Al principio, cuando intentaba imaginarme los drones lanzando sus bombas sobre mi casa, no podía. Aunque sabía por la televisión cómo ocurriría todo, era incapaz de darme cuenta de mi entrada en esta escena. Los límites de la imaginación funcionaban como un mecanismo de defensa . Más allá de la indignación, la compasión y la solidaridad, la guerra era algo que les ocurría a los demás.Pero eso no duró mucho. A medida que al entusiasmo y la admiración por el heroísmo ucraniano se sumaban la ansiedad y la inseguridad, éstas empezaron rápidamente a erosionar los límites de la imaginación, y la atmósfera en Europa empezó a parecerse con signos alarmantes a la de antes de la Segunda Guerra Mundial . Ahora, cuando junto a la invasión de Ucrania, los crímenes de guerra, las amenazas y la manipulación, ha aparecido un increíble clon del pacto Hitler-Stalin de 1939, la confusión e incluso el miedo ya no encuentran argumentos lógicos para oponerse a la realidad, a pesar de que (y precisamente porque) todo parezca inimaginable y absurdo.¿Quién es Hitler y quién es Stalin en la nueva historia y geografía? A través del pacto, Hitler había perseguido y colmado intereses precisos, mientras que Stalin había dado forma legal a la admiración patológica que sentía por su rival. Es evidente que esta vez gana Putin, pero ¿podemos reconocer detrás de los actos y declaraciones estadounidenses de la admiración por el tirano los cuernecitos diabólicos? ¿Es posible que los límites del absurdo desaparezcan con la misma facilidad con la que desaparecen el sentido común, las normas morales y las leyes del derecho internacional?Sólo los ingenuos podían imaginar que el comunismo había terminado con la caída del Muro de BerlínSólo los ingenuos podían imaginar que el comunismo había terminado con la caída del Muro de Berlín. Pero ese momento exultante fue sólo el límite simbólico más allá del cual comenzó el postcomunismo, un tramo de la historia universal que estamos viviendo sin conocer sus límites, incluido el nuevo orden mundial que amenaza con instaurar dictaduras, al menos dos de ellas comunistas, a la cabeza del mundo. La guerra de Ucrania es una guerra postcomunista vinculada en cada una de sus causas y consecuencias a la definición y a la historia de la Unión Soviética, una prisión de los pueblos que intentan reconstruirse. De la invasión a la deportación de niños, del desafío a la verdad a la profesionalidad de la manipulación , Rusia utiliza en Ucrania los métodos perfeccionados tras el tratado de Yalta (1945) contra la mitad oriental de Europa, a la que sueña con someter a su dominio.El general De Gaulle solía decir que «Europa es el continente que se extiende desde el Océano Atlántico hasta los Urales, Dios quiera que no se extienda desde los Urales hasta el Océano Atlántico». Es una verdad que Occidente está descubriendo hoy —ya que nosotros, los de los países del Este, nunca la hemos olvidado— después de tres cuartos de siglo de felicidad consumista y de perezosa libertad. Si, como dice un proverbio rumano, no hay mal que por bien no venga, este descubrimiento debe ser el límite más allá del cual, atacada por dos flancos, Europa despierte del sueño irresponsable del fin de la Historia y vuelva a las trincheras para impedir que la Historia se repit a . (Traducción de Vitoria Patea) Al principio, cuando intentaba imaginarme los drones lanzando sus bombas sobre mi casa, no podía. Aunque sabía por la televisión cómo ocurriría todo, era incapaz de darme cuenta de mi entrada en esta escena. Los límites de la imaginación funcionaban como un mecanismo de defensa . Más allá de la indignación, la compasión y la solidaridad, la guerra era algo que les ocurría a los demás.Pero eso no duró mucho. A medida que al entusiasmo y la admiración por el heroísmo ucraniano se sumaban la ansiedad y la inseguridad, éstas empezaron rápidamente a erosionar los límites de la imaginación, y la atmósfera en Europa empezó a parecerse con signos alarmantes a la de antes de la Segunda Guerra Mundial . Ahora, cuando junto a la invasión de Ucrania, los crímenes de guerra, las amenazas y la manipulación, ha aparecido un increíble clon del pacto Hitler-Stalin de 1939, la confusión e incluso el miedo ya no encuentran argumentos lógicos para oponerse a la realidad, a pesar de que (y precisamente porque) todo parezca inimaginable y absurdo.