Tanques, pensiones, aranceles… ¡OTAN!

Resulta que va a ser verdad: el gato Sánchez también tiene siete vidas. Hace una semana era un cadáver político cuyo funeral estaba celebrando Alberto Núñez Feijoo. Bastantes periódicos llevaban su féretro por los campos de España como hizo Juana la Loca con el de su marido. La caravana fúnebre hizo una parada técnica en La Haya, y, efectivamente, Sánchez era un difunto. Allí estaba su alma, pero no su cuerpo. Lo puede confirmar Trump, que no consiguió verlo. Y los mandamases de la OTAN, que no es que no lo mirasen cuando pasó delante de todos a hacerse la foto; es que no lo vieron. Un fantasma. Los fantasmas no se suelen dejar ver.

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 Resulta que va a ser verdad: el gato Sánchez también tiene siete vidas. Hace una semana era un cadáver político cuyo funeral estaba celebrando Alberto Núñez Feijoo. Bastantes periódicos llevaban su féretro por los campos de España como hizo Juana la Loca con el de su marido. La caravana fúnebre hizo una parada técnica en La Haya, y, efectivamente, Sánchez era un difunto. Allí estaba su alma, pero no su cuerpo. Lo puede confirmar Trump, que no consiguió verlo. Y los mandamases de la OTAN, que no es que no lo mirasen cuando pasó delante de todos a hacerse la foto; es que no lo vieron. Un fantasma. Los fantasmas no se suelen dejar ver.Seguir leyendo…  

Resulta que va a ser verdad: el gato Sánchez también tiene siete vidas. Hace una semana era un cadáver político cuyo funeral estaba celebrando Alberto Núñez Feijoo. Bastantes periódicos llevaban su féretro por los campos de España como hizo Juana la Loca con el de su marido. La caravana fúnebre hizo una parada técnica en La Haya, y, efectivamente, Sánchez era un difunto. Allí estaba su alma, pero no su cuerpo. Lo puede confirmar Trump, que no consiguió verlo. Y los mandamases de la OTAN, que no es que no lo mirasen cuando pasó delante de todos a hacerse la foto; es que no lo vieron. Un fantasma. Los fantasmas no se suelen dejar ver.

Una semana después, en el velatorio se oye un susurro: “Uy, parece que se mueve”. El susurro se hizo clamor y el clamor invadió el tablero nacional: “Se mueve, se mueve, tiene mala cara, pero se mueve”. Callaron los responsos y comenzó la glorificación del resucitado: estamos ante el nuevo milagrero de la política. Con él, España seguirá bajo el paraguas de la OTAN sin pagar lo que pagan los demás. Con un 2,1% consigue lo mismo que los otros con el 5%. He ahí un pacifista que no quiere gastar dinero de las pensiones en tanques. ¿Qué digo? ¡Es el héroe que planta cara a Trump, el hombre más poderoso, justiciero y vengativo del mundo! Y todo eso sin presupuestos, sin una triste consulta al Parlamento y en situación de máxima debilidad. Prodigioso.

La opinión pública quizá aplauda hoy al presidente pero no está claro por qué

Por falta de debate, por apuntarse un mérito, o porque con Sánchez nunca se sabe cuál es su proyecto ni su verdad, la opinión pública quizá aplauda hoy al presidente, pero no está claro por qué. El acuerdo de La Haya deja más dudas que certezas, y algunas son muy inquietantes: ¿van a pagar los exportadores españoles, según el chantaje de Trump, aranceles ruinosos? Cuando llegue la revisión del 2029, ¿España tendrá que pagar de golpe lo que negó ahora? Ante una agresión externa, ¿la OTAN defendería igual al pequeño y al gran cotizante? ¿Pedro Sánchez hizo estos audaces movimientos por convicción o por mantener la adhesión de partidos de la “coalición progresista”? Y, como está claro que al final todos los socios de la OTAN tendrán que pagar, y son muchos miles de millones, ¿entrará en crisis el Estado de bienestar no solo en España, sino en el mundo occidental? La conclusión provisional, más allá de los juegos de astucia, es esta: la política está tan podrida, que ninguna iniciativa se entiende en función del interés general, sino de los pequeños intereses de partido.

Decretar la política de defensa y de estancia en la OTAN sin el menor debate cuando Europa está amenazada por Putin es impropio de una democracia parlamentaria. Someter a la nación al estrés de las amenazas de Trump y su “haremos que España pague el doble” para mantener la coalición de gobierno, aunque se ahogue en una cloaca de corrupciones, es de un egoísmo que creíamos desterrado. Pero ese egoísmo no solo sigue ahí, sino que ha crecido como algunos enanos, es fruto de la polarización y creará más polarización. Así que bienestar, partidismo y tentación autoritaria son tres apuntes para describir la crisis actual.

Spanish Prime Minister Pedro Sanchez arrives to attend the European Union leaders summit in Brussels, Belgium June 26, 2025. REUTERS/Yves Herman TPX IMAGES OF THE DAY
Pedro Sánchez asistió este jueves a la reunión del Consejo Europeo, en Bruselas
Yves Herman / Reuters

RETALES

Salida. Ni Tezanos aceptaría esto como medida científica de la opinión pública. Pero grande, por no decir descomunal, debe ser la desorientación cuando la pregunta que más nos hacen a los periodistas es “¿cómo salimos de esta?” Habría que dar un premio a quien la sepa responder. Yo no lo he visto.

Solana. Pienso mucho en el gran Javier Solana. Como portavoz del gobierno, disimulaba, pero nadie le pudo acusar de oscurantismo. Como secretario general de la OTAN, ¡qué envidia! Había guerras, pero ninguna nos amenazaba. No estaba Trump para chantajearnos. Y Sánchez… Sánchez no dependía de quienes depende hoy.

Oportunos. Desconozco qué piensa el independentismo ante la crisis política. Rufián parece estimulado: “Aprovechemos el tiempo que queda”. Otros se alarman: hay quien sostiene que Feijoo en la Moncloa sería para ellos el elefante de la cacharrería. ¿Y Abascal? No os quiero ni contar.

Antifaz. Koldo y Ábalos no reconocen su voz en las grabaciones. Lógico y normal por dos razones: una, por lo que dicen de las chicas, que no se puede sostener en público; otra, porque la inteligencia artificial se lo pone a huevo para defenderse. Espero que la UCO tenga métodos de certificar el origen de esos sonidos. De lo contrario, la voz puede ser el nuevo antifaz. Y, si no hay un método indiscutible de comprobación, ¡pobre justicia! ¡Difícil lucha contra la corrupción!

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