Cree Alberto Núñez Feijóo que anunciar su negativa a integrar a Vox en un futuro gobierno va a convencer a la opinión pública de que las políticas involucionistas no contaminarán al PP. Que dejar a Santiago Abascal fuera del Consejo de Ministros es suficiente garantía para no ser obligado a escorarse hacia el margen más extremo de la derecha. Pero el presidente del PP sabe que Vox no necesita formar parte de los ejecutivos para imponer su marco ideológico y programa estratégico si su voto es necesario para sacar adelante presupuestos, leyes, normas y acuerdos políticos. Incluso parece razonable valorar que fuera de los gobiernos, en la oposición, la derecha extrema obtiene mayor rentabilidad de sus diputados, como así ha sucedido en la Comunidad Valenciana o está sucediendo en las Islas Baleares.
Cree Alberto Núñez Feijóo que anunciar su negativa a integrar a Vox en un futuro gobierno va a convencer a la opinión pública de que las políticas involucionistas no contaminarán al PP. Que dejar a Santiago Abascal fuera del Consejo de Ministros es suficiente garantía para no ser obligado a escorarse hacia el margen más extremo de la derecha. Pero el presidente del PP sabe que Vox no necesita formar parte de los ejecutivos para imponer su marco ideológico y programa estratégico si su voto es necesario para sacar adelante presupuestos, leyes, normas y acuerdos políticos. Incluso parece razonable valorar que fuera de los gobiernos, en la oposición, la derecha extrema obtiene mayor rentabilidad de sus diputados, como así ha sucedido en la Comunidad Valenciana o está sucediendo en las Islas Baleares.Seguir leyendo…
Cree Alberto Núñez Feijóo que anunciar su negativa a integrar a Vox en un futuro gobierno va a convencer a la opinión pública de que las políticas involucionistas no contaminarán al PP. Que dejar a Santiago Abascal fuera del Consejo de Ministros es suficiente garantía para no ser obligado a escorarse hacia el margen más extremo de la derecha. Pero el presidente del PP sabe que Vox no necesita formar parte de los ejecutivos para imponer su marco ideológico y programa estratégico si su voto es necesario para sacar adelante presupuestos, leyes, normas y acuerdos políticos. Incluso parece razonable valorar que fuera de los gobiernos, en la oposición, la derecha extrema obtiene mayor rentabilidad de sus diputados, como así ha sucedido en la Comunidad Valenciana o está sucediendo en las Islas Baleares.
Recordemos: como parte del Ejecutivo valenciano, con tres consellerias y una vicepresidencia, Vox fue un partido disciplinado, autocontrolado, contenido incluso en sus posiciones sobre los asuntos de Igualdad. Una formación integrada en una estructura institucional, partícipe de las decisiones colegiadas del Consell bajo la presidencia de Carlos Mazón. Apenas hubo episodios que sugirieran una ruptura grave del ideario del PP en la Generalitat Valenciana. Hace ahora un año, también en un mes de julio, Vox rompió sus pactos de gobierno en Castilla y León, Aragón, Valencia, Murcia y Baleares con la excusa de la inmigración, porque fue solo una excusa. Abascal necesitaba subrayar su no dependencia del PP, temía el abrazo del oso e inició una ofensiva que le ha servido, por ejemplo, para condicionar las políticas autonómicas allí donde se necesita su apoyo con mayor contundencia que cuando estaba integrado en estos mismos ejecutivos. Volvamos al caso valenciano: para lograr aprobar sus presupuestos, Mazón aceptó, de facto, todas las exigencias de Vox en materia de inmigración, cooperación al desarrollo, recorte de ayudas a patronal y sindicatos, con grave riesgo para el diálogo social, o la guerra cultural contra la lengua propia de los valencianos. Es la misma ofensiva que está escenificando en Baleares, con especial insistencia contra la cultura propia.
El partido de Abascal saca más rentabilidad a sus políticas sin formar parte de los ejecutivos
Vox ha aprendido que sin formar parte de los ejecutivos su capacidad de presión al PP es mayor y, además, traslada un mensaje más nítido a su electorado y simpatizantes. En otras palabras, la derecha extrema española le ha tomado la medida al partido de Feijóo en lo que a negociar pactos políticos se refiere, porque en aquellas instituciones donde los populares precisan de este apoyo para garantizarse la estabilidad, acaban cediendo, y no poco. Feijóo insiste en que Vox no formará parte de su gabinete ministerial, pero si los votos de Abascal son necesarios en el Congreso, nada garantiza que la derecha extrema acabe condicionando todas las políticas en España.
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