Independencia a la carta

La carta fue rápida y larga. Una misiva de cuatro folios que el Real Madrid cargó de dinamita. Aprovechó una feísima patada –no sancionada con la tarjeta roja– de Romero, lateral izquierdo del Espanyol, a Mbappé para proclamar su condición de máximo agraviado del fútbol español, masacrar el modelo arbitral reinante y clamar por un cambio radical del sistema. “La única vía para restaurar la credibilidad del arbitraje español exige una reforma integral que incluya, como elemento esencial, la sustitución de aquellos árbitros cuya vinculación con etapas bajo sospecha compromete la legitimidad del sistema y perpetúa su falta de transparencia”, rezaba uno de los párrafos de la carta.

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 La carta fue rápida y larga. Una misiva de cuatro folios que el Real Madrid cargó de dinamita. Aprovechó una feísima patada –no sancionada con la tarjeta roja– de Romero, lateral izquierdo del Espanyol, a Mbappé para proclamar su condición de máximo agraviado del fútbol español, masacrar el modelo arbitral reinante y clamar por un cambio radical del sistema. “La única vía para restaurar la credibilidad del arbitraje español exige una reforma integral que incluya, como elemento esencial, la sustitución de aquellos árbitros cuya vinculación con etapas bajo sospecha compromete la legitimidad del sistema y perpetúa su falta de transparencia”, rezaba uno de los párrafos de la carta.Seguir leyendo…  

La carta fue rápida y larga. Una misiva de cuatro folios que el Real Madrid cargó de dinamita. Aprovechó una feísima patada –no sancionada con la tarjeta roja– de Romero, lateral izquierdo del Espanyol, a Mbappé para proclamar su condición de máximo agraviado del fútbol español, masacrar el modelo arbitral reinante y clamar por un cambio radical del sistema. “La única vía para restaurar la credibilidad del arbitraje español exige una reforma integral que incluya, como elemento esencial, la sustitución de aquellos árbitros cuya vinculación con etapas bajo sospecha compromete la legitimidad del sistema y perpetúa su falta de transparencia”, rezaba uno de los párrafos de la carta.

Dicho y hecho: esta semana la Federación Española ha depurado a la cúpula dirigente de los árbitros, encabezada por Medina Cantalejo, sucesor de Velasco Carballo, heredero del incombustible Victoriano Sánchez Arminio, presidente entre 1993 y 2018 del Comité Técnico de Árbitros, organismo que durante todo aquel periodo tuvo como vicepresidente a José María Enríquez Negreira, cuya larga vinculación con el Barça se conoció en 2022, cuando Radio Barcelona destapó que había cobrado del club ocho millones de euros desde 2001 hasta 2018, fecha de su salida de la corporación arbitral.

En asuntos de negocios, el Barça y el Real Madrid caminan felices de la mano

Sin citar a Enríquez Negreira y al Barça, el Real Madrid argumentó la gravedad del caso para darse la razón en su carta. Respondieron molestos Javier Tebas, presidente de la Liga, y todos los clubs, excepto el Barça, que guardó el mismo silencio que anteriormente había mantenido durante la sistemática ofensiva de Real Madrid TV contra los árbitros, recrudecida en los últimos meses y a punto de desbordarse en los patéticos días previos a la reciente final de Copa (Barça-Real Madrid).

El Madrid aprovechó la flojera de los árbitros –“Los hijos de los compañeros oyen decir en el colegio que su padre es un ladrón”, se lamentó entre lágrimas De Burgos Bengoechea, encargado de dirigir el partido– para sentirlo como una ofensa intolerable, hasta el punto de amenazar con no jugar la final.

MADRID, 16/12/2022.- El presidente del grupo ACS y del Real Madrid Club de Fútbol, Florentino Pérez (c), y el presidente del Fútbol Club Barcelona, Joan Laporta (i) y el administrador único de Mediapro, Jaume Roures, durante el desayuno informativo de Nueva Economía Fórum sobre
Joan Laporta abraza a Jaume Roures en presencia de Florentino Pérez
MARISCAL AGENCIA EFE / EFE

No hubo reacción del Barça, como tampoco reaccionó el Madrid cuando el Gobierno rechazó las decisiones de la Liga, Federación y dos juzgados de Barcelona en el caso Olmo o la fallida palanca en 2022, autorizada por la Liga, que permitió el fichaje de Lewandowski, Raphinha y Koundé. En asuntos de negocios –el sueño de la Superliga produce un vínculo superior al matrimonio– los dos clubs caminan felices de la mano.

No se espera comentario alguno del Barça a la razzia arbitral que ha emprendido Rafael Louzán, nuevo presidente de la Federación Española. Se lo impide el caso Negreira, un escándalo que no hay manera de obviar, como tampoco se puede ignorar que el arbitraje español es un desastre por sí mismo, aunque la clave del descabezamiento reside en la insistente presión del Real Madrid, que tiene a Carlos Megía Dávila como principal responsable de las cuitas arbitrales en el club. Está casado con Yolanda Parga, presidenta del Comité Técnico Arbitral en la categoría femenina.

Yolanda Parga no se ha visto afectada por la limpia general que ha efectuado Louzán, dato que no ha pasado inadvertido a nadie en un territorio tan suspicaz como en el del arbitraje. No se descarta su nombre entre los promovidos para figurar en la próxima cúpula de los árbitros españoles, que difícilmente dejará de ser el oscuro búnker a prueba de escándalos y sospechas, por mucho que pretendan revestirlo de acrónimos modernizantes (CEO, IA) y pretensiones de independencia, siempre revisable por los dos clubs que son mucho más que dos clubs.

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