La incertidumbre se instala en la recta final de la OPA: la intervención del Gobierno reduce el margen de BBVA para mejorar su oferta por Sabadell

La falta de claridad sobre cómo se traducirán las condiciones aprobadas por el Consejo de Ministros y qué impacto tendrán en los cálculos de sinergias de BBVA hace que nadie se atreva a vaticinar cuál de los caminos elegirá Carlos Torres en los próximos días Leer La falta de claridad sobre cómo se traducirán las condiciones aprobadas por el Consejo de Ministros y qué impacto tendrán en los cálculos de sinergias de BBVA hace que nadie se atreva a vaticinar cuál de los caminos elegirá Carlos Torres en los próximos días Leer  

La incertidumbre se ha instalado en la recta final de la OPA de BBVA por Banco Sabadell tras la intervención del Gobierno en la operación. Sirva como brújula el comportamiento de ambos bancos en los mercados, donde las cotizaciones se han movido por cuestiones sectoriales pero apenas se han alterado tras conocer el veto de Moncloa a una hipotética fusión. «Si hubiera claridad, habríamos visto grandes movimientos hacia un lado u otro, pero no ha sido así», dicen los analistas.

La falta de claridad sobre cómo se traducirán las condiciones aprobadas por el Consejo de Ministros y qué impacto tendrán en los cálculos de sinergias de BBVA hace que nadie se atreva a vaticinar cuál de los caminos elegirá Carlos Torres en los próximos días: retirar la oferta, mantenerla o, incluso, mejorarla para intentar dar argumentos que convenzan a los accionistas vallesanos.

Sobre esta última opción, hay opiniones dispares. Algunos analistas defienden que, pese a la reducción de las sinergias, el banco de origen vasco sí puede incrementar la oferta actual, que plantea un canje de un título del nuevo BBVA más 70 céntimos en efectivo por cada 5,3456 acciones de Sabadell. Otros, sin embargo, consideran que las sinergias se reducirían tanto que a la entidad le costaría defender los nuevos números y una hipotética mejora ante sus accionistas y que ni siquiera ese escenario le garantizaría después una fusión. «Podría seguir operando estos tres años como si Sabadell fuera una filial, como le ocurre por ejemplo en Turquía, pero aun así la opción de subir el precio se ha vuelto un escenario muy complejo. Hace un mes pensaba que tenía margen y que lo haría una vez estuviese abierto el periodo de aceptación, ¿pero ahora se va a arriesgar a pagar una prima adicional sin saber cómo va a funcionar o si va a funcionar en cinco años? Las probabilidades de mejora se han reducido», opina Nuria Álvarez, analista de banca de Renta 4.

Todos estos planteamientos y cifras deben estar desde el martes sobre la mesa de Carlos Torres y BBVA. Tal y como reconoció ayer Peio Belausteguigoitia, country manager de BBVA España y, a la sazón, número tres del banco, la entidad está estudiando «diversas alternativas» sin descartar ninguna de ellas, tampoco la retirada. «Estamos valorando la decisión del Gobierno de imponer una condición adicional a la adquisición del Banco Sabadell. Estamos en ese análisis y en próximas fechas se sabrá algo. Será en breve, no tenemos ningún afán en que se vaya retrasando este proceso», dijo en los Cursos de Verano organizados por la Asociación de Periodistas de Información Económica (APIE) y la Universidad Menéndez Pelayo en Santander.

Los planes de la entidad pasaban por tener listo el folleto en la CNMV (Comisión Nacional del Mercado de Valores) en cuestión de semanas y comenzar el periodo de aceptación en julio con una duración que concluiría en septiembre, sin embargo, este calendario ahora también es una incógnita. Entre otras cosas, porque BBVA tiene que rehacer sus cálculos e incluirlos, junto con las condiciones de Moncloa, en el documento que presente a los accionistas si finalmente se decanta por seguir con la OPA.

En un principio, el banco planteó unas sinergias de 850 millones de euros, considerando unos 450 millones por la integración tecnológica de la operativa, 300 millones por la reducción de empleos y unos 100 por costes de financiación, pero Moncloa le impide hacer despidos o cerrar sucursales por razón de la OPA y no está claro que le permita integrar las plataformas, así que esos cálculos se antojan ahora papel mojado.

Por su parte, Banco Sabadell también hace números y cree que a BBVA no le salen las cuentas. Según dijo también ayer en el mismo foro cántabro el consejero delegado de la entidad, César González-Bueno, la decisión del Gobierno de vetar la fusión ha cambiado el escenario para BBVA y ha reducido las probabilidades de que la OPA salga adelante. En su opinión, los compromisos añadidos por el Ejecutivo impactan en los números que debe presentar a los accionistas antes de abrir el periodo de canje e incluso aunque el nuevo marco permitiese integrar las dos plataformas tecnológicas, González-Bueno cree que los números no le saldrían a Torres. «Para hacer una fusión de los sistemas habría que achatarrar los 900 millones de valor que tiene ahora la plataforma de Sabadell», aseguró.

El banco ha puesto el foco en el 24 de julio, que es la fecha elegida por la entidad para presentar el nuevo plan estratégico. Para entonces, ya habrán despejado una de las claves que también rodea a la OPA: la venta de su filial británica TSB. «La venta sólo se hará si crea valor para los accionistas de Banco Sabadell», afirmó González-Bueno. «Se hará, si se hace, antes de que se cierre el periodo de canje. En caso de que la OPA siga adelante, [la aprobación] será mediante una junta que se celebrará antes de que finalice el periodo de canje y si la OPA no sigue, será una decisión del consejo, pero estará antes del 24 de julio».

Por otro lado, en referencia al impacto fiscal que tendría el canje de acciones para los accionistas, el directivo recordó que en caso de que un 10% o más de la contraprestación sea en efectivo y no solo en acciones, Hacienda deja de considerarlo como una operación neutral fiscalmente. Según los datos internos de Banco Sabadell, en los términos actuales de la operación, el 88% de los accionistas del banco tendría que pagar más impuestos que lo que recibirían en efectivo por parte de BBVA. Esto se debe a que no sería un canje, sino que a nivel fiscal contaría como una venta de acciones y, a renglón seguido, una compra. «Para el 88% de los accionistas supondría un desembolso. El vender las acciones, en lugar de un ingreso, correspondería con un pago», advirtió.

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