en la medida de lo posible, abrasar cualquier intención de establecer pactos entre diferentes. Trasladando la hipótesis de que una vez caiga el Gobierno todo volverá a la normalidad y el aire fresco aliviará esta calima que nos obliga a escondernos entre las sombras.

Vox será el ganador de este ciclo tórrido alimentado por el “sistema Madrid”

Pero es una hipótesis falsa, pues nada volverá a ser lo mismo durante un largo ciclo en el que la derecha extrema podría ser la gran vencedora de una hoguera en la que se están convirtiendo en cenizas los sueños liberales (más aún los socialdemócratas) y, también, la cohesión social, pues se están arrinconando las prioridades que alarman a unos ciudadanos a los que les sobran malestares. Ni siquiera la izquierda social a la izquierda del PSOE, con alguna digna excepción, parece ya conectada con la realidad y participa de este espectáculo climático propio del solsticio de verano. Las llamas necesitan de las fracturas políticas para alimentarse, y se aceleran si, encima, se les añade el combustible de la corrupción en un contexto donde emergen los pirómanos de modales barriobajeros.

Soportamos esta calima refugiados con el aire acondicionado de la esperanza entre paredes blancas, mientras en la calle a los pocos minutos la ropa queda pegada al cuerpo empapada por el sudor de la incertidumbre. Es una sensación de agobio que en política suele ser preludio de grandes desastres porque, además, ya se cuestiona todo el sistema democrático, incluso las urnas. Lo triste es que todo esto ya estaba anunciado, cual proceso de cambio climático; pero estamos en tiempos de negación y donde solo sobreviven los que aplican con firmeza la estrategia de tierra quemada y viven protegidos de esta radiación casi nuclear con epicentro en Madrid.

 Política

Noticias Similares