El negro futuro de la sociedad iraní tras la guerra con Israel: “Tenemos miles de problemas”

Ramin despliega una serie de modelos de Iphones sobre la mesa y deja claro que el precio cambiará según el color que elija y si está registrado ante las autoridades iraníes, que serían alrededor de 250 euros más. De lo contrario, advierte, a los dos meses dejará de funcionar dentro del país. “Lo mismo le pasará con otras marcas extranjeras, así funciona el mercado en este país”, explica este joven de 32 años que trabaja en una de las tantas tiendas del centro comercial Paitak, especializado en tecnología.

Seguir leyendo…

 A los iraníes les preocupa el futuro económico aún más que los ataques de Netanyahu  

Ramin despliega una serie de modelos de Iphones sobre la mesa y deja claro que el precio cambiará según el color que elija y si está registrado ante las autoridades iraníes, que serían alrededor de 250 euros más. De lo contrario, advierte, a los dos meses dejará de funcionar dentro del país. “Lo mismo le pasará con otras marcas extranjeras, así funciona el mercado en este país”, explica este joven de 32 años que trabaja en una de las tantas tiendas del centro comercial Paitak, especializado en tecnología.

“Todas estas reglas son el resultado de las sanciones económicas. Las compañías extranjeras no tienen representación en el país y los importamos (los teléfonos) con muchos problemas”, justifica Ramin que deja claro que el mejor momento para comprar es siempre “ahora”. Nunca se puede prever si el precio del rial, la moneda local, se fortalecerá o se debilitará en cuestión de horas; es imposible programar una compra.

“El dólar no ha subido tanto desde el comienzo de los ataques, como pensamos, pero se puede disparar de un momento a otro”, advierte este hombre que reconoce que los doce días de guerra, sumado a la incertidumbre sobre el futuro han sido fatales para el mercado.

En los cinco pisos del edificio donde se despliegan decenas de aparatos de última tecnología hay poca gente, está prácticamente vacío. Desde que abrieron el 24 de junio, Ramin solo ha vendido dos teléfonos. “Esta situación está siendo muy mala para todos. La economía ya estaba parada antes y ahora será peor”, cuenta Reza, el dueño de la tienda. Antes del 13 de junio la inflación alcanzaba el 37%; muchos prevén un alza en los próximos meses.

Los comerciantes en Irán suelen hacer cálculos económicos con base en el número de días festivos que hay en el país, entre 26 y 28, según el año; el tercer país del mundo con mayor número de días libres después de Nepal y Myanmar.

“Los tenemos planificados y no causan daño, otra cosa son los doce días que estuvimos cerrados como consecuencia de la guerra. Nos han costado mucho dinero”, explica Reza, que añade que necesitarán mucho tiempo para reparar las consecuencias de lo que ha pasado.

“Solo el 10% de la población que está conectado con los de arriba está bien”, afirma un jubilado

Se suma que nadie quiere gastar dinero innecesariamente en una situación tan volátil como la actual. Hay una fuerte creencia dentro de la población que el alto al fuego no durará mucho. Lo confirman en la calle Amin Khusur, en el corazón de la ciudad, considerado uno de los centros de distribución de electrodomésticos. Aquí hay decenas de almacenes y pasajes dedicados al hogar. La mayoría de productos están hechos en Irán, como lo ordena la República Islámica en su política de impulsar la producción local de cara a las sanciones.

Otros están importados de China y Turquía, y solo algunos productos de marcas de renombre internacional son traídos de Europa a través de la frontera con Irak por portadores kurdos, conocidos como kolbars .

Son ilegales, pero las autoridades siempre pueden mirar para otro lado. Si en el centro comercial de los teléfonos había poca gente, aquí no hay nadie. “Llevo más de una semana abierto y solo he vendido un televisor”, dice Amin, propietario de una de las tiendas que explica que su competencia está en la misma situación.

“Partamos de la base de que la situación económica es muy mala. Tenemos miles de problemas. Es decir, me refiero a que el 90% del pueblo iraní tiene problemas”, explica Karim, un jubilado de 62 años, que ha salido a hacer la compra en el bazar de Tajrish, en el norte de Teherán. Continua: “Solo el 10% de la población que está conectado con los de arriba, o peor aún, que están metidos con los poderosos, están bien”, sigue explicando Karim, haciendo énfasis en que las diferencias económicas en el país cada vez son más marcadas.

Lee también

Quienes pertenecen a ese 10%, dice, no sienten las consecuencias económicas de la guerra. “Otra historia es el pueblo iraní que ha perdido recursos, que ha perdido dinero y serán ellos, la gente, la que tendrá que reconstruir lo destruido. Cada día seremos más pobres”, dice Karim, que al mismo tiempo tiene una pequeña esperanza en que la guerra sea una oportunidad para el cambio.

“Si (el sistema) aprende de esta lección y piensa más en la gente, entonces tanto ellos como la gente serán vencedores”, dice el hombre que espera que Irán no caiga en “el abismo”. Karim recoge el sentimiento de muchos en Irán que, si bien en los últimos días cerraron filas con la defensa del país y rechazan los ataques de Israel y Estados Unidos, se sienten abandonados por un sistema al cual, según creen, no le importa la gente.

Nadie quiere gastar dinero innecesariamente en una situación tan volátil como la actual

Su versión contrasta con la de Azad, profesora de idiomas, que se muestra más optimista; está convencida de que Irán saldrá adelante. “Definitivamente nuestra economía puede estar mal o aun peor, pero no importa. Somos un país grande, tenemos una economía fuerte. Podemos sobreponernos”, dice está mujer que deja claro su indignación con la agresión cometida contra el país.

“Nosotros tenemos muchos problemas con el gobierno, eso es normal. Pero ningún gobierno fuera de Irán tiene el derecho de decirnos qué hacer, o atacarnos porque nuestro gobierno no es bueno”, dice Azad que concluye que este es asunto que solo concierne a los iraníes.

 Internacional

Noticias Similares