¿Quién es Hitler y quién es Stalin en la nueva historia y geografía? A través del pacto, Hitler había perseguido y colmado intereses precisos, mientras que Stalin había dado forma legal a la admiración patológica que sentía por su rival. Es evidente que esta vez gana Putin, pero ¿podemos reconocer detrás de los actos y declaraciones estadounidenses de la admiración por el tirano los cuernecitos diabólicos? ¿Es posible que los límites del absurdo desaparezcan con la misma facilidad con la que desaparecen el sentido común, las normas morales y las leyes del derecho internacional?Sólo los ingenuos podían imaginar que el comunismo había terminado con la caída del Muro de BerlínSólo los ingenuos podían imaginar que el comunismo había terminado con la caída del Muro de Berlín. Pero ese momento exultante fue sólo el límite simbólico más allá del cual comenzó el postcomunismo, un tramo de la historia universal que estamos viviendo sin conocer sus límites, incluido el nuevo orden mundial que amenaza con instaurar dictaduras, al menos dos de ellas comunistas, a la cabeza del mundo. La guerra de Ucrania es una guerra postcomunista vinculada en cada una de sus causas y consecuencias a la definición y a la historia de la Unión Soviética, una prisión de los pueblos que intentan reconstruirse. De la invasión a la deportación de niños, del desafío a la verdad a la profesionalidad de la manipulación , Rusia utiliza en Ucrania los métodos perfeccionados tras el tratado de Yalta (1945) contra la mitad oriental de Europa, a la que sueña con someter a su dominio.El general De Gaulle solía decir que «Europa es el continente que se extiende desde el Océano Atlántico hasta los Urales, Dios quiera que no se extienda desde los Urales hasta el Océano Atlántico». Es una verdad que Occidente está descubriendo hoy —ya que nosotros, los de los países del Este, nunca la hemos olvidado— después de tres cuartos de siglo de felicidad consumista y de perezosa libertad. Si, como dice un proverbio rumano, no hay mal que por bien no venga, este descubrimiento debe ser el límite más allá del cual, atacada por dos flancos, Europa despierte del sueño irresponsable del fin de la Historia y vuelva a las trincheras para impedir que la Historia se repit a . (Traducción de Vitoria Patea) Al principio, cuando intentaba imaginarme los drones lanzando sus bombas sobre mi casa, no podía. Aunque sabía por la televisión cómo ocurriría todo, era incapaz de darme cuenta de mi entrada en esta escena. Los límites de la imaginación funcionaban como un mecanismo de defensa . Más allá de la indignación, la compasión y la solidaridad, la guerra era algo que les ocurría a los demás.Pero eso no duró mucho. A medida que al entusiasmo y la admiración por el heroísmo ucraniano se sumaban la ansiedad y la inseguridad, éstas empezaron rápidamente a erosionar los límites de la imaginación, y la atmósfera en Europa empezó a parecerse con signos alarmantes a la de antes de la Segunda Guerra Mundial . Ahora, cuando junto a la invasión de Ucrania, los crímenes de guerra, las amenazas y la manipulación, ha aparecido un increíble clon del pacto Hitler-Stalin de 1939, la confusión e incluso el miedo ya no encuentran argumentos lógicos para oponerse a la realidad, a pesar de que (y precisamente porque) todo parezca inimaginable y absurdo.¿Quién es Hitler y quién es Stalin en la nueva historia y geografía? A través del pacto, Hitler había perseguido y colmado intereses precisos, mientras que Stalin había dado forma legal a la admiración patológica que sentía por su rival. Es evidente que esta vez gana Putin, pero ¿podemos reconocer detrás de los actos y declaraciones estadounidenses de la admiración por el tirano los cuernecitos diabólicos? ¿Es posible que los límites del absurdo desaparezcan con la misma facilidad con la que desaparecen el sentido común, las normas morales y las leyes del derecho internacional?Sólo los ingenuos podían imaginar que el comunismo había terminado con la caída del Muro de BerlínSólo los ingenuos podían imaginar que el comunismo había terminado con la caída del Muro de Berlín. Pero ese momento exultante fue sólo el límite simbólico más allá del cual comenzó el postcomunismo, un tramo de la historia universal que estamos viviendo sin conocer sus límites, incluido el nuevo orden mundial que amenaza con instaurar dictaduras, al menos dos de ellas comunistas, a la cabeza del mundo. La guerra de Ucrania es una guerra postcomunista vinculada en cada una de sus causas y consecuencias a la definición y a la historia de la Unión Soviética, una prisión de los pueblos que intentan reconstruirse. De la invasión a la deportación de niños, del desafío a la verdad a la profesionalidad de la manipulación , Rusia utiliza en Ucrania los métodos perfeccionados tras el tratado de Yalta (1945) contra la mitad oriental de Europa, a la que sueña con someter a su dominio.El general De Gaulle solía decir que «Europa es el continente que se extiende desde el Océano Atlántico hasta los Urales, Dios quiera que no se extienda desde los Urales hasta el Océano Atlántico». Es una verdad que Occidente está descubriendo hoy —ya que nosotros, los de los países del Este, nunca la hemos olvidado— después de tres cuartos de siglo de felicidad consumista y de perezosa libertad. Si, como dice un proverbio rumano, no hay mal que por bien no venga, este descubrimiento debe ser el límite más allá del cual, atacada por dos flancos, Europa despierte del sueño irresponsable del fin de la Historia y vuelva a las trincheras para impedir que la Historia se repit a . (Traducción de Vitoria Patea) RSS de noticias de cultura

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