La sustancia, la película que ‘resucita’ a Demi Moore: «El cuerpo de la mujer nunca es solo un cuerpo, siempre está sometido a examen»

Coralie Fargeat revoluciona el cine fantástico con ‘La sustancia’, una eucaristía pagana de carne, sangre, vísceras y… feminismo Leer Coralie Fargeat revoluciona el cine fantástico con ‘La sustancia’, una eucaristía pagana de carne, sangre, vísceras y… feminismo Leer  

La sustancia no es una película cualquiera. Ni siquiera es solo una película. En puridad, son dos: una la protagoniza Margaret Qualley y la otra, Demi Moore. Las dos dan vida al mismo personaje en dos cuerpos diferentes, que también son dos formas de entender la vida y el mismo cine. La sustancia, que se estrena este viernes después de explotar en Cannes, es película de terror y drama social; es cine gore y proclama feminista; es reflexión pautada sobre la belleza y pura diversión descaradamente fea. Su directora Coralie Fargeat, eso sí, es una única persona, pero con las ideas tan claras y rotundas que bien podrían ser 100.000. Y así.

«El cuerpo lo determina todo», dice la realizadora por aquello de dar sentido a lo más básico. Lo dice sobre la terraza de un hotel de lujo en Cannes donde los cuerpos, precisamente, lucen tersos, brillantes y en perfecto estado de exhibición. Y sigue: «Toda la vida la pasamos atemorizados por las mutaciones del cuerpo. Especialmente las mujeres. Nos pasamos buena parte de la vida estudiando cómo mejorarlo, cómo cambiarlo, cómo hacerlo fuerte… En realidad, es como si quisiéramos escapar de él. La humanidad se define por su culto a un cuerpo al que adoramos y, sin embargo, no podemos nunca controlar del todo». La sustancia, y de ahí el entrecomillado, es lo que el tiempo y Cronenberg entre otros han dado en llamar body-horror. Pero no solo eso, en su sentido más salvaje es toda una eucaristía de carne sobre hueso, de cuerpo que se compone, recompone y descompone.

Se cuenta la historia de una estrella de cine que envejece. Y aquí está Demi Moore en el papel principal dispuesta a colocar al espectador en posición de alarma o de estupefacción (¿qué puede haber movido a la teniente O’Neil a prestarse a un autorretrato tan descarnado, que no solo cruel?). Hasta que un día recibe un mensaje con una oferta: duplicarse en alguien mucho más bello, mucho más joven, mucho más sonriente y mucho más cuerpo. Cosas del tiempo que pasa. Su doppelgänger será Margaret Qualley. Eso sí, como es habitual en todo cuento de hadas (también es eso), hay reglas que cumplir del tipo: volver antes de las 12 o no pedir más de tres deseos. Cuando una duerme, la otra está despierta. Y a un ritmo semanal. Cualquier violación de la norma perjudicará (envejecerá) a la réplica, que, en verdad, no lo es. Porque lo más importante es sencillo: nunca olvidar que pese a ser dos, en verdad son la misma persona.

Cuenta la directora que desde siempre se ha sentido observada. Y lo cuenta esencialmente por ser quien es y por ser mujer. «El cuerpo de la mujer nunca es solo un cuerpo, siempre está sometido a examen», dice. Cuenta también que al cumplir los 40 años sintió como un colapso asociado a lo anterior. «Sentí que, de repente, desaparecía», añade. Y mientras cuenta, hace explícitas cada una de las motivaciones que le condujeron a la sustancia misma de La sustancia después de que sorprendiera hasta el paroxismo con Revenge (2017), su primera película.

Demi Moore en un momento de ‘La sustancia’.MUNDO

«Creo que lo que motivó esta película fue la necesidad de ver cómo explota todo. Te paras un momento, miras a tu alrededor y te preguntas: ¿Cómo es posible que todavía estemos donde estamos en 2024? ¿Cómo es que toda esta mierda de abusos y desigualdad sigue sucediendo? Digamos que fue el enfado lo que me obligó a hacer una película como ésta», comenta y no queda otra que darle la razón. Si Fargeat quería que las cosas, da lo mismo cuáles, explotaran, lo logra. A medida que avanza La sustancia no solo acierta a ser una fábula desmedida, también feminista y muy turbadora, de todo aquello que nos hace peores (el sexismo, la utilización del cuerpo de la mujer, la mercantilización de la intimidad, el machismo o la puerilidad del entretenimiento), sino que de forma extremadamente consciente se deja llevar. Y se desmadra. Y se convierte en simple locura. Pero muy grande. Y hace ¡boom!

¿Cómo de determinante fue la elección de Moore para uno de los papeles principales?Completamente. La película, que apenas tiene diálogos o guion escrito, se cuenta con los cuerpos de las actrices. Cuando leí su autobiografía me di cuenta de la forma en que ella habita su cuerpo, transformándolo hasta el punto de la obsesión. Ella se arriesgó a hacer cosas que hacen de ella una feminista adelantada a su tiempo.

Coralie Fargeat, directora de ‘L sustancia’.Quique GarciaEFE

Y llegados a este punto, la Fargeat cineasta se confunde, como no puede ser de otro modo, con la Fargeat activista. «Todavía quedan muchos techos de cristal. El del cine de género es uno de ellos. Hay que tomar partido y afirmarse con políticas de cuotas. Si no se toman medidas de acción positiva, la igualdad entre hombres y mujeres llegará dentro de 3.000 años», dice sabiéndose pionera, referencia y, ya puestos, dinamitera. «Representar la violencia de forma realista no me interesa. Mi idea es trascenderla mediante la exageración y el exceso; convertirla en una herramienta pop. Ésa es la forma de conseguir que el terror acabe por ser una manera convincente de acercarse también a la política», concluye para que no quede duda ni del furor ni de la intención ni de, ya se ha dicho, el enfado.

La sustancia es una película que en verdad son varias por lo que tiene de Demi Moore, por lo que tiene de Margaret Qualley y por lo que tiene de cada uno de los cuerpos explosivos (porque explotan) de las dos.

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