Lo que queda tras las lágrimas

Las expectativas no eran elevadas. En pleno relevo generacional España se plantaba en el Europeo con la misión de trabajar para el futuro. La mitad del equipo debutaba en un gran campeonato con la selección. Nada que ver con las leyendas del pasado, como Laia Palau o Sílvia Domínguez. Se trataba de que las mujeres dirigidas por Miguel Méndez fueran cogiendo poso para los próximos años. Desde este punto de vista el torneo de las españolas ha estado muy por encima de lo que se esperaba y ha enseñado el buen hacer que se viene realizando desde hace dos décadas tanto en la federación como en los clubs, muchas veces con unos medios no demasiado boyantes. Eso es lo que debe quedar detrás de los lamentos, de las lágrimas, de la lógica decepción por echar a perder una final que estaba prácticamente en la mano.

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 Las expectativas no eran elevadas. En pleno relevo generacional España se plantaba en el Europeo con la misión de trabajar para el futuro. La mitad del equipo debutaba en un gran campeonato con la selección. Nada que ver con las leyendas del pasado, como Laia Palau o Sílvia Domínguez. Se trataba de que las mujeres dirigidas por Miguel Méndez fueran cogiendo poso para los próximos años. Desde este punto de vista el torneo de las españolas ha estado muy por encima de lo que se esperaba y ha enseñado el buen hacer que se viene realizando desde hace dos décadas tanto en la federación como en los clubs, muchas veces con unos medios no demasiado boyantes. Eso es lo que debe quedar detrás de los lamentos, de las lágrimas, de la lógica decepción por echar a perder una final que estaba prácticamente en la mano.Seguir leyendo…  

Las expectativas no eran elevadas. En pleno relevo generacional España se plantaba en el Europeo con la misión de trabajar para el futuro. La mitad del equipo debutaba en un gran campeonato con la selección. Nada que ver con las leyendas del pasado, como Laia Palau o Sílvia Domínguez. Se trataba de que las mujeres dirigidas por Miguel Méndez fueran cogiendo poso para los próximos años. Desde este punto de vista el torneo de las españolas ha estado muy por encima de lo que se esperaba y ha enseñado el buen hacer que se viene realizando desde hace dos décadas tanto en la federación como en los clubs, muchas veces con unos medios no demasiado boyantes. Eso es lo que debe quedar detrás de los lamentos, de las lágrimas, de la lógica decepción por echar a perder una final que estaba prácticamente en la mano.

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Awa Fam
FEB Alberto Nevado / EFE

El tiempo va pasando y España sigue ahí, entre las mejores de Europa

Fue ahí donde se notó la juventud y la mayor experiencia de Bélgica, ahora doble campeona vigente de Europa y bestia negra de las españolas, a las que ha vencido en las dos finales y también en los Juegos Olímpicos de París. Un poquito más de paciencia, un mover la bola con mayor clarividencia y un punto más de suerte en tres minutos fatales le habrían dado el título a la selección. Una España que se marcha de Atenas cabizbaja pero orgullosa. No en vano ha recogido metal continental por sexta ocasión consecutiva. Las generaciones se van sumando, entroncando y multiplicando. El tiempo va pasando y España sigue ahí, entre las mejores. Tiene mimbres y muchos para pensar que así seguirá siendo en los próximos torneos. Cuenta con jugadoras con una pinta maravillosa, como Awa Fam, con unas condiciones exuberantes, capaz de rebotear, defender, lanzar y pivotar. Una jugadora que puede y debe ser dominante. El quinto oro de la historia se escurrió de entre los dedos pero después del llanto está la esperanza.

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